Escrito por Alan Woods
Por esto se ganó el odio de todas las
fuerzas de la vieja sociedad: los banqueros, los capitalistas, los
defensores de la desigualdad, la explotación y la opresión, los
imperialistas, la CIA y, por supuesto, la llamada prensa libre, que es
sólo el portavoz servil de estas fuerzas.
La campaña mediática de desprestigio en
contra de Chávez no tenía precedentes en la historia moderna. En
consecuencia, era difícil para la gente de otros países poder formar una
impresión veraz de él. Incluso socialistas y comunistas en Europa
occidental durante mucho tiempo se dejaron influenciar por este aluvión
de mentiras descaradas.
Lo que estas señoras y señores nunca
pudieron entender fue la intensa lealtad, amor y afecto que él inspiró
en las masas venezolanas, que lo adoraban. Esta era la otra cara de la
moneda del amargo odio de las clases poseedoras. En esencia, esta
polarización extrema de actitudes era un reflejo de la polarización de
clases en la sociedad concentrada en una sola persona.
A los ojos de las masas, Chávez
representaba la revolución, su propio despertar a la vida política, las
batallas libradas durante más de una década y que todavía están
librándose, la sensación de que por primera vez la gente trabajadora y
los pobres estaban a cargo de la situación. Él era el hombre que se
plantó ante el imperialismo y la oligarquía y trató de crear una
sociedad mejor, más justa y más igualitaria.
El Chávez que conocí era un hombre de
gran integridad personal y energía sin límites. Una vez, cuando me
pidieron reunirse con él a la 1 de la madrugada en el Palacio
Presidencial, le pregunté a qué hora terminaba su jornada laboral y me
respondió "a las 3 de la mañana". Y dije: ¿Y después se va a dormir?" Me
respondió con una amplia sonrisa: "No, luego me pongo a leer".
De hecho, era un lector voraz. Tengo una
fuerte sospecha de que Chávez debe haber sido el único estadista en el
mundo que leía libros. (Uno apenas puede imaginarse a George W Bush
leyendo incluso un cómic). Una vez me dijo: "Me encantan los libros,
todos los libros. Si son buenos libros me gustan aún más. Pero incluso
si son malos, me siguen gustando".
Por propia iniciativa del Presidente se imprimieron enormes ediciones de libros como Don Quijote y Les miserables,
que se distribuyeron a millones de personas de forma gratuita. No es de
extrañar que, bajo su presidencia, UNICEF declarara a Venezuela libre
de analfabetismo por primera vez en su historia.
Y tenía valentía. El mundo entero
recordará su discurso en las Naciones Unidas donde, hablando después de
George W Bush, dijo: "Ayer, señoras, señores, desde esta misma tribuna,
el señor Presidente de los Estados Unidos, a quien yo llamo ‘el Diablo’,
vino aquí hablando como dueño del mundo".
La "prensa libre", naturalmente, se
escandalizó por este discurso, que nadie más que Hugo Chávez se hubiera
atrevido a hacerlo. Pero alegró los corazones de millones de personas
que quieren ver a sus líderes hacer frente a Washington y sus
pretensiones imperialistas.
Hugo Chávez murió antes de completar la
gran tarea que se había impuesto a sí mismo: la realización de la
revolución socialista en Venezuela. Se realizaron reformas importantes
que mejoraron las condiciones de los pobres y les dieron esperanza para
el futuro. Pero toda la historia demuestra que es imposible hacer media
revolución. Al no destruir el poder económico de la oligarquía, la
Revolución ha quedado a la merced de una campaña sistemática de sabotaje
económico que crea las condiciones para una ofensiva
contrarrevolucionaria.
Chávez siempre tuvo una enorme confianza
en las masas. En repetidas ocasiones atacó lo que llamó la burocracia
contrarrevolucionaria. En una ocasión el Presidente me invitó a unirme a
él en su coche que pasaba a lo largo de las calles llenas de seguidores
entusiastas. Señalándoles, me dijo: "Es hora de que esta gente tome el
control de la Revolución". En su último discurso publicado en el Consejo
de Ministros mostró su impaciencia por la lentitud del desarrollo de
las Comunas como órganos de poder popular.
Ahora depende de los obreros y
campesinos –la verdadera fuerza motriz de la Revolución Bolivariana–
llevar esta tarea a cabo hasta el final. No hacerlo sería una traición a
su legado. Lo que se necesita no son discursos sentimentales, sino
poner en práctica el programa socialista por el que Chávez siempre
abogó: la abolición del capitalismo a través de la expropiación de los
banqueros, terratenientes y capitalistas. Ese es el auténtico legado de
Hugo Chávez. Eso es por lo que hay que luchar para llevarlo a cabo.
Hugo Chávez, el hombre, ya no está con
nosotros, pero sus ideas siguen viviendo. Nosotros nos comprometemos a
hacer todo lo que esté a nuestro alcance para intensificar la lucha por
el socialismo en Venezuela y en todo el mundo. Ese es el único camino a
seguir; la única manera de honrar la memoria de Hugo Chávez.
Londres, 5 de marzo de 2015