Carlos E. Lippo
La
promoción de secesiones, esto es, de acciones mediante las cuales se
separa de una nación una parte de su pueblo y de su territorio, ha sido
desde siempre una eficaz herramienta del imperio utilizada para saciar
su desmedido afán de expansionismo territorial o con el propósito de
incrementar sus áreas de influencia a nivel planetario.
Un
ejemplo típico del primero de estos propósitos lo constituye la
separación de Méjico del estado de Tejas, que primero se declaró una
nación independiente para luego solicitar su incorporación a los Estados
Unidos en 1848, hecho que motivó una guerra entre ambos países al final
de la cual los gringos se anexaron no sólo el territorio de Tejas, sino
también los de Nuevo Méjico, Arizona, California, Nevada, Utah y parte
de Colorado. En total, por esta vía pasaron a ser territorios
estadounidenses alrededor de dos millones de kilómetros cuadrados, lo
que representa un poco más de la cuarta parte de su territorio
continental actual y más de dos veces la superficie de Venezuela.
Son
también ejemplos claros de promoción del secesionismo con fines
expansionistas del imperio norteamericano los casos de: las islas Hawai
que originalmente eran un reino independiente en el que después de
promover y apoyar con sus infantes de marina un golpe de estado para
decretar una supuesta república en 1898, comenzaron a “negociar”
unas condiciones de anexión a EEUU que desembocaron 61 años más tarde en
la constitución del estado 50° de la Unión; así como el de Puerto Rico,
que a su separación de España, también en 1898, se lo anexaron primero
como “territorio” y luego como “estado libre asociado”, hasta el momento presente.
Así
mismo, como ejemplos de secesiones promovidas por el imperio en Nuestra
América con el propósito fundamental de incrementar sus áreas de
influencia podríamos citar las siguientes: la separación de la provincia
de Cundinamarca de la Gran Colombia, conformada por los departamentos
de Cundinamarca, Venezuela y Quito en 1831, para constituir la actual
república de Colombia, dando al traste con el proyecto integracionista
del Libertador iniciado en 1819; y la separación del departamento de
Panamá de Colombia en 1903, con el propósito inicial de desplazar a los
franceses como constructores del canal interoceánico, para después de
construirlo, como efectivamente lo hicieron, imponer su administración a
perpetuidad.
Hasta
ahora hemos estado hablando de intentos cesionistas exitosos promovidos
por el imperio en Nuestra América, pero también es necesario mencionar
algunos intentos fallidos, ocurridos también durante el siglo XIX, tales
como: el intento de anexión de Nicaragua a través de cuyo territorio
hubiera podido construirse un canal interoceánico más ventajoso para el
comercio entre ambas costas de los Estados Unidos que el canal actual, a
partir de la invasión de un aventurero de nombre William Walker quien
después de invadir el país en 1855, lo tuvo bajo su control hasta 1857;
el intento de anexión de Cuba, a su separación de España en 1898, ante
cuyo fracaso debieron conformarse con “negociar” la propiedad a
perpetuidad de los terrenos sobre los cuales construyeron posteriormente
la ignominiosa base naval de bahía de Guantánamo.
Como
para no perder la costumbre, durante el siglo XX Estados Unidos
promovió y apoyó, sin lograr el éxito, movimientos secesionistas en
diversos países de la América Latina, algunos de los cuales persisten en
el presente, tales como: el intento de formar la república de Airrecú
(amistad en idioma Maleku), en la zona fronteriza entre Nicaragua y
Costa Rica, zona ideal para la construcción de un segundo canal
interoceánico; intentos independentistas en la región del Soconusco, al
sur del estado mejicano de Chiapas con Guatemala; e intentos
independentistas en la Amazonía y en las islas Malvinas, en estrategia
conjunta con la Gran Bretaña (1).
Así mismo, especial mención nos merecen varios intentos separatistas
auspiciados por las empresas petroleras norteamericanas en Venezuela,
con el propósito de desmembrarle el estado Zulia; de ellos revistió gran
importancia uno realizado en 1927, que sólo pudo ser neutralizado por
el gobierno central, en el marco de un acuerdo entre británicos y
norteamericanos para repartirse los yacimientos y mercados a nivel
mundial, con el otorgamiento de concesiones a compañías norteamericanas
en el lago de Maracaibo (2).
En
este siglo XXI, ante el surgimiento en la América Latina de gobiernos
progresistas no dispuestos a aceptar de manera sumisa sus designios, el
imperio, cuando no ha podido derrocarlos, ha optado por aupar
movimientos separatistas en países como: Ecuador (Manabí y Guayaquil),
Bolivia (Santa Cruz de la Sierra) y Venezuela, donde no se trataría ya
de separar solamente al estado Zulia, sino a un conjunto de estados
fronterizos o cercanos a la frontera con Colombia (Zulia, Táchira,
Mérida, Barinas y Apure), que conformarían la llamada “media luna venezolana”, según un proyecto secesionista denunciado por Chávez en mayo del año 2008 (3), que ha sido reivindicado, con algunas variantes, por algunos grupúsculos de la ultra derecha venezolana, como el denominado “Movimiento Autonomista de Derecha Liberal”,
que en febrero de 2014 convocó a un proceso secesionista de los estados
Táchira, Mérida, Lara, Carabobo, Nueva Esparta y Zulia (4), apoyándose en aquella oleada de acciones terroristas promovida por Leopoldo López, que denominaron “La Salida”
y más recientemente, en mayo de 2016, en medio de la larga euforia por
haber ganado las elecciones legislativas de 2015, llamó a la secesión de
los estados Anzoátegui, Táchira, Nueva Esparta, Zulia, Falcón, Barinas y
Trujillo (5), bajo esta absurda consigna: “El secesionismo es la salida para recuperar a Venezuela”.
Entrando
ya en materia debo decir que cualquier intento secesionista en
Venezuela tiene que tener como fundamento el estado Zulia, no sólo por
sus antecedentes separatistas que arrancan incluso desde el propio
momento de la declaración de nuestra independencia de España, sino por
el hecho de que cuenta con unas reservas de petróleo certificadas de
unos 26.000 millones de barriles, una cantidad superior a la suma de las
reservas probadas de Méjico, Colombia, Ecuador y Argentina, a las
cuales habría que añadir los 543.000 millones de barriles existentes en
el Golfo de Venezuela, aún por certificar, más unos 18.000 trillones de
pies cúbicos de gas (6); sin desestimar que además cuenta con reservas
de carbón de 1.100 TM en la Guajira, las mayores de Suramérica,
suficientes para 150 años de explotación, así como con importantes
reservas por determinar de otros minerales tales como oro, níquel y
uranio.
La adición al Zulia de los otros estados fronterizos con Colombia para conformar la “media luna venezolana”
descrita por Chávez en el 2008 obedece a un vetusto plan de la
oligarquía colombiana para el cual han logrado ganarse a los intereses
del imperio debido a la cuantía de las riquezas naturales que están en
juego. El objetivo de dicho plan que para Colombia siempre ha sido más
que una obsesión, una verdadera necesidad geopolítica, es poder disponer
de una salida al mar Caribe a través del lago de Maracaibo y por ende
poder establecer una conexión comercial directa con Europa y la costa
oriental de los Estados Unidos, para llevarles con facilidad sus
principales productos de exportación, entre ellos las llamadas drogas
heroicas de las cuales sigue siendo el mayor exportador mundial y
principal suplidor del imperio.
Las
continuadas acciones terroristas adelantadas por la contrarrevolución
venezolana durante los meses de abril, mayo, junio y julio del presente
año, habiendo sido extremadamente cruentas en los estados Zulia, Táchira
y Mérida, por haber sido ejecutadas con paramilitares de origen
colombiano y nacionales con formación en Colombia, junto a un grupo del
lumpen delincuencial nativo, formado en las vesánicas técnicas del
paramilitarismo colombiano, han debido encender una intensa alarma
naranja en el tablero de control de nuestra integridad territorial. Así
mismo, el triunfo obtenido por los candidatos de la contrarrevolución en
las recientes elecciones de gobernadores, en los estados Táchira,
Mérida y Zulia, tiene por fuerza que haber tornado a rojo esas mismas
alarmas, como de alguna forma lo refleja el hecho de que el Presidente
Maduro, tan pronto como reconoció los resultados electorales, lanzó la
siguiente advertencia a los gobernadores electos con los votos
opositores: "Aquel que se pase de la raya (cometiendo actos ilegales) le caerá todo el peso de la justicia. No aceptaré gobernadores “guarimberos" (6).
Si
el caso es que los secesionistas intentarán formar una república
independiente con el estado Zulia y otros estados fronterizos con
Colombia, obviamente bajo el protectorado del imperio; si pretenderán
colocarla bajo el protectorado de Colombia, que para estos efectos es
casi como si fuera el imperio; o si sumarán a esta pretendida república
algunos departamentos del oriente colombiano limítrofes con Venezuela,
son todos escenarios probables de esta secesión inducida. La decisión de
cuál de ellos se intentará aplicar es obviamente del gobierno imperial,
que desde hace muchísimo tiempo tutela a los gobiernos oligárquicos
colombianos y dirige y financia a la contrarrevolución en Venezuela.
Que
el actual gobierno colombiano estaría dispuesto a promover
decididamente cualquiera de estos escenarios secesionistas, tan pronto
se lo ordenase el amo imperial, es algo que no necesita demostración si
se toma en consideración la actitud abiertamente injerencista y de apoyo
a las acciones terroristas y políticas de la contrarrevolución
venezolana que ha venido exhibiendo Juan Manuel Santos, sin haber
mostrado la menor pudicia ni mucho menos la necesaria prudencia
diplomática que aconsejaría su alta investidura.
Es
por ello que, a juicio mío, el gobierno revolucionario debe comenzar a
tomar medidas extraordinarias urgentes tendientes a preservar la
integridad de nuestro territorio; no hacerlo desde ya, sería avalar por
omisión aquella nefasta sentencia del ultraconservador político
colombiano Laureano Gómez quien fuese presidente de la república entre
los años 1950-51, que al igual que en artículos anteriores paso a citar a
continuación: "Si un país se presenta en todo momento dispuesto a
ceder, listo a entregarse; si no tiene más tesis que la conciliación a
todo trance; si no tiene más palabras que la fraternidad, aun cuando
haya recibido los mayores agravios, ese país está destinado a
desaparecer a espaldas del derecho internacional” (7).
Sentencia que considero, como he dicho en ocasiones anteriores,
constituye una verdadera doctrina en materia de relaciones exteriores,
que nos ha sido aplicada por los sucesivos gobiernos burgueses de
Colombia, con independencia de la mayor o menor simpatía que hipócrita y
ladinamente hayan podido manifestarnos.
Estimo
igualmente que una primera medida a implantar debería ser la de un
cierre progresivo de los pasos fronterizos terrestres con Colombia con
el rápido despliegue de las operaciones militares asociadas, similar al
implantado exitosamente en agosto de 2015, sólo que comenzando en esta
oportunidad por el estado Zulia en el cual la negativa del gobernador
electo a aceptar la autoridad de la plenipotenciaria Asamblea Nacional
Constituyente, actitud que ha impedido su juramentación ante el Consejo
Legislativo Estadal y en consecuencia la toma efectiva de su cargo hasta
el momento de escribir estas notas, no puede augurar otra cosa que el
intento de las dirigencias de los partidos de ultraderecha que le
apoyan, de comenzar a promover nuevas acciones desestabilizadoras en esa
región. Siendo oportuno y necesario recordar que este tipo de medida es
la única que ha demostrado ser eficaz para controlar el contrabando de
extracción de bienes de todo tipo y hasta de papel moneda que se sigue
practicando en esa extensa frontera con el apoyo descarado del gobierno
colombiano, en detrimento de la economía de nuestro país.
Debo
terminar diciendo que esta nueva intentona secesionista en marcha bajo
los auspicios del imperio está condenada desde ya al más absoluto
fracaso en virtud de que al igual que las anteriores, no ha sido
producto de un sentimiento popular sino de una bastarda aspiración de
las oligarquías vendepatria y genocidas de la región, por lo que habría
de ser fácil presa de las fuerzas cívico-militares que sustentan esta
revolución.
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o muerte!
¡Venceremos!
(7) https://www.scribd.com/documen t/39864176/Los-Agravios-de- Colombia-a-Venezuela-Marco- Antonio-Angeli
Caracas, octubre 25 de 2017