Posted: 04 Jul 2017 06:08 AM PDT
El
ataque terrorista aéreo utilizando un helicóptero robado en el
aeropuerto de la Carlota este 27 de junio, contra el Ministerio del
Interior, de Justicia y de Paz y la Corte Suprema de Justicia,
disparando y arrojando además granadas de origen colombiano y
procedencia israelí, evidencia la desesperada carrera de Washington,
ante la imposibilidad de derrocar al presidente Nicolás Maduro y
terminar con la revolución bolivariana.
Esta
acción puede verse como un salto cualitativo que evidencia el fracaso
de las “guarimbas” violentas que han dejado muerte y destrucción, sin
logar su objetivo, actuando desde hace más de tres meses sin tregua.
EL
helicóptero secuestrado del Cuerpo de Investigaciones Científicas,
Penales y Criminalísticas (Cicpc) estaba en la base aérea militar
Francisco de Miranda (La Carlota, Caracas), que también ha sido objetivo
de reiterados ataques opositores en los últimos meses, como se han
montado provocaciones ante otros cuarteles.
El
autor de estos hechos identificado como Oscar Alberto Pérez, usó su
condición de inspector adscrito a la División de Transporte Aéreo del
(Cicpc,) para secuestrar el helicóptero. Pérez se declaró en un video
como “un guerrero de Dios” rodeado de un grupo armado hasta los dientes.
Su
acción terrorista que pudo haber dejado decenas de víctimas, aparece
para algunos analistas como un “ensayo” del enemigo, o como un avance en
la guerra por “goteo”, como la ha llamado el presidente Maduro. También
puede pensarse que intenta quebrar la confianza en las Fuerzas Armadas
patriotas.
Hay
que ser extremadamente cuidadosos para hablar de Venezuela en esta
situación, porque algunos “consejeros” se aventuran a proponer a Maduro
peligrosas “soluciones” como si en realidad supieran contra lo que se
enfrenta cada día el gobierno venezolano.
Hasta
ahora – como lo ha dicho el canciller Samuel Moncada – ninguna de
aquellas naciones que dicen luchar contra el terrorismo ha enviado un
mensaje a Venezuela. Como no lo hicieron cuando la escena de un joven,
golpeado brutalmente y rociado con gasolina por los opositores que
recorrió el mundo. Y otros casos similares, asesinatos brutales, como
sucede en Siria.
Esto
es terrorismo, como también lo son las supuestas manifestaciones
pacíficas, que en ningún momento han sido “pacificas”-valga la
redundancia- en la que los “manifestantes” antigubernamentales, no sólo
declaran que están actuando para derrocar al gobierno elegido
democráticamente, es decir que son en realidad protagonistas de un
intento de golpe, sino que utilizan a mercenarios y paramilitares
colombianos para activar la violencia.
En
realidad el mando de estos grupos se encuentra en las tropas
“especiales” de Estados Unidos estacionadas en las bases norteamericanas
en territorio colombiano; en las famosas Fundaciones de la CIA y sus
Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), que no sólo reparten dinero
entre la oposición venezolana, sino también todo lo que se utiliza como
los cascos, las máscaras antigases, las armas supuestamente caseras, que
usan los también supuestos pacíficos manifestantes.
Imaginemos
una de estas manifestaciones “pacíficas” con sus grupos de choque
avanzando hacia la Casa Blanca o contra el palacio de gobierno de
España, o en México, Colombia, Argentina y otros. ¿Los van a dejar
llegar a sus objetivos para tirar bombas incendiaras contra las casas
gubernamentales, edificios públicos, centros de salud y otras
instituciones civiles?
Y
vamos más lejos aún: las decenas de muertos que esta violencia
opositora ha provocado son atribuidos al gobierno de Maduro cuando en
realidad existe una cantidad de policías y guardias nacionales
asesinados y la mayoría de las víctimas no son precisamente opositores.
La
brutal acción de los medios masivos de comunicación venezolanos es
parte indispensable de esta guerra contrainsurgente que se escenifica en
Venezuela. Sus mentiras y las que difunden los medios del poder
hegemónico a nivel mundial son tan criminales como las armas usadas por
los grupos de choque que han provocado centenares de acciones
terroristas.
Desde
la sede central del verdadero terrorismo internacional,Washington,
hablan además de “la falta de libertad de expresión” cuando los medios
del poder económico venezolano han sido claves y siguen siéndolo,
actuando como equipos de guerra, y están detrás de toda la violencia
aplicada en Venezuela.
La
imagen de edificios destruidos, los robos millonarios de alimentos,
medicamentos y gasolina llevados a Colombia para desabastecer al pueblo
venezolano y acusar al gobierno de “fracaso económico” y desgastar a la
población, los atentados terroristas en todo el país contra tendidos
eléctricos, refinerías, y otros lugares; universidades destruidas, así
como instituciones estatales, han recrudecidos desde el intento de golpe
llamado “La Salida” de comienzos de 2014, cuyo cabecilla Leopoldo
López, anunció entonces que no se iban de las calles hasta derrocar a
Maduro y ahora es considerado por EE.UU y sus asociados como un “preso
político”.
López
es responsable de casi medio centenar de muertos y miles de heridos. A
esto se agrega lo sucedido en los últimos meses, como se describe en el
párrafo anterior para entender la absoluta falsedad e hipocresía de
llamar “marchas pacíficas” a este accionar que hemos visto tan claro en
lo actuado en Ucrania, en Siria, en Libia creando las condiciones para
la constante escalada de violencia en las calles, sembrando muertes,
destrucción caos y daños económicos, para justificar lo injustificable:
la invasión de esos países.
En
medio de todo esto y la tragedia de Medio Oriente el gobierno de Maduro
ha resistido a la más brutal guerra económica y mediática. En medio de
la resistencia el presidente y su equipo lograron mediante acuerdos con
otros miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo
(OPEP) una evolución de los precios del mismo que le permitió un mayor
equilibrio en medio del ataque contrainsurgente del imperio. El precio
del barril que había bajado a unos 19 dólares en enero de 2016 –por
acción del poder hegemónico- subió a unos 50 dólares en mayo de 2017.
Esto permitió que aumentara la producción de alimentos y de otros
productos necesarios para la población.
Por
supuesto los medios ocultaron estos logros en medio de la guerra en
diversos frentes y el cambio ayudó en este período en que vimos las
marchas organizadas en defensa del gobierno venezolano que fueron las
más importantes y multitudinarias de los últimos años, pero ocultadas
por el poder mediático y dictatorial a nivel mundial.
De
la misma manera funcionan las exigencias de Washington y sus aliados o
del secretario general de la OEA, Luis Almagro, pidiéndole al gobierno
venezolano que termine con “la represión” que en realidad se limita al
ejercicio de la defensa como un derecho legítimo. Mienten descaradamente
al mundo sobre las llamadas “manifestaciones pacíficas” y “las graves
violaciones a los derechos humanos”, discursos escuchados una y otras
vez, cuando quieren destituir a gobiernos populares. Hay que destacar
que cuando alguna víctima es responsabilidad de algún agente
gubernamental este es de inmediato separado, y que se investiga caso por
caso, en función de la verdad y la justicia.
Maduro
se ha convertido en un “dictador feroz”, en el esquema de guerra como
Bashar Al Assad en Siria. ¿Será por eso que millones de venezolanos y
sirios siguen defendiendo a su patria, a su gobierno y a sus fuerzas
armadas patrióticas?. Las “guarimbas” son el primer paso de un camino
abierto hacia lo que podría ser una intervención armada en nombre de la
“democracia” y del “humanitarismo”, como si una invasión no fuera la más
temible violación de todos los derechos humanos y de los pueblos.
Recientemente
el gobierno de Maduro denunció con pruebas el financiamiento y apoyo
logístico estadounidense a los grupos violentos en Venezuela que han
facilitado una insurgencia armada, a la que responde con ls aplicación
de las leyes de la República en el marco del Estado de derecho
venezolano, como sostuvo el mandatario.
“El
sistema de poder estadunidense se vale de pronunciamientos frecuentes y
reiterados, sanciones unilaterales extraterritoriales, financiamiento
económico de organizaciones en Venezuela con fines terroristas, bloqueo
financiero, amenazas de intervención militar, entre otros, para
enmascarar un abierto proceso de intervención marcado por el
injerencismo grosero y la violación del Derecho Internacional”, sostiene
un comunicado del Ministerio del Poder Popular para Relaciones
Exteriores..
Este
golpe continúo permanece casi sin treguas desde el 14 de abril de 2013,
cuando el dirigente de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) Henrique
Capriles Radonssky llamó a desconocer el triunfo de Maduro y grupos
motorizados salieron a ejercer violencia, asesinado a más de una docena
de personas y quemando o intentando hacerlo a centros de salud y otros
edificios.
La
oposición venezolana actúa dentro del esquema de una guerra
contrainsurgente de Baja Intensidad y de Cuarta Generación, ajustándose a
todos sus diseños como hemos demostrado en otros artículos. Es un plan
estadounidense como fue la siembra de dictaduras militares en América
Latina y especialmente en el Cono Sur en los años 70-80, dejando miles
de muertos y desaparecidos Entonces se trataba de la Doctrina de
Seguridad Nacional de Estados Unidos en el esquema de la Guerra fría que
enfrentaba a ese país con la Unión Soviética.
Hoy
son otros los diseños para reapropiarse colonialmente de toda América
Latina y de un país clave como Venezuela, con sus enormes reservas
petroleras y otras grandes riquezas, que durante años fueron manejadas
por el poder oligárquico, dejando en la pobreza al 80 por ciento de la
población. Ese 80 por ciento que el presidente Hugo Chávez Frías
(1999-2013)rescató de las catacumbas de la miseria y la ignorancia.
Fue
Nicolás Maduro, el hombre elegido como su sucesor por el presidente
Chávez antes de su muerte el 5 de marzo de 2013, cuando el imperio pensó
que había llegado el momento de “tomarse” Venezuela. Nunca imaginaron
los hombres de Washington que iba a ser tan difícil derrocar a Maduro.
Ni
siquiera ha podido la inmadurez, en unos casos, y la traición en otras,
de sectores de una supuesta izquierda que hace tiempo dejó de serla,
que terminan ayudando al imperio en su tarea de destruir los gobiernos
progresistas o que intentaron e intentan llegar a la independencia
definitiva. Maduro junto a su pueblo no cede, porque ceder es entregar
la patria, mientras continúa con sus obras. La unidad cívico militar en
favor del pueblo venezolano, es un ejemplo definitivamente “peligroso”
como modelo regional, para el imperio decadente que se desenmascara cada
día más.
La
idea del gobierno ante el rechazo del diálogo, fue convocar a una
Constituyente que tanto había pedido la oposición, que la rechazó ,
porque no quiere el diálogo, ni la paz ni una salida democrática. En
medio de esa lucha desigual, donde muchos no han entendido lo que ha
significado resistir en estos últimos años como lo está haciendo el
gobierno y los sectores más patrióticos de las Fuerzas armadas han
surgido “chavistas” más chavistas que Chávez, y por supuesto algunos
“progresistas” de izquierdas radicales que no tienen ni la mínima idea
de lo que significa resistir a una guerra contrainsurgente dirigida por
Estados Unidos, en circunstancias en que hay cambios dolorosos en
nuestra región.
Debemos
aprender de Venezuela, de las creativas formas para desafiar la guerra ,
de saberse limitados para una defensa más profunda, que podría
rápidamente ser utilizada para una invasión, ya que el enemigo tiene
suficientes fuerzas y equipos en sus bases tanto en Colombia como en
Perú y otros lugares de Nuestra América.
Esta
es la hora de demostrar a ese país y a ese pueblo de enorme generosidad
que estamos dispuestos a defender sus derechos soberanos, sus políticas
de díalogo y paz, para seguir construyendo un proceso destinado a los
millones de venezolanos que pasaron siglos en la exclusión y el olvido,
mientras una minoría se quedaba con la mayoría de la renta petrolera y,
disfrutaba de un poder ilimitado.
Bajo
ninguna circunstancia vamos a dejar caer a Venezuela, en momentos en
que las amenazas retornan contra la heroica Cuba. Nuestros pueblos se
han empoderado de sus derechos en todos estos años de unidad, de rescate
de identidades, culturas, de justicia, de sueños que regresarán, porque
este es el siglo de Nuestra América, de nuestra independencia
definitiva y somos el continente de la esperanza, sin duda alguna.
Stella Calloni
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