Gustavo Dudamel desplazó a la popular Maddona al superarla en la venta
de discos en Suecia, según noticia que acabo de leer en Aporrea. Esto debe ser
un hecho inédito en la historia de la discografía mundial. Un director de
orquesta de música clásica superando en ventas a una cantante y Reina del Pop, y
casi un símbolo de nuestra época entre la gente joven es algo sin precedentes y
que coloca a Dudamel, una vez más, en la cumbre, para escozor de aquellos que por envidia o motivos políticos han atacado al joven y genial
director, al Sistema Nacional de Orquestas y al maestro José Antonio
Abreu.
En una ocasión leí, en el mismo diario digital, una crítica muy dañina
contra J.A.Abreu y Dudamel. Molesto, le escribí al autor y creo que le dije que
la envidia es libre, entre otras cosas. El me respondió irónicamente,
descalificándome por criticarlo diciéndome que él había ganado premios como músico y
director y yo debía ser un profano en la materia. Cuando indagué sobre el músico
en cuestión, comprobé que me decía la verdad sobre su carrera. Entonces recordé
un refrán que dice: " No hay peor cuña que la del mismo palo", pero no le
respondí para no entrar en polémica, ya que él mismo, estaba comprobando en su
respuesta, que yo tuve razón, mientras a él lo estaba consumiendo uno de los
siete pecados capitales: la envidia.
Dudamel es un triunfador en el mundo entero, sin lugar a dudas, habiendo
creado un estilo innovador dentro de la música culta, sacándola de ese
academismo y esa formalidad que alejaba a los jóvenes de los teatros, aún
tratándose de un Toscanini u otro director de fama mundial.
A quién se había ocurrido, interpretar un mambo, poner a los músicos a
bailar y cantar, con una orquesta sinfónica de 140 jóvenes, casi adolescentes,
sin profanar la música de los
grandes maestros. Y es que Dudamel, es capaz de dirigir en las grandes salas de
concierto de los 5 continentes, poner de pié a la audiencia y ser aplaudido y
aclamado por 20 minutos o más. Un joven que igual puede dirigir con igual
maestría la quinta o novena sinfonía de Beethoven , como La Consagración de la
Primavera de Stravinski, Los Maestros Cantores de Wagner, un mambo de Pérez Prado o el Alma
Llanera de Pedro Elías Gutierrez.
Yo, por mi parte, siento, como deben sentir muchos venezolanos, alegría
y orgullo por un compatriota que está poniendo muy en alto el tricolor
venezolano en tierras lejanas que saben apreciar el talento cuando es
auténtico.
Felicito también a Maestro Abreu, por su extraordinaria obra en favor de
millares de niños y adolescentes, obra esta, que por su importancia, está siendo
imitada por otros países de gran cultura musical.
Por: Guillermo Sáez
Alvarez, abril de 2012.