Cervantes

Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.

MIGUEL DE CERVANTES
Don Quijote de la Mancha.

12 de julio de 2015

Merkel y Schäuble deciden humillar a Grecia y derrocar a Tsipras

Un Eurogrupo dividido rechaza la propuesta griega y deja en manos de la canciller la continuidad del euro a 19 y la supervivencia de la UE

<p>Merkel, Tsipras y Shäuble.</p>
Merkel, Tsipras y Shäuble.
Luis Grañena
Atenas | 12 de Julio de 2015
El referéndum del 5 de julio modificó repentinamente el mapa político europeo. En clave interna, Alexis Tsipras consiguió apaciguar las voces más críticas de Syriza. Los sectores de su coalición, que hasta entonces le acusaban de ser demasiado tibio con los acreedores, aceptaron que el Gobierno heleno estaba haciendo “todo lo posible”. En vez de culpar al primer ministro heleno, asumieron su tesis: cualquier acuerdo sería fruto de una relación de fuerzas en Europa completamente desfavorable para Grecia.
A diferencia de lo que sucedía antes del plebiscito, los acreedores aceptaron que la deuda externa griega es insostenible. Así, el FMI fijó en un 30% la quita para la sostenibilidad, mientras el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, reconocía por primera vez la necesidad de negociar la misma.
Cuando Tsipras hizo pública su nueva propuesta, los principales medios de comunicación europeos sentenciaron unánimes: “Tsipras se ha rendido”. Una vez más. “Bajada de pantalones de Syriza”. Como en febrero. “Tsipras cede”. Como tres días antes del referéndum.
Syriza reconoció que algunas de las medidas contenidas en la propuesta eran contrarias a su programa. Sin embargo, incidió en tres aspectos que pasaron casi inadvertidos para los grandes medios, entusiasmados con la posibilidad de vender la vigésima rendición de Tsipras.
El primero, que las medidas de austeridad contenidas en el borrador no eran para siete meses, como pretendía la propuesta de Jean-Claude Juncker previa al plebiscito, sino para tres años. El segundo, que la propuesta consistía fundamentalmente en una reforma fiscal que trasladaba el peso del sacrificio de las rentas bajas a los más pudientes. Y el tercero, que se trataba de una propuesta netamente europea que reconocía al FMI un papel de mero consultor.
A diferencia de los medios, el bloque formado por Alemania, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Holanda sí entendió que un acuerdo así sería una victoria de Tsipras. El referéndum estaba demasiado cercano como para obviar que una reestructuración sería fruto del mismo.
En esta situación se llegó a la reunión del Eurogrupo que ha tenido lugar este fin de semana, 11 y 12 de julio, en Bruselas. Las posiciones de todas las partes se han endurecido. Hasta el punto de que, por primera vez, los ministros de Finanzas de la Eurozona han citado la posibilidad de que Grecia sea expulsada “temporalmente” de la moneda común si no hay acuerdo.
El Eurogrupo considera “insuficientes” las reformas planteadas por el ejecutivo heleno y ha propuesto las siguientes medidas adicionales al Gobierno griego que, además, deberían ser presentadas con un “calendario claro”:
1- Cumplir plenamente con la meta de superávit primario de un 3,5 por ciento del PIB en 2018, según un calendario anual acordado con las instituciones.
2- Llevar a cabo una “reforma ambiciosa de las pensiones”, así como políticas específicas para dejar totalmente sin efecto la sentencia del Tribunal Constitucional griego sobre la reforma de las pensiones de 2012.
3- Adoptar reformas “más ambiciosas” de liberalización del comercio, entre las que se citan los periodos de rebajas, los productos farmacéuticos, la concesión de farmacias, la leche y las panaderías.
4- La privatización del operador de la red eléctrica (ADMIE).
5- Acometer una reforma laboral que incluya “exámenes rigurosos” de la negociación colectiva, el derecho de huelga y facilite los despidos colectivos “de acuerdo con el calendario y el enfoque sugerido por las instituciones”. El borrador advierte de que “cualquier cambio” debe “evitar el retorno a la configuración anterior”. En la práctica, significa evitar la restauración de la negociación colectiva, uno de los puntos centrales del programa con el que Syriza ganó las elecciones.
6- Facilitar la aplicación de las disposiciones del Tratado de Estabilidad en relación a la política fiscal.
7- Adoptar las “medidas necesarias para fortalecer el sector financiero”.
8- Desarrollar un programa de privatizaciones “de escala significativamente mayor” que el propuesto para el que propone crear “un grupo de trabajo con las instituciones pertinentes” que se encargará de llevarlo a cabo.
9- Derogar la legislación aprobada durante 2015 “que no se haya acordado con las instituciones”. Traducido, significa derogar el plan humanitario del Gobierno para paliar los efectos de la crisis.
10- Aplicar los aspectos pendientes de los rescates anteriores.
Los ministros de Finanzas que forman el Eurogrupo saben bien que dichas propuestas son inasumibles para Tsipras. Fuentes del Gobierno heleno han manifestado a CTXT que “no pueden” adoptar dichas medidas. “Si aprobamos esto, cae el gobierno”.
Los ministros de finanzas que forman el Eurogrupo saben bien que dichas propuestas son inasumibles para Tsipras. Fuentes del Gobierno heleno han manifestado a CTXT que “no pueden” adoptar dichas medidas. “Si aprobamos esto, cae el gobierno”.
Cada vez parece más obvio que ése es, precisamente, el objetivo del sector más duro de los socios europeos, encabezado por la canciller alemana, Angela Merkel. “No les basta con una derrota política de Syriza, quieren directamente la cabeza de Tsipras”, dice un alto cargo del gobierno que ha participado en las negociaciones en Bruselas. “Esta dinámica se ha repetido desde enero. Cada vez que estábamos dispuestos a tragar, nos pedían más y más y más. Ellos nunca han querido llegar realmente a la firma de ningún acuerdo”.
Bloqueo inédito
Nunca en la historia de la UE se había vivido un bloqueo político tan importante. Yanis Varoufakis, que desde que dimitió el 6 de julio parece más locuaz que nunca, publicó el 11 de julio en The Guardian un durísimo artículo contra el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble. En él, le acusa de querer “expulsar a Grecia de la moneda única" para atemorizar al Gobierno francés y obligarle a aceptar “su modelo de Eurozona disciplinada".
Hasta ahora, tanto Syriza como el Gobierno griego habían manifestado en múltiples ocasiones su temor a que el acuerdo fuera bloqueado para humillar políticamente a Syriza y prevenir así el ascenso electoral de Podemos en España y del Sinn Fein en Irlanda. Varoufakis fue más allá. Acusó al Gobierno alemán de estar utilizando a Grecia para afianzar su liderazgo europeo en detrimento de un impotente François Hollande, que en las últimas horas se ha limitado a hacer declaraciones europeístas genéricas sin ninguna consecuencia política.
Hace unos días, el economista y diputado regional de Podemos Isidro López ya apuntaba en CTXT que una de las cuestiones cruciales era definir el peso de la cancillería germana en los equilibrios geoestratégicos internacionales. “A Estados Unidos le vendría bien el debilitamiento político de Alemania", declaraba López para explicar por qué el FMI y el propio Obama se habían mostrado mucho más partidarios del acuerdo.
En el citado artículo, Varoufakis también reveló que, en su primera semana como ministro, el todavía presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, le advirtió de que la aceptación de medidas de austeridad era condición sine qua non para reestructurar la deuda. Ya entonces, según el exministro de Finanzas griego, el presidente del Eurogrupo amenazó con una situación de “asfixia monetaria” y la quiebra de los bancos.
"Asfixia provocada por el BCE"
“Las negociaciones se han producido en una situación de asfixia monetaria provocada intencionadamente por el Banco Central Europeo”, escribía el ahora diputado raso de Syriza. "Si no nos rendíamos, nos veríamos obligados a imponer controles de capital, cajeros automáticos y bancos cerrados y, por último, el Grexit".
La estrategia del Alemania, secundada por Finlandia --cuyo gobierno vetó el 11 de julio cualquier nuevo acuerdo-- y los países bálticos, pone en peligro la supervivencia de la propia Unión Europea. Aceptar la posibilidad de expulsar a Grecia de la zona euro, algo que no contemplan los tratados de la Unión, significa transformar radicalmente la estructura institucional europea. 
Paradójicamente, el Gobierno griego, que ha sido acusado reiteradamente de querer salir de la moneda común, es el único de Los Veintiocho que está proponiendo políticas europeístas en estos cruciales momentos en los que se juega el futuro de la Unión. El único que antepone una visión política y de largo plazo a los dictados de las finanzas.
“Si lo que pretenden los socios es que Tsipras no pueda firmar un acuerdo, el que sea, eso tiene un nombre: golpe de Estado”, había dicho la semana anterior Giorgos Vasiliadis, secretario de Estado griego, en declaraciones a CTXT. 

El documento filtrado, con la cláusula final relativa a la salida de Grecia del euro. / @IdafeMartin
El 12 de julio, a última hora de la tarde, fuentes del Eurogrupo dijeron que Grecia había aceptado las condiciones impuestas por Alemania en una reunión de Tsipras con Merkel, Hollande y Donald Tusk, presidente del Consejo, y que estaba dispuesta a firmar un acuerdo "de su propiedad" --es decir, como si hubiera sido propuesto por el Gobierno griego--, que recogería todas las imposiciones de los acreedores.
La primera versión del documento (ver foto) recoge que, en caso de no aceptar, Grecia y la UE iniciarían "rápidas negociaciones para un periodo de exclusión de la zona euro, con una posible reestructuración de la deuda". Fuentes de la delegación griega replicaron poco después que estaban tratando de mejorar esa oferta. Las medidas exigidas a Grecia convertirían al país heleno en una especie de protectorado sin soberanía real.
Mientras tanto, en Atenas, las colas en los cajeros de los bancos cerrados ya ni siquiera son noticia, y la población griega se dispone a afrontar el periodo vacacional sin saber si deberá pagar el ferry para ir a las islas en euros o en dracmas.

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