Resumen Latinoamericano / 8 de enero de 2018 / Jose Luis Merino
Sobre el pensamiento íntegro de Albert Camus
El escritor Albert Camus murió en un accidente de carretera (Francia) el 4 de enero de 1960. Había nacido en Mondovi (Argelia) en 1913. A los veinte años se trasladó a Paris. En 1957 le concedieron el Premio Nobel de Literatura.
Quiero testimoniar mi recuerdo agradecido a su figura, por aquella luz recibida a través de la lectura de sus dos Carnets, editado en español el primero en 1963 y el segundo tres años después. El primero de los tomos corresponde a notas escritas de mayo de 1935 a septiembre de 1937, y el segundo sobre notas escritas entre enero de 1942 y marzo de 1951.
En esos Carnets percibimos al escritor lleno de ideas. Todo lo anotaba. Lo mismo la frase de un filósofo, como la de un político, o la de cualquiera de sus amigos o cuanto escuchaba en los lugares más insospechados. Escribía de innumerables temas para la posteridad y para él mismo.
Los escritos de Albert Camus abarcaban cine-arte-literatura-teología-política-filosofía y otros vuelos más o menos abstractos. Su mirada, de profunda intensidad, engrandecía los temas. En obras como El extranjero, El mito de Sísifo, La peste, Calígula, prevalecía una idea sustancial, respecto al arte de escribir: el fin de toda obra consiste en dar forma a lo que no la tiene.
Los mitos griegos fueron el espejo donde se miraba el autor francés. Mas sin olvidarse de poner su atención en la Biblia, además de Platón, Montaigne, Hegel, Kierkegaard, Nietzsche, y otros. Toda esa suma de conocimientos le servía como recurso dialéctico, ya sea para admirarlos o para refutarlos. A menudo se preguntaba: “¿Qué es un hombre rebelde?”, al tiempo de dar respuesta inmediata, taxativa, determinante: “El hombre rebelde es el que dice no”.
Su honestidad le llevó a memorar que no podía vivir fuera de la belleza, aunque reconociera que eso era justamente lo que le volvía débil ante ciertos seres.
Este extranjero de sí mismo, se mantuvo fiel al apotegma de Newton: “Mi amigo es Platón, pero soy más amigo de la verdad”. Y desde su verdad proclamó lleno de mundo: “Todo individuo tiene el derecho de elevarse por encima de la colectividad, para poder construir su propia libertad”.
[En recuerdo a la madre de Albert Camus, hija de menorquina y analfabeta, quien acariciaba los libros escolares de su hijo]
[En el momento de su muerte, Albert Camus, dejó inconcluso un libro, editado muchos años después. Se trata de recuerdos de infancia-adolescencia-juventud en su Argelia natal. Lleva por título El primer hombre. Se lo había dedicado a su madre con palaras de inigualable y amorosa ternura: “A ti que no podrás leer nunca este libro”.]