Cervantes

Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.

MIGUEL DE CERVANTES
Don Quijote de la Mancha.
La Colmena no se hace responsable ni se solidariza con las opiniones o conceptos emitidos por los autores de los artículos.

16 de diciembre de 2017

Usar los lentes justos para hablar de Venezuela

POR GERALDINA COLOTTI, Resumen Latinoamericnao, 16 diciembre 2017
El enésimo fraude electoral en curso en Honduras se suma a otros ejemplos eclatantes, que muestran -dentro y fuera del continente latinoamericano- cuanto los propios partidarios de la democracia formal siempre aunque sea esten dispuestos a pisotearla se trata de expresarse fuera del recinto. El voto, por lo tanto, debe ser expresado en una cierta manera. De lo contrario no gusta y va “invalidado”, porque no recibe el visto bueno de los gendarmes del planeta: sobretodo si, como sucede en Venezuela, ha archivado el ballet asfixiante de la democracia burgués, en la que el pueblo, de todas maneras, no cuenta porque quien es electo debe responder a quien está más arriba.
Con la victoria de Chavez, en diciembre de 1998, Venezuela, en cambio, ha apostado a una segunda independencia, articulada a un proyecto de integración regional que va en sentido opuesto a lo que sucede en nuestra “integración europea”. Perseguir “la máxima felicidad posible” del pueblo – como dijo Bolivar y como repiten los dirigentes chavistas – resulta una flasfemia casi similar a aquella expresada en su tiempo por Brecht cuando dijo “el verdadero ladrón no es quien roba un banco sino quien lo funda”…
Y entonces. que desde julio al 10 de diciembre el chavismo haya organizado y vencido tres elecciones, alcanzando el record de 24 consultas electorales en menos de 18 años, no cuenta. Que de estas 24 haya perdido dos y haya respetado el resultado, no importa. Que centenares de observadores internacionales hayan certificado la inatacabilidad de un sistema electoral, utlizado también por la oposición para sus primarias, no es considerado. Los medios mainstream continúan denunciando “la dictadura” de Maduro y apoyando al proyecto de “un gobierno de transición” implantado por la fuerza por los Estados Unidos.
El 2018 – año de elecciones presidenciales en Venezuela, pero también en otros países de América Latina como Colombia y Brasil – se anuncia candente – Los Estados Unidos y sus países vasallos no pueden permitirse que el socialismo bolivariano se consolide y consolide su modelo de “diplomacia de paz” – la paz con justicia social, no aquella del sepulcro – en un continente tan rico de recursos estratégicos.
Como Presidente del Mnoal (Movimiento de los No alineados, segundo organismo internacional por extensión luego de la ONU), Maduro se ha reunido con los países islámicos para dar un alto al crecimiento colonial de Estados Unidos e Israel contra el pueblo palestino. El 14 de diciembre del 2014, por impulso de Cuba y Venezuela, fue creada el ALBA-TCP, un mecanismo de integración regional basado en el intercambio solidario y no sobre la asimetría.
El jueves Maduro ha ido a Cuba para festejar su creación y recordar las conquistas de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de libre comercio de los pueblos. En el ALBA funciona un mecanismo de compensación regional basado sobre una moneta altrenativa, el Sucre. Y para evitar el bloqueo económico-financiero impuesto por los Estados Unidos y por Europa, para hacer frente al contrabando del dólar paralelo que distorsiona la economía, el chavismo ha lanzado una criptomoneda, el Petro, pero basada per sobre reservas reales en oro, petróleo y diamantes.
Para hacer implosionar la integración del Alba-Tcp y di Petrocaribe (una alianza entre Venezuela y algunos países del Caribe a los que el gobierrno bolivariano vende petróleo a precio preferencial), los Estados Unidos han iniciado ya un proceso de infiltración y cooptación que se hace evidente en la crisis política en curso en Ecuador entre el expresidente Rafael Correa y aquel actual, Lenin Moreno. Y frente a los líderes más capacitados en dos grandes países, como Cristina Kirchner en Argentina y Lula da Silva en Brasil, está en curso un ataque en materia de seguridad basado sobre un modelo de “judicialización” de la política muy conocido en Italia: y lamentablemente muy incrustado hasta en una cierta izquierda que quiere “defender” el comunismo con la óptica del berlinguerismo “justicialista”.
Usar los lentes justos para observar Venezuela sirve a evitar los huecos bajo la casa? Sí. En el sistema-mundo nosotros no somos unidades independientes o gatitos ciegos, sino portadores de los radares que han sido blindados, adormecidos, desviados. Si el capital es global, también lo debe ser la lucha para destruirlo. Para consentir un “segundo tiempo” al juego del comunismo luego de la caida de la Unión Soviética, para hacerlo nuevamente “apetecible” a las clases populares mantenidas alejadas por el miedo de la “dictadura” y amansadas por el “final de la historia”, en Venezuela lo han llamado “socialismo del siglo XXI”.
Pero, la sustancia no cambia. A 100 años de la Revolución de Octubre y a 50 del asesinato del Che en Bolivia, los escollos que se presentan a quien se aventure hacia el medésimo horizonte, son los mismos. A lo largo de las costas donde no están más los países a quien pedir consejo sobre la ruta- a parte la Isla de Cuba – , se encontrarán mares de plástica, botellas, sin algún mensaje.
Desde el cielo enemigo, caen torpedos desconocidos. Pero basta con leer la historia de las revoluciones para encontrar el impulso y el contraimpulso, pasos adelante y pasos hacia atrás, en definitiva la inevitable dialéctica de la lucha de clases con sus posturas necesarias, que reposicionan amigos y enemigos.
En el 2017, en Venezuela, la dialéctica de la lucha de clases ha sufrido una aceleración. Desde aquí, la correra al estigma, la toma de distancia de las almas bellas, sempiternas como el sempiterno miedo a definirse, de tomar posición en los momentos cruciales. Se ha gritado a la “dictadura”, pero la “dictadura” no ha existido. El chavismo ha regresado con éxito a las urnas.
Represión? El gobierno bolivariano ha logrado desactivar cuatro meses de violencias atroces con el empleo mínimo de fuerza y coerción. La reacción de Rajoy en España contra los manifestantes catalanes es sólo el último de los paragones eclatantes.
Populismo? A la prueba de la “democracia participativa” y del poder popular organizado que actúa intensamente en Venezuela, nisiquiera esta categoría tiene. Pero ahora qué cosa es y a dónde está yendo este “proceso” bolivariano?. Cuáles son los elementos “únicos” y cuales los temas generalizables, teniendo en cuenta la inutilidad de buscar “modelos” o sellos para el tercer milenio?
Ciertamente Italia no es un país petrolero, ni es útil confundir las historias y las trayectorias, el cuadro objetivo, los actores políticos, las formas y los tiempos de la alternativa al capitalismo. Sinembargo, la lucha de clases en Venezuela para nosotros está en algún modo más cercana, más originales. Y de todos modos, con licencia de analogía, podemos evidenciar algunos puntos que hacen útil y cercana la comparación con el nacimiento o el desarrollo del socialismo bolivariano.
Mientras tanto, el socialismo bolivariano, no ha nacido en ruptura con una de las tantas dictaduras que guía la CIA que han alterado el panorama latinoamericano en los años 70 y 80. En el segundo post-guerra, no se ha impuesto una típica dictadura sudamericana guiada por la CIA, sino una democracia de alternancias deseada por Washington para impedir el contagio de la revolución cubana.
En diciembre del 98, Hugo Chavez ha ganado al final de un largo proceso de fracturas y recomposiciones que ha desarmado el cuadro, y los partidos y las alianzas existentes en la IV República. Un sistema de gobierno basado sobre la alternancia entre centro-derecha (el partido socialcristiano Copei y sus satélites) y la centro-izquierda (el partido Ad y sus aliados) había sostenido un país fundamentalmente alineado al consenso de Washington ( a parte de algún breve destello debido a la insistencia de la lucha de clases).
Una democracia llevada como ejemplo en Occidente, pero forjada sobre la exclusión de dos componentes determinantes en el derrocamiento del dictador Marco Perez Jimenez, ocurrida en 1958: los comunistas y los oficiales progresistas, continuaron a apoyar a la oposición y la guerrilla, la primera del continente luego de la revolución cubana. Las claves para comprender la naturaleza del chavismo nos mandan a dos fechas cruciales, el 1989 y el 1992: El Caracazo y la Rebelión cívico-militar dirigida por el entonces Teniente Coronel Hugo Chavez Frias. Años en los que las izquierdas en el mundo han debido hacer cuentas con la caída del Muro de Berlin y con los escombros de la Unión Soviética, disuelta el 8 de diciembre de 1991.
El 27 de Febrero de 1989 tiene lugar en Venezuela la grande revuelta popular pasada a la historia como el Caracazo. Una explosión espontánea contra las medidas neoliberales decididas por el gobierno de centro-izquierda de Carlos Andrés Perez, dicho popularmente Cap. Su “paquete económico” modelo FMI habría debido sacar al país de la crisis en la que atravesaba desde el Viernes negro de 1983. Un año antes, Pérez había sido electo con el 48% de los votos. No obstante la evidencia del desastre económico y de la exclusión social, en muchos habían querido ver en él el regreso a la “Venezuela Saudita”, a los años de su primera presidencia (desde 1974 a 1979) y del boom del precio petrolero. Para reprimir la revuelta, Cap desencadena al ejército: y el Caracazo costará al país más de 3.000 muertos, hasta ahora negados y hechos desaparecer en las fosas comunes.
“En Caracas -dirá al final Pérez- hubo una explosión de descontento popular comprendido durante todos estos años de dificultad, porque estamos dedicando al pago de la deuda más del 50% del valor de nuestras exportaciones”.
De quitar la cabeza de la horca de las grandes instituciones internacionales, pero nisiquiera a hablar de eso. En la dècada de los años 80 y hasta la mitad de los años 90, la América Latina – “el patio trasero” de los Estados Unidos – modulará la doctrina económica de los “Chicago Boys” en los diversos contextos. En Venezuela, a celebrar el dogma del “libre mercado” se ocupan los gobiernos nacidos del Pacto de Punto Fijo: la alianza surgida entre tres partidos políticos, Acción Democrática (AD), Copei, y Unión Republicana Democrática (URD) luego del derrocamiento del dictador Perez Jimenez el 23 de enero de 1958. Un pacto para excluír del juego político a los comunistas, concluído en el ámbito de la Guerra Fría. Frente a las medidas económicas dictadas por Washington y adoptadas por el presidente Rómulo Betancourt (electo en febrero del 59), las fuerzas de izquierda escogieron entonces de jugar un juego frontal, también armado.
En abril del 60, AD se divide para dar diva, en agosto de mismo año, al Movimiento de izquierda Revolucionaria (MIR). En marzo de 1961, el Partido Comunista de Venezuela (PCV) -cuyo secretario general era en ese entonces Pompeyo Marquez – adopta la resistencia armada durante su III Congreso Nacional. A mitad del 62, también un sector de la URD, dirigido por Fabricio Ojeda toma la misma decisión. Pero en el 89 piezas consistentes de aquella izquierda revolucionaria habían transmigrado a la derecha, listos a sepultar de una vez por todas al socialismo en nombre del “fin de la historia”. Ojeda había sido asesinado en el 66, pero ya en el 69 Marquez había aceptado el proceso de pacificiación ofrecido por el gobierno de Rafael Caldera. Junto a otros ex miembros del PCV como Teodoro Petkoff creará el Movimiento al Socialismo (MAS), de orientación socialdemócrata, con el que ejercitará algunos encargos parlamentarios en el ex Congresos de la República, hoy Asamblea Nacional.
Sea Marquez que Petkoff saldrán del MAS en 1998, en desacuerdo con la línea del partido que apoyaba a la candidatura de Chavez. También piezas de una izquierda más reciente como la Causa Radical (Causa R) y otros dirigentes del MIR, del Pep y de Bandera Roja aceptaron gobernar con la clase política que había reservado para ellos en precedencia cárcel y represión, y que había dotado al país de una triste primacía en América Latina: la práctica de hacer desaparecer a los propios opositores políticos, excediéndose en las leyes de la democracia.
El Caracazo mostró entonces sea el retraso de la izquierda que la tisis el sistema de poder en ejercicio hasta ahora. Y abrió el caminio a la “insurgencia” del 4 de Febrero del 92. Una rebelión que tuvo también otro momento de enfrentamiento el 27 de noviembre del mismo año, pero también sin resultados victoriosos para los insurgentes. Y tambièn aquello sin una dirección real proveniente de la izquierda.
Pero en el 92, aquellos acontecimientos pusieron en construcción una nueva combinación política: nacida dentro de las Fuerzas armadas progresistas “cansadas de disparar a las multidudes” y alimentada por los filones más atentos y vitales de la izquierda venezolana.
También el actual presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en ese entonces, conductor del metrobus, participó en la insurgencia cívico-militar contra Carlos Andrés Pérez. Aquel conjunto de aspiraciones fue catalizado y puesto a síntesis por la figura de Hugo Chavez, por la intuición y por la tenacidad que lo llevará a vencer las elecciones políticas de 1998 y a gobernar el país por 14 años.
El chavismo logró revitalizar conrrientes y tradiciones presentes en la izquierda, que de otra manera estaban destinadas a desaparecer o a una existencia residual. Incluso también algunos rastros que de izquierda no eran pero que hicieron como si lo fuesen. En Venezuela bolivariana hoy se configura así una nueva izquierda: que encierra en ella lo llevado por las principales matrices del marxismo activas entre el 1927 y el 60 – el stalinismo, la socialdemocracia y la revolución cubana – pero también rastros trotzkistas, anarco-liberales, sindicalistas, culturas de extralegalidad de perifería, y tendencia que donde nosotros las definiríamos derivadas de la autonomía obrera. También es fuerte la presencia de sectores -sobretodo juveniles- que se han formado en el chavismo y que no han conocido precedentes militancias políticas.
Una mezcla vital y contradictoria, atravesada y alimentada por el protagonismo de fuertes movimientos sociales y políticos de base. Estas instancias han consentido superar el nacionalismo militar, presente en el inicio. Así diseñan un perfil de una fuerza de la potencialidad todavía en desarrollo, pero de lineamientos originales, decidida a resolver las preguntas pendientes desde la caída del a Unión Soviética en una nuevo Socialismo del siglo XXI: en el plano interior y en aquel internacional. Sobre el plano simbólico, también. Y sobre aquel de las formas de agregación y de organización, de propaganda y de activación de conciencias en un continente que ha tenido necesidad de héroes.
Populismo “de izquierda”? O también nueva articulación de clases, fruto inicial de un frente único desde abajo hacia arriba que está entrando en colisión y cuyos resultados son todo menos que prevedibles?
La petición de una base impaciente y combativa, de más de veinte movimientos sociales al interior y casi treinta como aliados en el Alba, revelan los fuertes componentes anticapitalistas que se propone como eje central del nuevo estado “comunal” teorizado.
Una geografía en la que se reencuentren Consejos Populares, federaciones de campesinos, comités sectoriales, 200.000 componentes de las milicias populares, más de 480 medios de comunicación comunitarios, consejos de fábrica y de control obrero, organismos y asociaciones que se definen “clase media socialista”, comités de los habitantes de las casas populares y aquellos por la producción agraria…
Impulsos variados, antidogmáticos y también antisistémicos que animan y sostienen aquel gran contenedor constituído por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Desde el 2007 representa esta izquierda de largo y nuevo curso, sea el el plano electorarl que en el político: más de 7 millones de inscritos y alrededor de 300.000 militantes activos, capaces de movilizarse y multiplicarse alcanzando hasta el millón, en ocasiones de emergencia o para particulares campañas, electorales o sociales.
La fuerte interlocución externa con movimiento y formaciones que sostienen aunque sin haber aceptado de fundirse en el partido inyecta ulteriormente la dinámica interna, complicando también los deberes de dirección y hegemonía. El último congreso, fuertemente interrogado desde abajo y por las representaciones juveniles, pero han mostrado grandes impulsos a la síntesis y conciencia de los problemas en juego.
Desde 1989, el chavismo ha ido definiendo su conciencia de clase en el curso de miles batallas anticapitalistas y anticolonaliste, no obstante los impulsos endógenos a acomodarse en los privilegios de aquella que los sectores más concientes definen “boliburguesía” (burguesía bolivariana). Una combinación que luego de la muerte de Chávez, ha encontrado el “gobierno de la calle” desde el presidente obrero, Nicolás Maduro paradefinir una dirección colectiva que multiplique la herencia del líder.
La incapacidad de acoger la novedad de la revolución bolivariana por parte de la izquierda italiana nace también del apoyo y de los lazos que ha desarrollado en la IV República con ciertos componentes sindicales, que mientras tanto se han pasado de la otra parte? O talvez debido a la larga afición a aquel tipo que alquimias institucionales y de alternancias, su permanente ausencia de apoyo?
Gracias a la determinación de Hugo Chávez, la palabra socialismo no ha terminado en el sótano de la historia, como en cambio, lastimosamente ha ocurrido por estos lados luego de la desaparción de la Unión Soviética, En su ley “contra el olvido”, discutida y votada en todo el país, Venezuela bolivariana reivindica el derechos de los pueblos a rebelarse, también con las armas, no sólo contra las dictaduras sino contra las democracias camufladas. Y numerosos, son los hombres y mujeres que en el gobierno que provienen de las pasadas guerrillas.
Y talvez la reinvindicación de aquel pasado y de aquella vivencia, aunque revisitada en la situación inédita del Siglo XXI que impulsa las almas bellas y los cantores del arrepentimiento a retirarse de la revolución bolivariana? Una revolución, cierto, puesta en marcha con la victoria electora, pero defendida en las calles, en las fábricas y en los cuarteles sin algún fetichismo de las formas electorales. Una indicación preciosa: porque aunque la parcial reducción de las formas y de las relaciones de propiedad llevan a la reacción histérica de los poderes fuertes.
El capitalismo está muy decidido a mantener el control de toda la torta. De aquí, la guerra económica, el sabotaje, el ataque mediático y las violencias organizadas con finalidad subverivas. Todo el bagaje que hemos visto y continuamos a ver a la obra en Venezuela. Otro punto que nos concierne, en el caso que logremos a imponer un camino diverso de aquel llamado larga espera.
El ataque de los grandes medios españoles contra el partido Podemos, que ha podido invocar al experimento bolivariano cuando ha hecho apelo a un nuevo poder contituyente, y también el feroz ataque a su momento a la coalición greca Syriza es un ulterior ejemplo del estrecho conjunto entre latifundio económico y latifundio mediático, que tiene sus acanidos defensores hasta en el corazón de las democracias complejas. Cuando se asoma una posibilidad de cambio sustancial en las relaciones de poder internas e internacionales, el capital se define con las uñas y con los dientes.
Defender Venezuela socialista, entonces, significa defender nuestros propios intereses de clase, y el futuro de la alternativa al capitalismo.
Traducción Gabriela Pereira

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