Me alegra la decisión del Grupo
de Lima. No podía ser otra. El Grupo de Lima es la esencia de la oligarquía
latinoamericana y las mafias asociadas (incluyendo vendedores de armas y
drogas). Son los que se han hecho ricos vendiendo al imperio corporativo capitalista
las riquezas de sus países dejando las ganancias en sus bolsillos. Es la lucha
de clases que se está agudizando en estos últimos años en todo el mundo.
Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia y ahora México son malos ejemplos (bastaba
ver la cara de Peña Nieto durante la toma de posesión de López Obrador). Cuando
las contradicciones de clase se agudizan las posiciones se radicalizan. Eso
está claramente pasando en Latinoamérica. Bolsonaro, Piñera, Macri, Lenin,
Duque son los rostros visibles de la ultraderecha radical y violenta, dispuesta
a iniciar enfrentamientos internos y externos (total en una guerra siempre
mueren los pobres). Para ello tienen el apoyo del imperio. Un imperio cada día
más decadente y reacio a rectificar. Un imperio que está perdiendo el apoyo de
Europa que enfrenta movimientos sociales que ya no se diluyen entre derecha e
izquierda, sino que asumen la lucha de las grandes mayorías pobres contra las
minorías ricas; lo que se conoce y denomina como 99% contra el 1%, los de abajo
contra los de arriba. Un imperio que ve cómo el ombligo económico del mundo se va
trasladando inexorablemente del eje Londres-Nueva York al eje Moscú-Beijing-Shanghái-Tokio-Seúl;
basta ver las estadísticas del crecimiento del producto interno bruto anual de
cada una de las regiones de los últimos diez años (ver por ejemplo www.tradingeconomics.com).
La decisión del Grupo de Lima nos
victimiza, nos coloca cómo líderes del movimiento de liberación
Latinoamericano. Un movimiento que nacerá producto de la contraofensiva a la
radicalización de la oligarquía latinoamericana y la injerencia del imperio a
los asuntos internos. Argentina hace tiempo que está movilizada contra el
neoliberalismo de Macri, ¿cuánto tardarán los obreros brasileños en enfrentar
el clasismo de Bolsonaro? Lo mismo sucederá en Ecuador y Chile. ¿Y Colombia? La
liberada por Venezuela, cuyas tropas al mando del Libertador Simón Bolívar
derrotaron a los españoles en batallas definitivas en los suelos de la entonces
Gran Colombia. Colombia, la consentida del Libertador, tomada militarmente por
el imperio por siete bases que duelen como alfileres, convertida en la primera
productora de drogas del planeta con todo el daño que ese sucio negocio produce
en la sociedad, explotada a saco por las corporaciones internacionales (vean
las estadísticas económicas de Colombia de los últimos diez años en www.tradingeconomics.com) tendrá que
ser liberada de nuevo.