La farándula está pasando de moda. Ahora
triunfan en la TV las series de narcos; una abogada de narcotraficantes
es la opinóloga estrella. Es fácil entenderlo, ya que como el Ministro
Hinzpeter informa, nuestro país es el mayor consumidor de drogas de
América Latina1, destacándose porque dicho consumo ha aumentado en la población escolar.
Y la demanda necesita su oferta, pero como Chile no produce cocaína, pasta base, ni marihuana prensada2,
dicha oferta viene de la importación ilegal, lo que está siendo
denunciado por gobernantes regionales y autoridades de nuestro Gobierno.3
La mayor parte ingresa
por el norte de Chile, aunque el Intendente de la Araucanía informa que
hay cuatro pasos fronterizos en su región donde también entra droga.
Casi mil kilómetros de frontera con Perú y Bolivia, traen la coca y más
de 400 kilómetros con Argentina, la marihuana prensada4. No sólo por tierra, también por mar, ya que además de los puertos controlados por la Armada5,
hay otros 26 lugares donde es posible recalar botes y embarcaciones
para ingresar o extraer mercadería, sin ningún control, ni siquiera de
radar.
Hay 140 pasos no
habilitados en Arica y Parinacota. Un primer tramo de 56 kilómetros, de
26 a 2.100 metros sobre el nivel del mar, doce sectores costeros
inhabilitados, también útiles para el narcotráfico. El tren Arica-Tacna,
según el tratado de 1929 solo puede ser controlado en Arica, lo que
ocasiona que mucha droga sea arrojada hasta 25 kilómetros antes de
llegar a la estación, dos veces al día.
En un segundo tramo, de
111,4 Km en el sector precordillerano, en los hitos 27 a 80, está el
paso Laguna Blanca frente a Alto Perú, centro de acopio de droga, donde
carreteras pavimentadas facilitan el tráfico hacia los poblados de Puno y
Ayacucho. Otro paso es Ancomarca en Perú, pueblo donde se acopia droga,
con rutas ilegales para el narcotráfico, el contrabando de mercadería y
el paso de vehículos robados. Finalmente, en un tramo de 168
kilómetros, con una altura de 3.800 metros sobre el nivel del mar, cada
15 días hay una feria internacional donde hay intercambio de contrabando
y drogas.
La región de Antofagasta
cuenta con 365 kilómetros de frontera con Bolivia y tres pasos
habilitados: uno vehicular, el complejo Colchane, dos peatonales, Ujina y
Cancosa y 389 kilómetros con Argentina. Vías naturales de Paraguay y
Brasil, llegan a Bolivia, principalmente de Paraguay, otro productor de
la marihuana prensada. Por tanto, hay casi un total de 1.350 kilómetros
de fronteras con tres países exportadores.6
Internacionalmente ya se
reconoce el papel que está jugando Chile en este comercio. Entre 2009 y
2011, en puertos de África, Asia y Europa se incautó más de siete
toneladas de droga provenientes de puertos chilenos, principalmente de
Arica, lo que demuestra además, que Chile no consume o decomisa toda la
droga ingresada. Expertos concluyen que un país como Chile sólo puede
decomisar el 25% de la droga que importa. El 75% se divide en consumo
interno y exportación.7
Las autoridades aceptan dicha conclusión y afirman que incautan un
promedio de 20 toneladas al año. Por ende, basándonos en los porcentajes
de los expertos mencionados, deberían ingresar alrededor de 80
toneladas, que se trasladan dentro de Chile para que 60 sean exportadas,
si no quedara nada para el consumo interno, lo que sabemos no es así.8
De las 20 toneladas
incautadas también hay parte que se consume internamente, porque todo no
es incinerado, por falta de equipos, personal, o corrupción y, ha
habido serias denuncias de droga desaparecida en locales de decomiso. En
2012, el Ministerio del Interior descubrió una alianza entre
microtraficantes y funcionarios, dedicados a la destrucción de droga en
la capital9.
Meses atrás desapareció una tonelada de coca destinada a incineración.
Ello se filtró en las noticias, pero pese a la vocación reiterativa de
nuestros noticieros, nunca se conocieron detalles del hecho y la nota
pasó desapercibida.
Últimamente no estamos
buenos para cuantificar, pero no hay que ser un gran economista para
imaginar que estas actividades llevan consigo enormes impactos
económicos, en todas sus fases. Desde el gran importador, que debe lavar
dinero para moverse en efectivo y funcionar normalmente con la banca,
hasta el microtraficante de la población popular que debe justificar sus
ingresos frente a familia, vecinos, Ficha de Protección Social y un
eventual censador. Definirse como un feriante de ropa usada y sumarse a
una feria existente, es una buena alternativa y se puede observar cómo
han aumentado estos puestecitos con ventas de artículos inverosímiles,
donde rara vez se vende algo.
El contexto que requiere
la actividad, es la más plena libertad económica y una débil, ojalá
inexistente, injerencia de control o fiscalización estatal. Ello ha
caracterizado a la economía chilena en el último cuarto de siglo y
enorgullece a nuestros dirigentes. En un plano más concreto, la
actividad mueve otras complementarias, como la importación y producción
de armas, la prostitución, la farándula y la trata de personas, ya que
donde se puede importar y exportar toneladas de drogas también se puede
hacer lo mismo con otras mercancías, incluso con niños y órganos.
Lo extraño es que
habiendo consenso entre nuestros líderes del auge de esta actividad, se
carezca por completo de un análisis sobre su impacto económico. Se ve a
los chilenos contentos con su capacidad de gasto. Casi se podría decir
que nuestro carácter ha cambiado y no hay espectáculo o diversión que no
se replete, independientemente de su precio. Pero nada de eso se
analiza.
El Gobierno se
enorgullece del empleo y el crecimiento, vengan de donde vengan. Sabemos
que hace años tenemos altos precios del cobre, que exportamos una buena
cantidad de productos del agro y algunos de la agroindustria. También
que la construcción está en auge, actividad creadora de empleo, pero
también signada en el mundo como la gran encubridora de lavado de
dinero. Se han formado gran cantidad de PYME, pero ignoramos si son la
causa del pleno empleo y el gasto desorbitado de las grandes mayorías.
El sobreendeudamiento aterrador tampoco alcanza a justificar el gasto,
especialmente el relativo a la industria del entretenimiento. Y es en
esta industria donde debemos centrar nuestros análisis.
El hecho de hablar de la
existencia del narcotráfico e ignorar su efecto en la economía y en
industrias aledañas, casi puede parecer complicidad. Es claro que se
oculta algo evidente, que no sólo tiene enormes impactos económicos,
sino efectos insospechados y fundamentales en el futuro de las próximas
generaciones.
Por Patricia Santa Lucía
2 Aunque encontraron en el local una iglesia evangélica, un laboratorio de pasta base fabricada por colombianos residentes.
7
Expertos gubernamentales han informado, en la Cámara de Diputados en la
Comisión Investigadora Plan Frontera Norte, que, según estudios
internacionales, en un país con los débiles mecanismos de control y
fiscalización existentes en Chile, sólo se puede decomisar el 25 por
ciento de la droga que ingresa.