La posibilidad de un regreso a un abierto conflicto militar en la región del Donbass constituye hoy un peligroso juego al que parecen apostar en Kiev y Washington para involucrar a Moscú.
En los últimos días se recrudecieron los ataques de las tropas ucranianas y las consiguientes respuestas de los rebeldes en las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk, en coincidencia con consultas ruso-estadounidenses sobre Ucrania.
Una cita en Belgrado entre el enviado especial norteamericano para Ucrania, Kurk Volter, y el consejero presidencial Vladimir Surkov, dejaron un resultado casi nulo y demostraron la creciente diferencia de posiciones de ambas partes en ese tema.
Surkov solo aceptó tres de 29 planteamientos que esbozó Volter en la capital serbia sobre cómo podría ser el formato de una misión de pacificación en la zona hullera del Donbass, donde se ubican Donetsk y Lugansk.
En septiembre pasado, el presidente ruso, Vladimir Putin, admitió la posibilidad del despliegue de un contingente de la ONU en Donbass.
Pero desde entonces, el Kremlin debió aclarar en todo momento que el objetivo de esos nuevos cascos azules sería proteger a los miembros de la misión de observadores (unos 500) de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa.
La prensa manejó, incluso, la posibilidad de que el contingente podría llegar a 20 mil hombres, que en Moscú se considera en su mayoría serían estadounidenses, mientras Kiev afirma que nunca aceptará a rusos dentro de esa misión.
Pero para llegar al citado despliegue bajo bandera de la ONU, se necesita el visto bueno de todas las partes en el diferendo, así lo exigen las regulaciones de ese órgano. Ello presume entonces un arreglo con Donetsk y Lugansk.
La misión de paz de la ONU, como lo exige Rusia, significaría un serio impedimento a planes fraguados desde hace meses en el Pentágono para reavivar el conflicto en un peligroso paso que buscaría involucrar a Rusia en esa acción bélica.
Tras las revelaciones hechas recientemente por The Wall Street Journal, ahora el canal estadounidense ABC News retoma el asunto de la designación, afirma, de 47 millones de dólares para el suministro a Ucrania de armas letales.
Especialistas militares rusos consideran que en este caso se trataría de los complejos antitanques FGM-148 Javelin, con proyectiles de dirección corregible MS982 Excalibur.
La prensa rusa destaca que Estados Unidos podría destinar hasta 350 millones de dólares para el suministro a Ucrania de medios de radiolocalización, de vigilancia aérea y lanchas patrulleras, entre otros medios.
Además, las fuerzas de autodenfensa y el ministerio del Interior de Lugansk denunciaron que Kiev cuenta con planes de contingencia para una ofensiva en este invierno.
El diario digital Voenoe Avazrenie destacó que las autoridades ucranianas anunciaron la preparación del retorno a las unidades de unos 120 mil reservistas, lo que llevaría a las fuerzas armadas a contar con 200 mil efectivos.
De esa forma, las fuerzas armadas ucranianas tendrían 2,5 veces más militares que en estos momentos, para triplicar en fuerzas a las brigadas de autodefensa de Donetsk y Lugansk.
Sin embargo, el representante del Estado Mayor de Ucrania, Viktor Muzhenko, advirtió el pasado 5 de octubre sobre la posible pérdida de 12 mil militares en la primera semana y media de combates, en caso de resurgir una guerra abierta en Donbass.
A un presidente como el ucraniano Piotro Poroshenko, presionado y vinculado a una ultraderecha que solo acepta la ‘limpieza’ de los territorios del Donbass, le será difícil dar pasos para alguna conciliación, estiman analistas.
En Estados Unidos, el presidente Donald Trump recibió una reciente recomendación del Consejo Nacional de Seguridad para el suministro de los sistemas Juvelin a Ucrania, indica ABC News, citada aquí por la televisión capitalina.
Mientras, Rusia mantiene una posición intransigente con los intentos en Kiev y Washington de azuzar una escalada del conflicto y, mucho menos, de arrastrarla a una nueva confrontación en el Donbass.