Carlos E. Lippo
"El
delito transfronterizo cometido por delincuentes procedentes de
Colombia es combatido y seguirá siendo combatido con fuerza por la FANB
y
todos los organismos de seguridad del Estado venezolano hasta ser
erradicados completamente bajo cualquier riesgo y ajustado a ley”
Almirante en Jefe Remigio Ceballos, Jefe del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB)
A mediados del 2015 en un artículo titulado “¡Hay que arrancar de raíz el paramilitarismo, tanto el importado como el nacional!”, actualmente “desaparecido” de la Red, hasta de mi propia página Facebook, escribíamos: Desde
los años setenta del siglo pasado, el estado forajido colombiano ha
venido haciendo uso de grupos armados de carácter ilegal para combatir
la insurgencia armada, sembrando además el terror en su base social, y
para despojar a las masas campesinas de sus tierras ancestrales en
beneficio de los grandes terratenientes. Es el caso de organizaciones
delictivas que llegaron a convertirse en verdaderos ejércitos
paramilitares, tales como: el MAS (“Muerte a los Secuestradores”),
creado por los capos del Cartel de Medellín, Pablo Escobar Gaviria,
Carlos Lehder, Rodríguez Gacha y los hermanos Ochoa; las CONVIVIR; las
AUC; y más recientemente las BACRIM.
Las Cooperativas de Autodefensa Agraria (CONVIVIR) (1), responsables de innumerables atrocidades en el medio rural colombiano, fueron una “respuesta oficial” del estado para dotar de un “marco legal”
a la defensa que los hacendados hacían de sus propias tierras ante la
amenaza de los grupos guerrilleros. Aunque creadas por un decreto legal
del presidente César Gaviria, tuvieron en Alvaro Uribe Vélez, siendo
gobernador de Antioquia, su mayor promotor y en poco tiempo lograron
contar con más de 120.000 miembros a nivel nacional, autorizados por el
gobierno a portar armas y equipos de comunicaciones.
A
mediados de la década de los noventa las CONVIVIR comenzaron a dar paso
a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), un auténtico ejército
paramilitar que según su creador, Vicente Castaños, inició su expansión
por todo el país en respuesta al llamado y la colaboración que les
hicieron empresarios, comerciantes, mineros y ganaderos y que
posteriormente, según confesara su máximo líder, Carlos Castaño,
hicieron del narcotráfico, el secuestro, la extorsión y el pillaje sus
principales fuentes de financiamiento. Se hicieron tristemente célebres
por su anticomunismo extremo, al igual que por su sevicia, barbarie e
incluso por actos de canibalismo, siendo responsables de miles de
masacres y asesinatos de civiles, campesinos y sindicalistas entre
otros, así como del desplazamiento forzado de miembros de numerosas
comunidades a todo lo largo y ancho del país. Una prueba
incontrovertible de este terrorífico accionar lo constituye un
señalamiento de un informe de la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía
colombiana, según el cual unos cuatro mil 112 ex combatientes de las
AUC aseguraban haber perpetrado 30 mil 470 asesinatos a lo largo de su
trayectoria delictiva (2).
En el año 2003 cuando empieza su desmovilización contaban con cerca de
40.000 combatientes en todo el territorio colombiano y sus relaciones
con las fuerzas armadas colombianas eran de una naturaleza tan estrecha
que era vox populi el hecho de que constituían la VI División del
Ejército Colombiano en momentos en que el mismo contaba sólo con cinco
divisiones. Son harto conocidas las estrechas vinculaciones de Alvaro
Uribe Vélez con las AUC siendo presidente de la república; las
declaraciones de un ex capitán del ejército colombiano que al mismo
tiempo era miembro de las AUC (3)
en las cuales señala haber recibido órdenes directas de él para cometer
una serie de homicidios, son una válida muestra de ellas.
Tras
un polémico proceso de desmovilización liderado por el gobierno del
entonces presidente Álvaro Uribe Vélez, varios de sus principales
miembros terminaron siendo extraditados como narcotraficantes a los
Estados Unidos para ser juzgados posteriormente. Después de la
culminación del proceso en el 2006, la mayoría de los integrantes de las
Autodefensas incurrieron nuevamente en su accionar delictivo, por lo
que conformaron varios grupos insurgentes denominados bandas criminales
emergentes (BACRIM) (4): Las Aguilas Negras, Los Urabeños y los Rastrojos, entre ellas.
La
captura del contingente de 150 paramilitares acantonados en la finca
Daktari, en uno de los municipios de la Caracas Metropolitana, en mayo
de 2014, antes de que pudieran entrar en acción, parece haber
determinado la sustitución de la estrategia de introducir grandes
contingentes desde Colombia, por la de introducir pequeñas células
paramilitares en los cordones populares de las grandes ciudades, con la
misión de tratar de pasar inadvertidas hasta recibir instrucciones para
actuar en hechos concretos. Mientras tanto, efectivos de las AUC primero
y de las BACRIM, más tarde, nunca han dejado de actuar con relativa
impunidad, en las zonas rurales de los estados fronterizos: Zulia,
Táchira, Apure y Amazonas, y hasta de estados de elevada vocación
agrícola del centro occidente del país, como Lara y Portuguesa, en las
acciones que le son propias: narcotráfico, contrabando, secuestro,
extorsión, cobro de “vacuna”, desplazamiento de pobladores y asesinatos por encargo.
Las
acciones terroristas desarrolladas durante las guarimbas de 2014 y
2017; los asesinatos atroces de camaradas como Eliécer Otaiza y Robert
Serra y su asistente María Herrera; varias casos de asesinatos
acompañados de desmembramiento de los cadáveres, entre otras acciones de
clara factura paramilitar colombiana ponen en evidencia que las células
paramilitares colombianas que hacían vida latente ya han entrado en
actividad en connivencia con elementos de nuestro lumpen delincuencial.
Ponen en evidencia también la existencia de una cantidad nada
desestimable de venezolanos opositores, a juzgar por su participación en
las guarimbas de 2014 y 2017, entrenados en Colombia en las técnicas
aprendidas del sionismo terrorista internacional, que al parecer sólo
adolecen de la falta de organización de la que adolece la
contrarrevolución toda, para poder conformarse como un verdadero
ejército paramilitar. Las células armadas dirigidas por Oscar Pérez,
exfuncionario del CICPC y por el desertor militar Juan Caguaripano,
afortunadamente ya desmontadas por los organismos de seguridad del
estado venezolano, trataban de ser el germen de ese ejército paramilitar
que habría de intentar una disputa con los organismos institucionales
por el control de porciones de nuestro territorio, tal como lograron
hacerlo exitosamente en Libia y lo siguen intentando hacer en Siria, en
ambos casos con el descarado apoyo militar de la OTAN.
Ya
para terminar este preámbulo debo decir que es un hecho comprobado,
señalado además recientemente en un comunicado de la cancillería
venezolana emitido a propósito de la actitud negligente y tendenciosa
del actual gobierno de Colombia ante los hechos objeto de estas notas (5),
que los sucesivos gobiernos burgueses de Colombia han evidenciado
durante los últimos sesenta años una manifiesta incapacidad e inacción
ante las flagrantes operaciones de grupos violentos de ese país en
nuestra zona fronteriza, cuyas acciones han causado, pérdidas humanas y
materiales incalculables a la República Bolivariana de Venezuela.
Y es que como señala el mismo comunicado: “Para
el Gobierno y la sociedad de Venezuela durante décadas ha representado
una carga onerosa disponer de ingentes recursos humanos, económicos y
financieros para garantizar su seguridad, procurando evitar el desborde
permanente de la violencia, el narcotráfico y la criminalidad que se
originan, desarrollan y multiplican en Colombia”.
Entrando
ya en materia debo comenzar diciendo que el ataque militar que
constituye el tema central de estas notas es el ocurrido en la tarde del
domingo 4 de noviembre, cuando integrantes de la Guardia Nacional
Bolivariana (GNB) fueron emboscados por grupos armados colombianos en el
barrio Escondido del municipio Atures, estado Amazonas; un malhadado
suceso en el cual perdieron la vida al menos tres jóvenes soldados
venezolanos y resultaron heridos no menos de otros diez.
Al informar sobre el suceso el general en jefe Vladimir Padrino López, ministro de la defensa, señaló textualmente: “Este
infame acto, surge como represalia después de la captura de nueve
paramilitares colombianos a quienes se les incautaron armas de guerra y
consecuentemente fueron puestos a orden del Ministerio Público” (6).
Muy
pocas horas después de la ocurrencia de ambos sucesos, una foto
filtrada de la reseña hecha por la delegación del CICPC-Amazonas de uno
de los paramilitares capturados y un twit del conocido periodista
tarifado de la contra Javier Ignacio Mayorca, contentivo de dos cédulas
de identidad venezolanas con las fotos del reseñado, expedidas a nombre
de Gabriel Alfonso Ariza Suárez, a quien el “experto criminalista Mayorca” identifica
como el jefe militar del ELN Luis Felipe Ortega Bernal, tal como se
muestra en una publicación de uno de los portales más emblemáticos de la
contrarrevolución (7),
han servido de base para imponer la matriz mediática de que en efecto
el paramilitar capturado es el citado jefe militar del ELN, ya que como
podría comprobarse a partir de una breve búsqueda con Google, el “hallazgo”
y las conclusiones de Mayorca fueron ampliamente difundidas por una
innumerable cantidad de medios digitales de la contra tanto en Venezuela
como en Colombia.
No obstante, como la mentira tiene patas cortas, al día siguiente el blog de investigación “La Tabla”,
con una serie de twits emitidos desde su cuenta @latablablog, logra
demostrar de manera fehaciente que el paramilitar reseñado no puede ser
Luis Felipe Ortega Bernal (a) “Garganta”. En efecto, los textos de los twits apoyados con fotografías (8) demuestran que: el ciudadano reseñado no tiene parecido físico alguno con (a) “Garganta”,
como puede apreciarse de la comparación con una foto del citado jefe
guerrillero; y que el paramilitar reseñado, identificado como Gabriel
Alfonso Ariza Suárez, si tiene un extraordinario parecido físico con
Jhan Carlos Amaya, un comerciante de Santander que, si bien fue acusado
de ser el jefe guerrillero “Garganta”, motivo por el cual estuvo
preso en Colombia desde el 2013 hasta el pasado 07 de septiembre, fue
puesto en libertad luego de que una prueba de ADN demostrase su
inocencia. Casi al mismo tiempo un miembro de la alta dirección del ELN
negaba que el ciudadano capturado fuese su compañero (a) “Garganta”, a la vez que decía, palabras más palabras menos, que sus compañeros sólo eran capturados, heridos o muertos.
No tengo duda alguna sobre que esta gigantesca “olla”
montada por la canalla mediática nacional e internacional ha tenido
como propósito el apoyar unas falaces declaraciones ofrecidas al “Diario de las Américas” el pasado 02 de noviembre (9), por el embajador de Colombia en EE UU, Francisco Santos, en las cuales señala sin ningún pudor que el “ELN es un grupo paramilitar del gobierno venezolano”, que es utilizado “para hacer las cosas sucias que no hace la Guardia Nacional”, y que por ello le hacen encargos como “trabajos” en las zonas mineras, asesinatos en distintos lugares para ejercer control y para usarlos como grupo paramilitar.
La
bastarda intención del gobierno forajido colombiano de criminalizar al
gobierno revolucionario atribuyéndole nexos ilegítimos con el Ejército
de Liberación Nacional (ELN), grupo insurgente colombiano de orientación
marxista-leninista, al que vinculan alegremente con la explotación y
comercialización del oro proveniente del llamado “Arco Minero del Orinoco”
es puesta en evidencia por unas infelices y absurdas declaraciones de
Américo De Grazia, reproducidas el 07 de noviembre por el escualidísimo
portal Venepress (10). Es el caso, que el diputado De Grazia, que más bien debería llamarse “Desgracia”,
por haber traicionado al pueblo bolivarense que ha venido creyendo en
él y por su larguísima y fructífera trayectoria delictiva vinculada a la
explotación ilegal de oro, ha tenido el tupé de decir que todo el oro
venezolano, como el que se ha dicho falazmente que vendimos
recientemente a Turquía (11), pasa primero por las manos del ELN.
Apenas el día de ayer el diario londinense “The Times”
ha publicado una noticia que de no ser por el carácter de forajido que
sabemos tiene el gobierno de los Estados Unidos, así como los de sus
lacayos de Colombia y el Reino Unido, sería imposible de relacionar con
los hechos antes mencionados. La noticia de “The Times”, recogida en un artículo de RT (12) del
mismo día, da cuenta de que el Banco de Inglaterra (BoE, por sus siglas
en inglés) se está negando a liberar al país alrededor de $ 550
millones en oro propiedad de Venezuela, porque según la afirmación del
regulador británico existe una creciente incertidumbre sobre las
intenciones de Caracas para las 14 toneladas de lingotes de oro. La
noticia, que ha sido ya replicada con no poco entusiasmo por portales
de la contra venezolana como “PANAM POST” (13),
añade que según informes, se espera que el gobierno venezolano
proporcione una aclaración sobre sus planes para el oro, ya que "Existe la preocupación de que Maduro pueda tomar el oro, que es propiedad del estado, y venderlo para beneficio personal".
Es
por ello que no resulta en nada aventurado el asumir que toda esta
funesta y mortífera trama, incluyendo: las declaraciones de Santos desde
Washington, relacionando al ELN con el gobierno venezolano y la minería
de oro en la zona, el pasado 02 de noviembre; la captura de los
paramilitares colombianos, presumiblemente a causa de una delación de
las mismísimas autoridades colombianas, el 04 de noviembre en la mañana;
el malhadado ataque a los efectivos de nuestra GNB, el 04 en la tarde;
la atribución de una falsa identidad a uno de los capturados para
inculpar al ELN del ataque, el 04 de noviembre al final de la tarde; así
como las infelices declaraciones del diputado “Desgracia”,
atribuyendo al ELN el control de la explotación y comercialización del
oro venezolano, difundida el 07 de noviembre, fue urdida por el gobierno
del imperio en connivencia con el gobierno de Colombia, con el
propósito de hurtarnos el oro cuya entrega estábamos gestionando, para
de esta forma seguir estrechando el cerco económico-financiero que nos
han impuesto. Por todo ello es que me atrevo a decir, parafraseando al
Che, que con Colombia… ni un tantico así.
¡Hasta la Victoria, Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(2) http://www.noticias24.com/…/ ex-paramilitar-colombiano- conf…/
(3) http://www.laiguana.tv/…/ 13720-uribe-paramilitares-auc- ejec…
(4) https://es.wikipedia.org/wi…/ Autodefensas_Unidas_de_ Colombia
(10) https://venepress.com/local/ Oro-venezolano-que-se-vende-a- Turquia-pasa-primero-por- ELN1541620165252
Caracas, noviembre 10 2018