Cuando pasa el autobús de la
Revolución éste se carga de pasajeros. Los oportunistas van de primeros,
seguidamente los intelectuales, los políticos de oficio, los que buscan empleo.
En el medio va el pueblo y en el fondo, la vanguardia. Al revés de lo que
debería ser y causa de lo que sucederá después.
En el autobús de la Revolución
pasan muchas cosas. Es un caldero hirviendo. Los oportunistas más audaces,
rápidamente se enriquecen, y saltan la talanquera. Los más lentos, pero no
menos astutos, se mimetizan, ocupan el mismo cargo durante años, o saltan de
cargo en cargo; hacen muchos amigos; hacen y reciben muchos favores. Los
intelectuales hacen dinero en algún cargo importante y saltan la talanquera en
la primera parada. Otros pierden privilegios, lo cual es inaceptable, se dan
cuenta que su corazón siempre había estado a la derecha y más temprano que
tarde, saltan la talanquera. La Revolución también se burocratiza, familiares y
amigos engordan el entorno de cada electo. Aparecen nuevos privilegiados. La
corrupción se generaliza, hace metástasis.
Es el momento de la Revolución en
la Revolución. Es el momento presente.
Propongo (para empezar y entre
otras cosas) lo siguiente:
1. Las
declaraciones del patrimonio de los funcionarios deben ser públicas,
fiscalizadas por una organización social sin fines de lucro y publicadas
regularmente.
2. La
Asamblea nacional debe establecer un límite numérico a los empleos burocráticos
y articular un plan nacional para transformar los empleos burocráticos en
productivos (por ejemplo en huertos urbanos comunitarios).
3. El
presupuesto de cada región debe ser participativo y debe surgir de la discusión
y el diagnóstico técnico y político elaborado
por la población organizada junto al gobierno local.
4. El
desarrollo de nuestras ciudades debe estar orientado hacía ambientes en donde
las personas tengan tiempo para relajarse, para pensar, para reflexionar y para
la vida personal, familiar y social.
Todas las proposiciones tienen como
basamento ideológico la “Nueva ética Política” y la “Construcción del
Socialismo”.
Pedro Grima Gallardo