“Hugo Chávez fue el gran médico de una sociedad que estaba condenada a la muerte”, sentencia el filósofo Nelson Guzmán para describir al líder de la Revolución Bolivariana. Y agrega que el Comandante fue un hombre que, como Friedrich (Federico) Nietzsche, pensó en romper con el rebaño. En este sentido, señala que hay una vinculación profunda entre Chávez y el filósofo alemán, que se expresa en la voluntad de poder.
En el país había “una falta de obra y Chávez estaba persuadido de que era necesario trabajar con las fuerzas creadoras para que arrinconaran ese viejo pasado”, afirma. Para ello, el Comandante consideró actuar conforme a una exhortación de Nietzsche: “Filosofar a martillazos”.
TRANSVALUACIÓN DE LOS VALORES
“Filosofar a martillazos” quiere decir que hay que desbaratar el viejo mundo sobre el cual se ha construido la dominación y construir uno nuevo en el que lo más débiles puedan ser acogidos. Esa construcción, explica Guzmán, empieza por la aniquilación de los viejos valores, y Chávez lo demuestra al actuar con base es otros nuevos, tal cual lo hizo Nietzsche, quien habló de la “transvaluación de los valores”.“Chávez habla de la ruptura con el conocimiento ordinario, ya que ha imperado una ideología de la dominación y la colonización, de la segregación y la no inclusión, de esto Chávez está claro y por eso para él se trataba de romper con los diques de la moral del capitalismo”, precisa el filósofo y profesor de la Universidad Central de Venezuela.
El neoliberalismo es la ferocidad del capitalismo liberal, e incluso ignora la teoría de Adam Smith, asegura Guzmán. En este sentido, acota que Smith hablaba de una mano invisible que regulaba el mercado, pero en el neoliberalismo de lo que se trata es “de extraer las riquezas, de llevarlas a otros países”.
Guzmán señala que fue esa acción neoliberal la que trajo como consecuencia los sucesos del 27 y 28 de febrero del año 1989 y “esa es una cosa a la cual Chávez estuvo muy atento”, pues estábamos “en un país en sintonía de otros valores, buscando adecuarse a los nuevos tiempos. Y él (Chávez) es un descubridor esencial” de esa perspectiva.
LA PERSONALIDAD DE CHÁVEZ
Ante el escenario de la acción neoliberal, Guzmán concibe a Chávez como un defensor de una Venezuela que padeció, en todas las épocas, las injusticias: “Recordemos que este es un país donde los españoles dicen que hubo descubrimiento y eso no es así, los indígenas estaban en América 20 mil años antes de la llegada de los conquistadores”.Afirma que Chávez estaba consiente de ese largo pasado, y que esa conciencia, sumada a su formación en las enseñanzas de José León Tapia, médico barinés que escribió el libro Por aquí pasó Zamora, constituyó en él una mentalidad emancipadora, vinculada a los proyectos políticos de Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora. “Venezuela es un mosaico cultural, y el presidente Chávez lo comprendió extraordinariamente”, señala.
Todos estos elementos son luces para el líder revolucionario, asevera: “Después de 500 años, a él le parece que la colonia sigue imperando, que los venezolanos no se han emancipado y en esto hay que vincularlo a Nietzsche”.
LA VOLUNTAD DE CREAR Y VIVIR
Guzmán acota que hasta el ocaso de sus días, Chávez sigue demostrando la voluntad de creación exaltada por Nietzsche.Es eso lo que lleva Comandante a decir que “la vida no puede ser la simple reproducción de lo material o del simple pasar, hay una voluntad de vivir que implica una voluntad de creación”.
La voluntad de poder y la voluntad de creación, explica el filósofo, fueron asumidas por Chávez ante la tristeza de un pueblo que estaba sumido en el desconcierto, que había vivido adormecido en los 40 años de gobiernos anteriores y que venía siendo castigado severamente desde tiempos de Juan Vicente Gómez.
“Estamos ante la construcción de un paradigma de país y eso lo hace Chávez tomando a Nietzsche con gran entusiasmo, el entusiasmo de la rebelión popular y la desobediencia, de la no creencia de las viejas instituciones que habían representado al país”, afirma Guzmán. Y enfatiza que ese es el momento en el que el Comandante recibe el espaldarazo del pueblo, se manifiesta como un adversario del pensamiento único y pone en cuestión la voluntad imperial de los Estados Unidos.
EL SUPERHOMBRE
Guzmán señala que cuando Chávez asumió esa posición, recuperó un argumento de Nietzche que “abre una nueva ventana, la del heroísmo. Y el hombre que está abriendo esa nueva ventana no puede ser un hombre como el camello, al que le ponen sobre sus hombros las cargas del comerciante”.En ese momento, Chávez sabe, por sus lecturas de Nietzsche, que la voluntad que está planteada es la del superhombre: “Ese que transvalúa los viejos valores, que no cree en ese hombre teórico, que lo que hace es repetir a través de la razón”. Al mismo tiempo, el argumento nietzscheano que recupera es el del niño, que es el ser más creador en la tierra, porque es la voluntad de inocencia que pretende abrir los caminos.
“Entonces, con Chávez se rescata la voluntad de obra y avanza como un superhombre que es capaz de construir lo que nadie había construido, y de atravesar los caminos que nadie había atravesado”, considera Guzmán.
“SOY UN CAMPO DE BATALLA”
La afirmación de Nietzsche “yo no soy un hombre, soy un campo de batalla”, es otra de las actitudes del filósofo alemán que Chávez asumió, considera Guzmán. Pero esa determinación, es voluntad de romper con el rebaño, es lo que lo convirtió en un blanco de ataque para el capitalismo.“No ha habido un hombre más perseguido, en la actualidad, que Chávez”, afirma Guzmán, y acota que “aun así, nunca manifestó la voluntad de un gorila, porque no estaba encerrado en el castigar a las personas, sino que tenía voluntad de obra y vida, descubriendo, como lo dijo Nietzsche, que la vida nace liberada”.
Guzmán señala que esa misma rebeldía la mostró Chávez ante “la iglesia entreguista que nunca levantó la voz cuando los crímenes de El Caracazo y que calló los de El Amparo”. Al respecto, destaca que la ruptura epistemológica con el pasado planteada por Chávez, abarca también el cristianismo servil, formado en la idea del miedo y el pecado: “El creía en un cristianismo como obra de fe, como modelación, y en un mundo que tenía que ofrecerle a los pueblos el paraíso”.
Guzmán cita también a Martín Lutero, para decir que “la iglesia está en el interior de cada hombre y debe ser rebeldía. Y Chávez fue un rebelde con respecto a esa iglesia entreguista”. En este sentido, sostiene que “con Chávez se da la voluntad y valoración de la vida, además de el instante de ver una nueva República”.
VOLUNTAD DE OBRA EN LA REVOLUCIÓN
Ante la partida física del líder de la Revolución Bolivariana, Guzmán asevera que las venezolanas y los venezolanos deben mantener viva esta voluntad de poder y de obra que demostró el Comandante.“Aquí se ha dado un fenómeno muy importante, incluso antes de Simón Bolívar, que es la voluntad civil”, señala Guzmán, quien asegura que esta misma fuerza impulsa a Chávez con un espíritu de liberación y de buscar las raíces del pueblo.
No obstante, Guzmán aclara que “no podemos caer en el mesianismo, porque estamos claros del flaco servicio que este le hizo a los socialismos reales, que terminaron como autoritarios”. Enfatizó que “esto no es un estalinismo soviético, esto es una Venezuela que sigue siendo libre y que debe buscar su rumbo democrático”.
El filosofo destaca al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) como uno de esos centros de voluntad civil, democrática y de creación permanente con las que actualmente cuenta el país.
“El país debe crecer con los mejores y emulando la voluntad de creación que se dio en Chávez con la constitución, por ejemplo, de nuevas universidades”, exhorta Guzmán, y recuerda que el Comandante identificó que el problema debía encararse desde las bases y que era necesario que el pueblo volteara su mirada hacia el país.
Recordó que “fuimos masacrados culturalmente, teníamos vergüenza étnica y nos encontramos con un país que fue saqueado miles de veces por el Fondo Monetario Internacional, un país que no tenía derechos humanos”.
Con Chávez, los gobiernos se sacudieron de mil maneras, indicó Guzmán. Ahora, agrega se pretende que “a través de la voluntad democrática permanezcamos en el poder”. Pero aclara que ello ha ser resultado de que “las masas estén convencidas de que deben otorgarle otra oportunidad a la construcción de una sociedad que busca el socialismo, fortalecer la familia y las leyes”.
LA TAREA DE LAS Y LOS SOCIALISTAS
El espíritu tiene que moverse y eso significa filosofar a martillazos, afirma Guzmán y enfatiza que esto implica desconocer las creencias ordinarias: “Hay que sacudir la moral que es envenenamiento, tal cual como está planteada en el mundo burgués”.El filósofo manifestó estar persuadido de que la tarea de las y los socialistas es justamente la dialéctica del reconocimiento: “En democracia hay que reconocer al otro, reconocer a las minorías, respetarlas, pero tenemos que denunciar toda acción de golpe que se avecine contra el país”.
Compartió la necesidad que existe en el país de sanear a las instituciones de la corrupción, pero además cree que “hay que convertir al parlamento en una institución prodigio que represente a una nación que está fecundando una nueva manera de ser”.
Guzmán hace hincapié en que “no es a través de un baño de sangre, como pretende la oposición golpista, que se construye un país”.
Aseveró que esto se logra es con nuevas teclas y “rompiendo con el hombre camello y también con el león, porque es solo una pasión de fuerza y nada más. Es creyendo que estamos ante la facultad de la miel de las abejas”.
Quienes creen en el socialismo, expresa Guzmán, no pueden creer que la muerte les separa de sus compromisos: “La muerte me separa de la vida solamente”. Dicho esto, reiteró que la vida es la creación y la tarea fundamental es hacer patria.
“CHÁVEZ NUNCA TUVO LA VOLUNTAD DE UN GOLPISTA”
Nelson Guzmán sostiene que el golpismo nunca formó parte de la voluntad de Hugo Chávez, por el contrario, el 4 de febrero de 1992 “fue un proceso de desobediencia social y de desconocimiento de unas instituciones que no le garantizaban la dignidad al pueblo venezolano”.No obstante, señala Guzmán, a las lógicas del capitalismo no le interesaba tal situación y es por más adelante Chávez demuestra que es un demócrata, no solo por ir a un proceso electoral, sino también en aquel inolvidable juramento ante la moribunda Constitución de 1961.
“Allí empieza la liquidación de una constitución que dejaba muchos vacíos y excluidos”, afirmó