El árbol manzanillo (Hippomane mancinella) es conocido también como “manzana de playa” o “guayaba venenosa”. El Instituto de Alimentos y Ciencias Agrícolas de Florida, ha indicado que “la interacción o la ingestión de cualquier parte de este árbol puede ser letal”.
Tocar el tronco ocasiona graves quemaduras, comer los frutos conlleva una intoxicación mortal e incluso quemar su madera produce un humo tóxico. En caso de lluvia, tampoco es conveniente resguardarse bajo el árbol, ya que el agua que se escurre por las hojas se convierte en una lluvia ácida como si cayera ácido clorhídrico.
El árbol produce una espesa savia lechosa, que rezuma de todo que puede causar ampollas graves, quemado al primer contacto con la piel. La savia contiene una gama de toxinas, pero se cree que las reacciones más graves provienen del forbol, un compuesto orgánico que pertenece a la familia de los ésteres diterpeno.
La mayoría de las muertes se han producido cuando los incautos turistas que visitan las playas caribeñas han comido la sabrosa manzana que da como frutos y que se pueden encontrar desperdigadas por la arena.
Este árbol ha sido utilizado por los habitantes del Caribe durante siglos para sacar veneno para sus flechas y fue descubierto por los exploradores españoles cuando llegaron a las playas del Nuevo Mundo, donde como buenos turistas también comieron las frutas, atractivas, aromáticas, tentadoras y semejantes a manzanas silvestres, con resultados desastrosos.
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