Cervantes

Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.

MIGUEL DE CERVANTES
Don Quijote de la Mancha.
La Colmena no se hace responsable ni se solidariza con las opiniones o conceptos emitidos por los autores de los artículos.

27 de diciembre de 2017

El replanteamiento del rol de los sindicatos en el proceso de actualización del modelo económico y social socialista cubano. Por Orlando Cruz Capote

por La pupila insomne
´La Revolución es una ciencia profunda, difícil y complicada (...)’
Vladimir Ilich Lenin.
La Revolución (...) es una causa grande y pavorosa y no un juego para diletantes o aventura romántica’.
Antonio Gramsci.
I
En un artículo publicado con anterioridad en esta página o blog digital expusimos, ahora ampliándolo y enriqueciéndolo que, el tránsito o construcción socialista, del capitalismo al socialismo, rumbo estratégico hacia el comunismo, (1) un prolongado proceso histórico, ético-político, ideológico, socioeconómico, estético y Cultural -con mayúsculas-, un radical cambio civilizatorio y de plena emancipación humana, de largo aliento estratégico (extendida temporalidad y espacialidad); antisistémico, contrahegemónico y contracultural al capital; de movimientos tácticos constantes, métodos democráticos de participación activa de las masas; aprendizajes y desaprendizajes, construcciones y deconstrucciones, flujos y reflujos; perpetuas reformas revolucionarias (2) -revoluciones en la revolución-; en el que existen momentos de amplio consenso nacional, social - popular, y otros, en el que subsisten disensos, más o menos profundos, por diferentes causales, casuales y circunstancias históricas específicas en el decursar histórico. (3)
Tal transición jamás acontece en línea recta, es decir, unilineal y progresivamente, sino que transcurre de forma zigzagueante, contradictoria y paradójica, con avances, preservaciones y superposiciones -a veces mezcladas y yuxtapuestas eclécticamente, pero no sintetizadas, dialéctica y sistemáticamente-; estancamientos, retroacciones y retrocesos, y que también comprende la continuidad, la discontinuidad y la superación crítica en su práctico devenir. Lo que no excluye su comprobada reversión, (4) por causas endógenas y exógenas, o la combinación de ambas variables, tal como aconteció en el mal llamado “socialismo real” de la Europa del Este y la Union de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), quienes se derrumbaron (implosionaron) con y tras la caída del ‘Muro de Berlín’, la destrucción del socialismo en conjunto con la desintegración del multinacional Estado soviético, entre 1989 y 1991, respectivamente.
El tránsito socialista se despliega a través de la hegemonía política y cultural (5) del bloque histórico-político, socioclasista - social y popular que conquista y ejerce el poder revolucionario, realizándolo desde la persuasión, el convencimiento, las razones argumentadas, la emoción-pasión y la seducción-atracción estética, el buen sentido del ciudadano común, el consenso, el diálogo interactivo-retroalimentador constante y la práctica demostrativa que se acerque al aserto, con la idea de ganar-sumar, articular y concientizar, cualitativa y cuantitativamente, al pueblo, el principal protagonista de la victoria y de su continuidad quien debe materializar tales ideas y accionares, con el fin de su empoderamiento democrático e ininterrumpido y proceda a conformar un consenso nacional-popular y socialista, que se debe reconstruir y resignificar en el día a día, capaz de fortalecer la correlación de fuerzas internas favorables a su misión histórica.
También ejerce el dominio y la coerción, que debe ser delimitada jurídica y éticamente, en los marcos del Estado de Derecho socialista, contra los adversarios y enemigos acérrimos que confrontan su marcha, tanto endógenos como exógenos, con vista a propiciar su prosecución, conservación y garantía superadora. Lo que no inhibe, menos prohíbe, que, si la actividad contrarrevolucionaria interna y extranjera se acrecientan y ponen en peligro la seguridad del país y de la ciudadanía, la independencia y soberanías nacionales, la justicia social, tanto colectiva e individualmente, pueda tomarse medidas más severas para salvaguardar su existencia.
La historia ha demostrado que el asedio, las agresiones miliares e injerencias capitalistas-imperialistas, de toda índole, contra los países que emprenden ese rumbo son ciclópeas, así como sistemáticas las sanciones, chantajes, presiones y condicionamientos, incluyendo el intento de aislarlos política y diplomáticamente, la imposición de bloqueos económicos, comerciales y financieros, el no acceso a inversiones de capital extranjero, tecnologías de punta, posibilidad de insertarse en mercados regionales e internacionales, las grandes limitaciones a los créditos blandos, y cuando ocurre, se les cobra con altos intereses, y el sometimiento invariable y contraproducente a los dictámenes del capitalismo, hoy hegemónico, y dominante, trasnacional y neoliberal mundial.
El incierto y viejo axioma acerca que el socialismo debe convivir, eternamente, con el síndrome de ‘plaza sitiada’, los “silencios” y “secretismos” infructuosos, con el fin de no brindarle ‘armas al enemigo’, no niega que este se realiza con altos riesgos, no sólo acechantes ante el derecho de la libre autodeterminación nacional y de proceder a la construcción de un sistema sociopolítico diferente. Tales alarmas reales, obstaculiza el alcance de su eficiencia, equidad y justicia social en su pleno desarrollo, teniendo en cuenta que, en todos los casos, este ha triunfado en naciones de la periferia subdesarrollada capitalista. A ello se suma, las grandes campañas mediáticas en su contra, las pretensiones de subvertirlos desde adentro, sufragando a las fuerzas hostiles al mismo e incitando a la contrarrevolución interna para provocar la división, desestabilización y la ingobernabilidad, con el fin último de derrocarlo.
Una revolución social - política socialista triunfa, se consolida, resiste activamente -que es construcción objetiva y subjetiva al unísono-, sobrevive, se autovalora y vale si sabe demostrar cómo defenderse, en primer lugar, con sus propias fuerzas internas, sin cometer injusticias, aberraciones antidemocráticas y someter a la ciudadanía al exceso de poder y dominación obtuso, menos los abusos y la represión, tal como aconteció, lamentablemente, en algunos países del llamado “socialismo real”. (6)
El objetivo final del socialismo, como etapa de transición, tal como lo concibieron Marx, Engels, Lenin y otros continuadores marxistas creativos, consiste en la gradual extinción del Estado, gracias a la necesaria implantación de la ‘dictadura del proletariado’ -o del poder del pueblo trabajador como sujeto histórico-político-, que emanciparía al resto de la sociedad, y, por supuesto, el tránsito hacia la abolición de todas las clases y a una sociedad sin clases, que también conllevaría a la revocación de la propiedad privada. Ello conllevará a la formación de una sociedad comunista de ‘productores libres asociados’ en donde “surgirá una asociación en que el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos”. (7) En este proceso de tránsito hay que conjugar, en la política revolucionaria - comunista, el arte de lo posible con el arte de hacer posible lo que parece imposible. El comunismo, una utopía realizable, es bastante trabajoso y lejano.
Esa percepción es correcta y no menoscaba los enormes esfuerzos en los intentos de construirlo y estabilizarlo en un país o grupo de ellos, teniendo que lograr una corta y mediana perdurabilidad a costa de grandes sacrificios materiales y espirituales de quienes lo emprenden, lo que es aún insuficiente para su éxito pleno como proceso emancipatorio humano y de justicia social. Le es imprescindible el apoyo solidario e internacionalista de otros procesos socialistas o de países-pueblos, que comiencen a enrrumbarse hacia ese fin, partiendo de otras premisas y desarrollos. La «construcción del socialismo» en un solo país es, por tanto, un imposible, y sólo se hará factible cuando el proceso histórico hacia el comunismo tienda a ser un proceso universal.
Pero, el socialismo auténtico, que no es puro ni casto, tiene que ser necesariamente ajeno a los dogmatismos y sectarismos, doctrinarismos, voluntarismos y (ultra)-izquierdismos estériles, porque tales pensamientos y accionares, en el fondo, son posicionamientos reformistas, burocráticos y tecnócratas, oportunistas y hasta seudorevisionistas, que conducen, inexorablemente, al “…anquilosamiento del Partido, castigo ineludible por las trabas impuestas al pensamiento…”, (8) obstaculizando, además, el desarrollo de la democracia socialista al imponer frenos a la iniciativa, autonomía, motivación y potencialidades de las masas populares en el inédito proceso constructivo. Sin embargo, la historia pasada y reciente da cuenta de que tales presencias anómalas y distorsiones han estado presentes en el tránsito socialista, incluyendo la práctica del socialismo cubano.
En síntesis, el tránsito socialista constituye un camino inexplorado, ignoto, colmado de dificultades, acertijos, enigmas y dudas, en el plano objetivo y subjetivo, por lo cual cada país debe construirlo de acuerdo a sus peculiaridades (particularidades y singularidades) siempre específicas, aunque utilice algunas leyes y regularidades trazadas de forma general.
En muchas ocasiones, recurre al test experimental del éxito y el error, por lo que debe estar dispuesto a rectificar y corregir de inmediato la marcha, incluyendo dar pasos hacia atrás para luego, relanzar el proyecto hacia adelante, con mucha invención y audacia. (9)
El líder de la gran revolución socialista triunfante, en la Rusia de los Zares, en 1917, el bolchevique – comunista, Vladimir Ilich Lenin, advirtió que, “…quien aborde los problemas particulares sin antes resolver lo generales, fatalmente “tropezará” a cada paso con estos problemas, sin tener conciencia de ello. Y tropezar ciegamente en cada caso particular equivale a condenar la política propia a las peores vacilaciones y falta de principio”. (10)
II
Las cuestiones discutidas en las tesis tocan muy de cerca puntos esenciales del proceso ideológico y político de nuestra Revolución, pero las decisiones que aquí se han tomado, aunque expresan -como señaló el compañero Lázaro Peña en su informe-
el criterio de la dirección política del país y el criterio de nuestros trabajadores,
no fueron establecidas en virtud de una decisión del Partido,
sino que han sido ampliamente discutidas en el seno de nuestros trabajadores.
No se impone un punto de vista; se discute con los trabajadores.
No se adoptan medidas por decreto, no importa cuán justas o cuán acertadas puedan ser determinadas medidas. Las decisiones fundamentales que afectan a la vida de nuestro pueblo, tienen que ser discutidas con el pueblo y esencialmente con los trabajadores.”
Fidel Castro Ruz, Discurso de clausura en el XIII Congreso de la CTC. (11)
En el constante movimiento renovador del tránsito socialista nacional, resulta indispensable la concurrencia decisiva del Partido Comunista de Cuba (PCC), vanguardia política de la clase obrera y el pueblo trabajador, la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), el Estado, el Gobierno, el Poder Popular, los Sindicatos y las demás organizaciones de masas y sociales, así como de las numerosas agrupaciones y asociaciones que forman parte de la sociedad civil nacional. Ello se corrobora in crescendo en el actual proceso de actualización del Modelo Económico y Social del socialismo cubano. (12)
En tal empeño, la subjetividad revolucionaria, con la multiplicidad de las intermediaciones e intersubjetividades, materiales y espirituales contemporáneas, cumple un rol principal en este sendero constructivo, en el que los heterogéneos sujetos histórico-políticos de la transformación tienen que ser muy activos políticamente para propiciar el alcance del indiscutido salto cualitativo superior, muy diferente contraculturalmente al que existe en el mundializado y hegemónico capitalismo transnacional neoliberal que nos rodea.
En especial, los Sindicatos en la resignificada etapa del tránsito socialista cubano -evitando visiones etapistas-mecanicistas, evolucionistas-positivistas y economicistas-, denominado como un ‘socialismo próspero y sostenible, [antimperialista], democrático, independiente y soberano’, no pueden funcionar de ningún modo como una simplista y mecánica “correa” o “polea” de transmisión -frase enunciada por Vladimir Ilich Lenin con otra connotación, enriquecida y complementada en otros discursos y escritos- del Partido Comunista de Cuba (PCC), el Estado y el Gobierno, sino que constituyen órganos reales de gobierno, por tanto, de poder proletario, patriótico y revolucionario, y como corolario, de poder popular, que, en las complejas circunstancias internas y externas cobran una dimensión singular y trascendental.
Los sindicatos son per se esenciales vasos comunicantes de interacción activa, dinámica y retroalimentadora entre los trabajadores de todos los sectores y ramas, personificados en los colectivos laborales y organizados en las secciones sindicales de base y los demás niveles, con las instituciones partidistas, estatales y gubernamentales.
Conforman una pieza sustantiva del (sub) - sistema político cubano, siendo la organización de masas fundamental de los trabajadores -la Central de Trabajadores de Cuba (CTC)-, sindicalizados o no, activos laboralmente o jubilados, en funciones de asesorías y consultorías, con pleno empleo, subempleo y con una temporal desocupación -muy recurrente en aquellos que no aceptan propuestas, los que acuden al mercado informal o negro, y los simplemente holgazanes o vagos-, por lo que, consiguientemente, los sindicatos no operan con un sentido administrativo y jurídico, menos burocrático, ante tales situaciones, sino que coparticipan activamente en los diferentes procesos de organización, incorporación, integración, cooperación y dirección ideopolítica de la nación y la sociedad en su integralidad y totalidad.
Al unísono, las organizaciones obreras sindicadas son partes imprescindibles en la construcción, la preservación y la velación de la unidad del pueblo cubano con su Revolución, Nación, Socialismo y su Partido de vanguardia. Una unidad en la diversidad, que enriquece la integración, articulación, cohesión y la unidad nacional y social, que nunca será monolítica, uniforme y homogénea, salvo en circunstancias excepcionales, por lo que no tratará de desestimar y subestimar, menos coaccionar y aniquilar, las heterogeneidades ideológicas, políticas, sociales y culturales que coexisten en el cuerpo societario nacional, que se reflejan en los colectivos laborales y en los propios sindicados; asumiendo las discrepancias, los diferentes criterios dentro de los principios revolucionarios, también aquellas críticas que contengan ideas-valores para coadyuven a rectificar, perfeccionar y re-crear el socialismo que construimos.
En una histórica y vigente intervención del Presidente del Consejo de Estado y Ministros, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (CC del PCC) y General de Ejército Raúl Castro Ruz, ocurrida el 4 de mayo de 1973, este expuso que el Partido, aunque ejerce el papel rector, dirigente y conductor de la sociedad, no puede “…dar por sentado (…) que (…) representa la voluntad de todo el pueblo y considerarlo como el órgano supremo del poder, porque estaríamos desconociendo los principios de la democracia proletaria que, como vimos antes, implican la participación de todos los miembros de la clase obrera (y no sólo de su vanguardia) y de las demás clases trabajadoras en el ejercicio de la dictadura del proletariado, es decir, en el dominio y gobierno de la sociedad para la cual se requieren las instituciones de poder correspondientes, a través de las cuales las masas trabajadoras hagan válido ese derecho y puedan expresar y hacer valer su voluntad.” Y prosiguió, el compañero Raúl Castro, con gran tino y enfoque principista, “…Estas instituciones representativas son indispensables, según nuestra comprensión, para que todo el pueblo revolucionario, considerado como un todo, como el conjunto de todas las masas trabajadoras del país, manifiesten su voluntad y pueda participar realmente en el gobierno.” (13)
Sin embargo, es necesario aclarar que, esta intervención medular del entonces Segundo Secretario del CC del PCC y Ministro de las FAR, no está recogida de tal forma en las tesis y resoluciones del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, celebrado en 1975. (14) Tampoco fueron totalmente rectificadas y delimitadas en los demás Congresos del PCC.
La Isla, en 1972, había entrado al Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), y con ello comenzó a influir y pesar, decisivamente, el referente histórico y la experiencia de la Union Soviética y su Partido Comunista (PCUS), no sólo en cuanto a la inserción cubana en el sistema socialista de la división internacional del trabajo, sino que numerosos componentes políticos, ideológicos y socioeconómicos –aunque menos en el plano participativo-electivo de los órganos del poder popular y la esfera cultural-, fueron, en algunos casos, calcados y mimetizados, (15) aunque siempre se logró una originalidad y creatividad importante en el rumbo socialista nacional.
A partir de ese momento, hubo una desatinada interpretación y mediación del papel del secretariado y los aparatos auxiliares del Partido en muchas esferas de la vida pública, entremezclando y confundiendo las funciones partidistas con las estatales, gubernamentales, por tanto, con el Poder Popular. (16)
Ello tomó cuerpo legal y oficial con la aprobación de la Constitución de la República (24 de febrero de 1976), la implantación en todo el país de los Órganos del Poder Popular, incluida su Asamblea Nacional, constituida el 2 de diciembre de 1976; la nueva División Política Administrativa (DPA) del país, el Sistema de Dirección y Planificación de la Economía (SDPE), estas dos últimas aprobadas en el Primer congreso y luego ratificadas por la Constitución y la Asamblea Nacional del Poder Popular; más lo concerniente con las directivas para el desarrollo económico y social en el quinquenio 1976-1980; la Plataforma Programática del PCC, (17) sobre los estudios del marxismo - leninismo; además de otras tesis y resoluciones aprobadas en el trascendente conclave partidista. Esas confusiones y yuxtaposiciones entre las prerrogativas y funciones del Partido, el Estado y el gobierno, no han sido, reiteramos, íntegramente erradicas hasta hoy.
Pero, el Partido comunista, como organización política de vanguardia de todo el pueblo, en el caso cubano un partido único, por razones históricas y políticas, debe y tiene que convertirse, ineludiblemente, en el ‘Partido de la Nación Cubana’, por tanto, ser más plural al tener entre sus filas a una representación selectiva y ejemplar de la heterogeneidad social existente, tal como lo reconoció el V Congreso del PCC, en 1997. (18) Manteniendo, sin cortapisas, una reconocida autoridad moral y encargarse, al mismo tiempo, de conducir, coordinar, controlar y encauzar las tareas del aparato estatal y las organizaciones de masas y sociales hacia un mismo objetivo, y esa posición de vanguardia la tiene que conquistar y mantener mediante la lucha cotidiana, así como la confianza y el apoyo popular gracias a la estrecha ligazón con el pueblo y usando, como métodos, la persuasión y el convencimiento sustentados en la fuerza de su ejemplo y en la justeza de su política acertada y racional.
Por su parte, los sindicatos también escuchan aquellas voces distintas y disímiles que pueden disentir de los propósitos patrióticos, revolucionarios y, sobre todo, del socialismo por el cual transitamos. En tales casos, se requiere de una preparación, educación y formación revolucionaria / socialista convincente y sentipensante, que argumente con razones, datos e interpretaciones capaces de persuadir y convencer a los ingenuos, desencantados y confundidos y atraerlos a la causa revolucionaria, pero nunca de forma impositiva y obligatoria.
En algunos casos, aunque estas posiciones sean minoritarias y excepcionales, se pugna y se apuesta por la asunción paulatina de un poder político, desde pequeños espacios-territoriales según los ángulos sociales y económicos, que se plantean el retorno simulado o franco, a un “capitalismo humano” inexistente, un social-liberalismo, republicanismo y socialdemocratismo burgués, de ‘bienestar popular’, realidad imposible para Cuba, hasta de un neoliberalismo menos salvaje, que están presentes en el seno de las discusiones que se despliegan en la red de redes y otras plazas en donde se debate, acalorada, opinática, emocional y seudocientíficamente sobre ‘el mejoramiento de las expectativas de vida de la población’, muchas veces, sin valorar los costos de tales conclusiones y divergencias que pueden provocar la división bajo el manto de interminables ‘clubes de discusiones’, la supuesta búsqueda de consenso que pueden llevar a la reconciliación o convergencia entre posiciones, directas e indirectamente, no revolucionarias y un proceso de deliberativo controversial, desmesurado y hasta antagónico, que gira acerca de si se restaura o no el capitalismo en la Isla.
Tales planteamientos fueron recogidos respetuosamente, con la libertad de opinión y expresión requerida, en las discusiones que se llevaron a cabo con algunos de los numerosos discursos del compañero Raúl Castro Ruz, desde el 2007-2008 hasta la actualidad, y en los debates de los documentos del VI y VII Congresos del Partido Comunista de Cuba, sometidos a amplia y profunda consulta democrática popular.
Sin embargo, esos criterios, hasta hoy minoritarios, no puede conducirnos a subestimar a los que disienten abierta y encubiertamente, desde los opositores, adversarios y los que actúan como enemigos contrarrevolucionarios y mercenarios. Menos se trata, de omitirlos, ignorarlos o hacer silencio con respecto a sus posverdades posmodernas, que no son más que falsedades repetidas -método fascista goebbeliano- a fin de imponerlas, manipuladamente, como verdades, y sus posiciones hipercríticas -algunas con sus cuotas de medias verdades y medias mentiras, magnificando las segundas-, que promueven expedita y subrepticiamente la subversión contra la nación, la revolución y el socialismo, porque tales individuos y grupos están inmersos en el cuerpo societario, y, aunque, son grupúsculos sin base social real evidente, ejercen su influencia nociva, aprovechándose de los errores e insuficiencias nuestros.
Entre ellos se encuentran quienes asumen posiciones, en la mayoría de las ocasiones, mercenarias y traidoras, recibiendo dinero y otros beneficios de las agencias de inteligencia, ONGs, otras organizaciones, instituciones, fundaciones y ‘Thinks Tanks’ -tanques pensantes- de derecha, que radican en los EE. UU., Europa y América Latina, con el fin de desestabilizar y provocar la ingobernabilidad política en Cuba. (19) Sin olvidar, las horas radio -cerca de 200 radioemisoras con 2, 000 horas semanales de transmisiones- y televisivas -no sólo la mal llamada TV Martí-, la propalación de propaganda negra y las sutiles y confrontacionales formas de penetrar culturalmente a la sociedad cubana.
Se conoce, oficial y extraoficialmente, que en la actualidad están constituidas de cinco a seis organizaciones sindicales opositoras, ilegales, a veces toleradas, y semi-ilegales, que se afanan por captar a grupos de trabajadores con las supuestas defensas de sus derechos laborales. También es sabido que, en los planes del Departamento del Estado, otras secretarías y organizaciones de inteligencia y contrainteligencia del establishment estadounidense, se contemplan el sufragio de becas a jóvenes, hombres y mujeres cubanos para que se formen como líderes de los futuros cambios contrarrevolucionarios.
Específicamente, relacionado con la actividad sindical ilegal, se encuentra el Grupo Internacional para la Responsabilidad Social Corporativa de Cuba, proyecto de la Fundación Nacional para la Democracia (NED) estadounidense -la fachada o pantalla de la CIA- que, entre los años 2014, 2015 y 2016, ha recibido la cantidad de 735, 000 dólares, para preparar “agentes” dentro del movimiento sindical, promover los derechos sindicales y suministrar líderes sindicales independientes con equipos técnicos y recursos financieros para que puedan incrementar su actividad dentro del movimiento obrero cubano. (20)
El hecho de que hasta ahora no hayan encontrado un ‘Lech Walesa’ nacional, (21) no puede obnubilarnos la visión de que, de una de estas organizaciones conformadas por apátridas, traidores y mercenarios, pueda surgir una figura que logre centrar la atención por las deficiencias y el mal trabajo de nuestros sindicatos. No hay peor ciego que el no quiera ver, porque el descuido, unido a la negligencia y la arrogancia resulta fatal.
III
En el proceso de actualización están presentes la continuidad y la discontinuidad, reflejadas en las contradicciones, nunca dicotómicas y sí coexistentes, que se efectuaron en otros contextos históricos del proceso revolucionario, (22) que marcaron y aun marcan pautas en la inconclusa transición socialista. Porque ahora, ha resurgido o se ha reconocido la acción de las relaciones monetarias-mercantiles, la presencia del mercado (que no es invención del capitalismo, sino su éxtasis total) y la actuación de la ley del valor, por lo que tiene que convivir con esas figuras paradójicas, que para nada deben ser satanizadas, pero que requieren de un empoderamiento popular y trabajador más amplio y profundo, un mayor control y regulación real de los trabajadores, el pueblo y una prevención a tiempo para que no descarrilen el rumbo socialista y conduzcan a la restauración capitalista.
Porque, como lo advirtió el marxista húngaro, István Mészáros: “…El capital no es simplemente un conjunto de mecanismos económicos, como a menudo se lo conceptualiza, sino un modo multifacético de reproducción metabólica social, que lo abarca todo y que afecta profundamente cada aspecto de la vida, desde lo directamente material y económico hasta las relaciones culturales más mediadas”. (23)
Sumado a lo anteriormente expuesto, que la actualización representa un colosal proceso de reformas revolucionarias, impulsadas por los decisores políticos y aprobadas con un consenso popular mayoritario, en las que se implican directamente los trabajadores, porque en estas se incluyen los complicados procesos de descentralización de parte de la actividad económica y administrativa del Estado y el gobierno -definidos en los nuevos decretos que abordan las diferencias sobre la organización, estructura y funcionamiento estatal y empresarial-; (24) el resurgimiento de la empresa no estatal y las diferentes formas de propiedad, gestión, cogestión y autogestión; los medianos y pequeños propietarios privados (Pymes); los usufructuarios rurales y urbanos; los cooperativistas agropecuarios y los manufactureros-fabriles; las empresas de capital mixto; las empresas con 100 % de capital extranjero; las ‘Joint Ventures’, y las que se ubican en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel (ZEDM), (25) que poseen diferencias sustanciales en su actividad laboral, normas, salarios, formas de contratación, etc., así como la permanencia perniciosa-perjudicial de la dualidad monetaria, con las desigualdades salariales; por lo que cada una de estas, merecen un tratamiento específico y disímil tanto por el Partido, el Estado, el gobierno, el Poder Popular, como, en especial, por los sindicatos y las demás organizaciones de masas y sociales.
En tales circunstancias, la mirada y funcionamiento sindical se tiene que volver ultranovedosa ante la aparición de nuevas clases, complejas estratificaciones socioclasistas, actores y agentes sociales, (26) aunque el pueblo trabajador sea el dueño de los medios de producción fundamentales, la empresa estatal socialista prosiga siendo el eslabón principal de la economía cubana y la planificación esté presente en este proceso, no obstante, se apunta sin ambages, que el panorama nacional y social muta radicalmente.
Las nuevas realidades implican nuevos métodos, contenidos-formas y el cambio de mentalidades para no sólo adaptarse simplemente a las circunstancias históricas, sino ser capaces de repensar, accionar e incidir de acuerdo a las mismas, pero interviniendo en el proceso con una conciencia de cuestionamiento sano, asimilación y síntesis crítica de las mismas.
Los colectivos laborales y los sindicatos, como forma de organización, desempeñan un papel fundamental en la recomposición de la hegemonía político-cultural socialista, en la reconfiguración del consenso nacional popular, erigiéndose, desde siempre, en una escuela de formación, educación y concientización ideológica y política de dirigentes / trabajadores; son promotores de la emulación socialista y del trabajo voluntario útil; participan en la formación integral de valores patrióticos, cívicos, éticos, antimperialistas, solidarios, internacionalistas y socialistas; en la superación profesional competente e idónea de sus cuadros de dirección y afiliados, desde el punto de vista económico, jurídico y en las esferas productiva, de servicio, informativa-comunicacional, en la educativa, científica, deportiva, artística y cultural, entre otros.
Así, son actores significativos, de complementación y sustento de las políticas partidistas, estatales y gubernamentales, pero, también, tienen misiones y tareas que les admiten ser ineludibles contrapartes, contrapesos e interpeladores críticos - constructivos hacia las políticas elaboradas e implementadas, debiendo ser capaces de detectar deficiencias y carencias, más cuando estas incumben a los trabajadores y al pueblo en general, cobrando una nueva dimensión como componente sociopolítico fundamental en el proceso de actualización del Modelo Económico Social del socialismo en Cuba. [Los subrayados son nuestros]
Toda esta realidad, brevemente resumida, está convocando a los colectivos laborales y sus sindicatos (27) a enfrentar los complejos y complicados nuevos desafíos, que deben transcurrir necesariamente por la reorganización, reestructuración, el reordenamiento y la conformación de nuevos contenidos y formas de trabajar sindicalmente entre la masa de trabajadores -desde la CTC hasta sus sindicatos nacionales, ramales, las instancias provinciales y municipales, y las importantísimas secciones sindicales de base-, porque estos ya no son simplemente obreros o trabajadores asalariados del Estado, sino que son asalariados que son contratados por dueños privados -los eufemistas ‘cuentapropistas’, o el bluf de ‘los emprendedores’-, tanto nacionales y extranjeros, que les explotan la mano de obra y les extraen plusvalía o plus-valor, a pesar que se les remunere con un salario superior al estatal, y existan normas jurídicas que traten de frenar esa explotación y el enriquecimiento desmedido de algunos propietarios; que, sin embargo, están militando en el propio sindicato.
De manera más asidua, los sindicatos deben introducir en sus prácticas democráticas estructurales, organizativas y funcionales, los denominados ‘poderes desde abajo’ y ‘horizontales’, que no son antipoderes ni contrapoderes, sino novedosas vías para que las masas trabajadoras y el pueblo se involucren, empoderen y participen de forma protagónica y directa, lo que no excluye la representativa y por delegación, e impongan barreras a las prácticas ‘verticalistas’, ‘de comando’ y ‘ordeno y mando’ in extremis, que aun predominan en las mentalidades y principales decisiones nacionales y sociales, así como, específicamente, en las concernientes a las colectividades laborales, radio de acción principal en que se interrelacionan los sindicatos con los trabajadores.
Los sindicatos, que son democráticos por antonomasia, y poseen una relativa alta autonomía, deben luchar denodadamente contra los estereotipos, prejuicios (28) y las viejas mentalidades, batallando incansablemente contra los añejos y obsoletos métodos y estilos de trabajo de que todo se decide y conduce ‘desde arriba’, los ‘dirigismos’ y los nombramientos ‘a dedo’ excesivos en muchas instancias de dirección, sin consultar previa y democráticamente con los dirigidos, confrontando, a su vez, el uso y abuso de las inoperantes e insípidas consignas y eslóganes que ya no entusiasman por estar descontextualizadas, que no les permiten convocar, movilizar y estimular la consciencia ideológica y política, lo que resiente y desgasta su visión y misión desde la mirada de los trabajadores, haciéndole disminuir, consciente e inconscientemente, legitimidad, credibilidad y autoridad -no confundir con autoritarismo- como organización que representa sus intereses que, en no pocas ocasiones, entran en colisión con las políticas implementadas.
Asimismo, no pueden encerrarse esquemáticamente en el marco de las instituciones existentes, porque estas pueden funcionar inadecuada e insuficientemente, incluso, por ser estructuras pesadas y complicadas, abarcadoras de muchas esferas en su actividad, pueden adquirir cierta rutina y su movimiento tiende a ser lento ante las necesidades del cambio, y se identifican, en ocasiones, con especies de dogmas científicos seudosuperados o por superar, por la necesaria complejidad interdisciplinar - transdisciplinar que los desborda, de igual forma, que a los propios saberes y conocimientos científicos, aun segmentados y parcelados, un rezago que proviene de la Modernidad occidental.
Porque en las ciencias, el paradigma anticuado establecido, obstaculiza el nuevo modo de proceder epistemológico. Contrariamente, a lo que piensen algunos, el dogma está presente en la ciencia, mucho más en la actual que tiene un efecto acelerador avasallante. Existen muchos ejemplos que explican lo afirmado, y poco espacio - tiempo para exponerlo.
En la contemporaneidad mundial, que no excluye a la cubana, muchos ministerios, corporaciones, empresas e instituciones estatales, gubernamentales y partidistas, también privadas, no son capaces de acometer la tarea de articular e integrar eficientemente los polos especiales de trabajadores científicos especializados, los denominados expertos en distintas disciplinas, que no sólo son intelectuales preparados universitariamente, sino técnicos medios y personal de servicios, como los de la informatización-comunicación, resultado de la última fase de la III Revolución Científico-Técnica (RCT) comenzada en la década del 90 de la pasada centuria, que ha proseguido su devenir en el siglo XXI, que algunos autores, ya denominan como la IV Revolución Científico-Técnica.
A estos aparatos institucionales, administrativos y sindicales, de los cuales el Partido no puede estar ajeno, se les convierte en un rompecabezas casi insoluble hacer desaparecer o mitigar la disgregación y dispersión, porque los aportes de la filosofía, las ciencias sociales, las humanísticas, los nuevos adelantos en las ciencias y las técnicas, las denominadas, equivocadamente, ‘duras’ o ‘puras’, las naturales y las aplicadas, pasan por una renovación constante, escapando de las novedosas formas de organización, dirección, aprovechamiento de capacidades - potencialidades y del quehacer cotidiano de estas, consciente e inconscientemente. Mucho más evidente en las instituciones que tienen dentro de su objeto social y funcionamiento, procesos de investigación, innovación, desarrollo y producción-comercialización de sus resultados. Aunque no son las únicas.
También se encuentran en esta disyuntiva, los centros laborales en que sus investigadores revolucionarios producen y reproducen, a través de intelectuales revolucionarios, que no pueden ser, al decir del Che Guevara, “….asalariados dóciles al pensamiento oficial ni becarios que vivan al amparo del presupuesto, ejerciendo una libertad entre comillas”, (29) nuevas formas de encausar el pensamiento-práctico, la ideología, la política y la cultura, desde la crítica constructiva, que no tienen, a veces, un impacto directo o inmediato, menos una remuneración salarial adecuada, pero que le son imprescindibles al socialismo.
Estas producciones teóricas-prácticas, no pueden medirse, simplemente, por un presupuesto y una contabilidad de costo y beneficio (aunque las cuentas deben estar claras, al igual que los resultados obtenidos), pues son disciplinas que aportan al consenso, la hegemonía y al humanismo concreto socialista / comunista, y tales medidas en finanzas (dinero) exaltadas, serían contraproducentes, porque constituyen, ante todo, inversiones ideológicas y políticas inapreciables económicamente por su magnitud.
Sin embargo, muchas instituciones de investigaciones de la filosofía, las ciencias sociales y las humanísticas -en la que incluimos la labor investigativa científica de las 50 y tantas universidades, la cuales ha transcurrido por un proceso de reordenamiento y reorganización integral por parte del Ministerio de Educación Superior- han encontrado fórmulas para ingresar dinero al país y sus centros (autofinanciamiento), a través de los intercambios científicos en la arena internacional, aunque sean centros presupuestados estatalmente, y no todos, precisamente, con tratamiento especial.
En ese instante, el sindicato socialista que atiende esta esfera, debe asumir el ejercicio de advertir, intervenir pausada y maduramente, para rectificar los errores y lograr el aserto aproximado, si sabe ser interlocutor real con los trabajadores y las administraciones, el Partido, el Estado y el gobierno, como con el Poder Popular y las demás fuerzas que intervienen en la construcción del socialismo, y ejecutar ese papel integrador, fuera de coyunturas específicas temporales y espaciales, sino con una mirada estratégica.
Tal fue la idea del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, cuando en 1992, creó el Sindicato Nacional de los Trabajadores de las Ciencias, a pesar que existía el Sindicato Nacional de la Educación, la Ciencia y el Deporte, como también concurrían los foros, el polo y la propia Academia de Ciencias, convertida en ese mismo año en el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma).
Expresó Fidel: “…En un país del Tercer Mundo como Cuba, y bloqueado cuando se hunde el campo socialista, es lógico que en esas condiciones todavía sea mucho más importante el papel de la ciencia; pero quiero sostener que, para nuestro Partido, para el Gobierno Revolucionario, la cuestión de la ciencia fue una preocupación muy grande y un interés fundamental, por simple cuestión de conceptos, mucho antes de que viniera el período especial.” (30)
No satisfecho, totalmente, con la labor del Movimiento de Racionalizadores e Innovadores, las Brigadas Técnicas Juveniles, los tres Polos existentes en aquel momento, y los Foros de Ciencia y Técnica, aunque reconociendo lo realizado hasta el momento, Fidel exponía: “…porque el polo garantiza a nivel local el máximo de colaboración entre todos los centros, de apoyo y de intercambio. Eso lo vamos a hacer. Tenemos la Academia de Ciencias, pero decíamos: Un elemento integrador, los polos; otro elemento integrador muy importante, el foro nacional. Este movimiento viene desde hace años y ahora cobra una fuerza enorme.”
El máximo líder la Revolución concluía, más allá de las condicionantes del ‘Período Especial en Tiempos de Paz’, comenzado en septiembre de 1990, (31) que: “…En este esfuerzo por el desarrollo de la ciencia hemos buscado distintos mecanismos. Hay que pensar que no vamos a tener solo el sindicato, el sindicato va a ser un factor más de integración. Le llamamos así, la palabra integral, cooperar, buscar esa cooperación que resulta tan posible y tan elemental en el socialismo (…) Tenemos los polos científicos, es un mecanismo excelente de trabajo. No importa que Ross [se refiere a Pedro Ross, entonces Secretario General de la CTC] no esté todavía totalmente al tanto de cómo trabajan los polos. Hemos hecho eso a partir de la experiencia del primer polo (…) Nosotros estamos buscando formas de establecer una cooperación estrecha entre todos los centros de investigaciones que estaban en un área… Ahora, el propio sindicato hay que seguir desarrollándolo. Los polos hay que terminar de organizarlos. Ya en los próximos meses me imagino que estén organizados, en lo cual están trabajando la compañera Rosa Elena –fallecida lamentablemente en 2004- y la Academia de Ciencias, porque la Academia de Ciencias, en cierta forma, también es un elemento integrador, pero, sobre todo, es un elemento dirigente. Tiene un papel muy importante, creo que tiene el papel más importante, porque nunca contó con los factores que hoy existen: polos, foro y sindicato. Es decir, hay muchas fuerzas”. (32)
Aunque, el ‘Período Especial en Tiempos de Paz’ no ha terminado -que se conozca, ningún dirigente de la Revolución lo ha declarado finiquitado-, es cierto que, en parte, se han mitigado algunas de sus consecuencias, gracias a la inserción de Cuba a Nuestra América, el espacio natural de su convivencia e integración económica, política y cultural; también logrado con una parte considerable del mundo, incluyendo algunas naciones capitalistas del denominado ‘Grupo de los Siete’; la renegociación de la deuda externa con el ‘Club de París’, y parte de la condonación de la misma por estos, otros países y bancos acreedores; así como la reforzadas relaciones estratégicas con China Popular y Rusia; más la condena abrumadora al bloqueo de los EE.UU. en la Asamblea General de la Naciones Unidas.
Y porque, además, se ha ido construyendo, junto a la Revolución Bolivariana de Venezuela, entre otros procesos populares en América Latina y el Caribe, importantes eslabones integracionistas como: el Caricom, la Alianza Bolivariana Para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio entre los Pueblos (ALBA-TCP), Petro-Caribe (2005), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), como foro de concertación política de los treinta y tres estados nuestroamericanos, sin la presencia de los EE.UU. y Canadá, y la cooperación con la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), entre otros.
Sin embargo, aún persisten limitaciones y dificultades en el despegue del desarrollo socioeconómico del país, y la población no tiene satisfechas todas sus necesidades básicas, es decir a nivel micro, o como se dice popularmente, en la ‘billetera y en la mesa de la casa’. Queda, entones, un buen trecho por desandar, más ahora con el retroceso y la agresividad de la actual administración estadounidense, para que la salida de esta contingencia quede definitivamente superada.
Y, con respecto a lo referido, aún las ciencias no están del todo integradas, ni cooperando e intercambiando sus experiencias y logros, tanto positivos y negativos, menos sus resultados de forma solidaria y colaborativa. Muchos saldos investigativos importantes, en algunos casos derivaciones de tesis de diplomados, postgrados, maestrías, doctorados se quedan, lamentablemente, engavetados y no son publicados, que es una forma perentoria de socialización.
Los centros siguen desconociendo lo que realizan otros centros de investigación, docencia, innovación y desarrollo, por lo que es seguro que se estén multiplicando -inútil y derrochadoramente- los extraordinarios esfuerzos en el país, donde existen recursos humanos con un potencial científico de medio millón de compañeras y compañeros, que han decidido echar su suerte con la patria y el socialismo.
Entonces, pregonar una mirada triunfalista y apologética, sin una autocrítica seria y concienzuda, sería no concordar con la realidad que palpamos.
IV
Las secciones de base de los sindicatos son, de hecho, las que más vínculos directos tienen con, en y sobre los trabajadores en todas las instancias, por lo que son tan importantes como los niveles superiores, incluyendo la CTC, sus congresos y plenos, en los que estos últimos deben nutrirse de los anhelos, demandas, intereses, desvelos, esperanzas e inconformidades y contradicciones, sin extraviar, menos perder, la brújula ideológica y política martiana, marxista y leninista, los legados del Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara y del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, que, además, de impulsar el desarrollo económico del país, su papel esencial es la atención y preocupación en la formación del ‘Hombre Nuevo’, en la sociedad cubana, que constituye la principal fuerza productiva de la nación en transición socialista.
De tal manera, cada una de todas las propuestas que realicen cualquiera de los trabajadores en sus colectivos laborales y organizaciones de base deben ser oídas con atención y sometidas a la polémica a través del trabajo individual, personalizado, colectivo y en reuniones públicas. La labor política e ideológica del sindicato debe ser siempre la de sumar, convencer y persuadir con argumentos, apelando a todos los recursos argumentativos, razonamientos y lógicas, pero no se puede apartar a un trabajador por ser considerado hipercrítico, conflictivo y problemático, siempre que cumpla con sus deberes, no haga daño y sea enemigo del proceso revolucionario.
Ello no niega la necesaria intervinculación entre el sindicato y la administración, ni con las organizaciones políticas, el PCC y la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), pero no lo subordinan, tampoco lo divorcian, con respecto a las demás instituciones y organizaciones, sino que posee su campo de acción autónomo y con funciones específicas, que coadyuvan al empeño común de la construcción socialista.
No basta, entonces, con la afiliación, que es libre y voluntaria, de los trabajadores a sus secciones sindicales de base, tampoco que estos paguen la cuota sindical y la del ‘Día de la Defensa’, como no es suficiente el trabajo más o menos eficaz de los ‘Órganos de Justicia Laboral’, que juegan el papel de defensa en los derechos de los trabajadores frente a las administraciones. Estas acciones, aunque importantes, pueden devenir en obligaciones rutinarias, formalistas y sin contenido político real. Algunas de ellas se practican en el capitalismo, por lo que no son las distintivas del socialismo.
Porque, además, los trabajadores que conforman el sindicato tienen el derecho a elaborar, aprobar o reprobar los planes económicos que le son asignados, y proponer, derivar experiencias, así como descubrir reservas que sirvan para potenciar las iniciativas y creatividades que devengan en beneficio para socialismo que construimos. Tienen que convertirse en participes directos en las decisiones a nivel micro y macro social.
Las secciones sindicales de base son las que chocan, de manera directa, con las prácticas burocráticas y tecnocráticas que paralizan e inhiben el accionar participativo auténtico, igualmente, se enfrentan a las posiciones dogmáticas, sectaristas y extremistas (cercanas al oportunismo); a los fenómenos del despotismo, el autoritarismo, al abuso del poder, la acumulación de riquezas a través de prebendas y privilegios, que son incompatibles con el socialismo; al nepotismo, a las ilegalidades, delitos y la corrupción.
Si estos hechos son denunciados y no se toman medidas contra tales actitudes e infracciones de la legalidad socialista, puede traer como consecuencia que los miembros del sindicato se despeñen en la inercia, el silencio, compartan tales hechos por su impunidad e inmunidad aparente, no emitan criterios profundos y muestren frustraciones y desencantos. Lo que desmotiva y conduce, peligrosamente, al apoliticismo, el nihilismo, la despolitización y la conservatización social, procesos que ya están presentes en la sociedad cubana actual, aunque relativamente.
Por lo que, en los actuales escenarios históricos y políticos contemporáneos, no coyunturales, sino de larga duración, se necesitan de manera decisiva, dirigentes -mejor si ejercen liderazgos- sindicales inteligentes, política y dialécticamente maduros, con discursos propios, no repetitivos; una educación y cultura integral superior; buenos comunicadores y con una novedosa mentalidad crítica superadora de los viejas formas de pensar y hacer; que sean partidarios del método Fidelista de masas, capaces de interactuar transparentemente con los dirigidos de tú a tú, sin dirigismos, y desde una nueva óptica no tan jerarquizada, sin dejar de ser exigentes y flexibles.
Capaces de hacerse obedecer / obedeciendo, de educar y ser educados, así como ejercer esa dirigencia y liderazgo con un poder obedencial, que les permita rectificar y cambiar acorde y en conjunto con las propuestas e iniciativas de las masas, porque es conocido que en la mayoría de los centros laborales -quizás más evidente en las empresas de avanzada-, predomina las «pirámides invertidas de conocimiento», además, de las «pirámides invertidas en los salarios», en donde los trabajadores son remunerados sin precisarse los resultados directos e indirectos, así como los esfuerzos, responsabilidades y capacidades de los trabajadores, según profesiones, nivel científico y técnico; arribar a la conclusión de que en los escalones jerárquicos, los trabajadores saben más que en el escalón superior; por lo que estos nuevos jefes o dirigentes deben ser competentes en escuchar y correr ciertos riesgos ante el desarrollo impetuoso de las ciencias, las técnicas e innovaciones, es decir, en la producción de saberes y producciones materiales-espirituales y la introducción de los adelantos científico-técnicos en la práctica social, con vistas a alcanzar un crecimiento económico y, quizás, un despegue continuado en aras de desarrollar el país. (33)
Para ello se requiere de un cambio radical epistemológico y de paradigma teórico-metodológico, político y práctico en el trabajo ideológico y político con las masas populares y los trabajadores en específico. Si no se asume, concienzudamente, las zonas de disputa científicas-académicas, ideológicas, políticas y culturales, estas se ensancharán y profundizarán, no conllevando al cambio de mentalidades por el que los principales dirigentes de la Revolución están llamando, junto al cuerpo societario, en su consenso mayoritario. Lo que propiciaría el divorcio con el pueblo, y no se estrecharía la brecha entre el Estado socialista y la sociedad civil, pretensión del liberalismo y el neoliberalismo en su política de confrontación contra la Revolución Cubana.
Asimismo, debe estar presente que, en todos los niveles de dirección partidista, estatal y gubernamental, también en el pueblo, subyacen diferencias acerca de lo que debe ser cambiado, qué y cómo debe ser cambiado; los ritmos, los contenidos y las formas de la actualización en curso, porque las rupturas en el pensamiento son muy difíciles de asumir por todos y cada uno de quienes tienen en sus manos la dirección del país y en la sociedad, y porque las múltiples miradas asumen lógicas y razones disímiles, aun cuando todas coincidan en los principios socialistas revolucionarios.
Este proceso de actualización transcurre en un contexto nacional e internacional, donde incide enormemente la agresiva hostilidad del establishment estadounidense contra Cuba -la política regresiva del mandatario Donal Trump hacia Cuba parece ser de confrontación abierta, recordando los peores momentos de la Guerra Fría-, entre otros factores, (34) y en el que, además, continua predominando la obsolescencia de la tecnología, la tendencia de asimilar, en lugar de producir propias tecnologías, y la frecuente falta de interés por la innovación por parte del segmento empresarial y otros agentes económicos; el deterioro de la infraestructura; la rotación acelerada de los medios de producción y los productos por su menor calidad y mayor depreciación, con vistas a comprar las nuevas ofertas en el insaciable mercado capitalista; falencias en el financiamiento integral; el debilitamiento del potencial científico, la insuficiente promoción y estímulo, y la escasa contribución de las revistas certificadas existentes en Cuba; la disminución progresiva en lo referido a la aplicación de patentes, entre otras deficiencias. (35)
Ante la aparición de nuevas clases, actores y agentes sociales -ya mencionados-, aunque el pueblo trabajador sea el dueño de los medios de producción fundamentales, la empresa socialista prosiga siendo el eslabón principal de la economía cubana y la planificación esté presente en este proceso, etc., se hace necesario la mirada crítica sindical.
Porque la excesiva y supuesta buena planificación no puede consistir en la reducción de las incertidumbres, porque un determinado grado de incertidumbre es inevitable, incluso deseable, si permite espacio para experimentar procesos mejores y metas superiores, así como las ganancias y el cumplimiento del plan en un por ciento elevado, no significan que no existan pérdidas y puede ser síntoma, sin embargo, de falta de audacia en las propósitos-metas y cierto acomodamiento a los procedimientos y normas establecidas, ya que el plan y los procedimientos sirven en la medida en que contribuyan al desempeño económico, no al reverso.
Una breve digresión necesaria.
En el socialismo, se confundió la intervención, la nacionalización y la estatización con la socialización de los medios fundamentales de producción, por lo que el sólo enunciado de que el pueblo sea el dueño de esos medios no significa que no exista enajenamiento y alienación de los trabajadores acerca de la posesión de los medios.
En las intermediaciones de este proceso, surge una casta dirigente o administrativa - estatal, gubernamental, además partidista, que va conformando, consciente e inconscientemente, un burocracia y tecnocracia -capa o clase improvisada, le llamo a la primera, Leon Trotski- que esconde, opaca y subestima esa categoría de dueño. Puesto que, siendo el socialismo, el tránsito desde el capitalismo, las formas y contenidos burgueses continúan coexistiendo con lo nuevo que se desea construir, entablándose una lucha permanente por establecerse tal posesión de los medios de producción, la distribución y el consumo, realmente en manos del pueblo trabajador.
Hecho claramente revelado en que, la redistribución salarial no se corresponde aun con los resultados del trabajo, de los trabajadores asalariados en el socialismo. No existe, ni siquiera está presente en la ‘Crítica del Programa de Gotha’, obra escrita por Carlos Marx, la famosa y repetida fórmula, convertida, además, en “principio”: “de cada cual según su capacidad a cada cual según su trabajo.”
Porque Marx estaba en contraposición crítica a la elaboración y convicción de Fernand Lasalle, acerca del “trabajo como fuente de toda riqueza y cultura”, porque detrás de esta afirmación se oculta la verdadera esencia de la producción capitalista: maximizar las ganancias y las tasas de beneficios socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la naturaleza y el ser humano.
Esta igualdad desigual, basada en el derecho burgués subsistente, solo será superada, según Carlos Marx, en la fase superior de la sociedad comunista: “…cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora, de los individuos a la división del trabajo, y con ella, la oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, solo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués, y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual, según sus necesidades!” (36)
Por lo que está presente, paradójicamente, esa enajenación por parte del propio trabajador, individual y colectivamente -autoenajenación de él y del propio trabajo que realiza- en el socialismo, que aún no alcanza el desarrollo de una fuerza productiva material y espiritual, y un nivel de concientización política e ideológica, jurídica y cultural, que lo conlleve a asumir el rol de dueño y lo manifieste contraponiéndose a los valores burgueses que continúan manifestándose, pero que se reproduce, renovadamente, en las condiciones del tránsito.
IV
Los Sindicatos, son representantes genuinos del pueblo trabajador, tanto los activos como los jubilados y pensionados, sin discriminación por su ocupación laboral, nivel de instrucción, origen nacional, color de la piel, género, creencia religiosa, orientación sexual o cualquier otra lesiva a la dignidad humana -tal como lo recoge sus Estatutos que, por cierto, no aparecen en la sitio web de la CTC-, es decir, que defienden a todos los trabajadores en su acentuada heterogeneidad, por lo que, deben evitar las exclusiones.
Hoy, definitivamente todos, incluidos los que militan en los sindicatos y otras organizaciones de masas y sociales, tienen que asumir distancias críticas de la realidad, en sus diferentes esferas, para poder ver, pensar y accionar con cabeza propia, para participar con nuestras ideas y acciones -aunque se yerre-, cambiarse uno mismo, ayudar a cambiar las estructuras sistémicas de poder -toda dominación estatuida y establecida es cultural-, a las personas, que obstaculizan la iniciativa, la motivación, la creación y conllevan a la inercia, la pasividad, el inmovilismo y la rutina. Y esta tarea hay que emprenderla, para poder cambiar todo lo que debe ser cambiado, pero siempre preguntándose qué debe o no debe ser cambiado, el cómo y para qué debe ser cambiado.
No debemos perder de vista que en este tránsito socialista nacional existen relaciones de poder, existiendo dominación clasista -porque hay clases, grupos, sectores, capas, segmentos, castas, estratos, etc., ahora reverdecidas, existiendo luchas entre ellas-, y cuando se manifiestan de formas exaltadas, parece perderse la mesura por parte de algunos dirigentes, clases, grupos y sectores sociales -en cualquier nivel: individual, grupal y colectivo-, y el control dominante puede transformase en autocrático y despótico, en “custodio” edipiano (de "Edipo") a nombre del socialismo a ultranza, a pesar de que se esté incurriendo en dogmas y formas burocráticas. En tales situaciones, la centralización se vuelve excesiva y la democracia pasa a ocupar un papel subordinado o desaparece por la obcecación y solipsismo de quienes ejercen el poder de esa forma. Y la dominación en el socialismo, aunque existe, es subyacente y secundaria, porque lo debe predominar, la ya mencionada en varias ocasiones, hegemonía político-cultural.
No podemos, entonces, ser simples suscriptores y justificadores de cualquier política -aunque tengamos confianza en el Partido y los dirigentes-, porque está en riesgo nuestras formas de vidas, por lo que es necesario participar y pensar activamente en cómo favorecer esa propuesta de crecimiento económico que, está planteada en los documentos partidistas y del gobierno, el Estado, el Poder Popular, no de manera estática, repensando ese bienestar y prosperidad en el orden subjetivo, o sea, en los costos probables de ese desarrollo económico, en que nos jugamos lo individual, personal y colectivamente en ello.
No basta, pues, con aceptar que se nos diga que el Estado, el Partido, el Gobierno, el Poder Popular y la CTC, tiene que dejar de ser paternalista (de un dia para otro), que sobra mano de obra estatal (cerca de un millón) y que los trabajadores debían irse hacia el trabajo cuentapropismo o el emprendedorismo, por lo que han emigrado, en realidad, al trabajo pequeño y mediano privado, al cooperativista urbano (manufacturero y de servicios), al usufructuario de tierras, sin tener plenos conocimientos de cómo actuar en esos medios laborales. A los que abrazan estas formas, les falta cultura y solo poseen un imaginario de lo que significa el seudocapitalismo, así como el ser explotado como mano de obra asalariada privada.

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