Publicado por: jjon: enero 10, 2019
Por: Julio Escalona
Para resumirlo de manera sencilla, con todo respeto
diré, que no debería ser una ratificación de “la política de precios acordados”
y la transferencia de dólares de la renta petrolera al capital privado. Tampoco
el sistema de transferencia beneficios al pueblo regalándole bienes. Tampoco un
sistema de transferencia fundado en la colocación de precios de mercado. Debe
establecerse un sistema de retribución solidaria, que he explicado en otros
escritos de manera reiterada.
Por supuesto, el presidente es plenamente soberano para
tomar sus decisiones. Yo sólo recojo, de manera solidaria para con el
presidente y para con el pueblo, las opiniones y sentimientos que recojo en la
calle y deseo, sinceramente, que las decisiones presidenciales sean aplaudidas
por la gente. El presidente sabe que cuenta con mi solidaridad y afecto. Pero
la crítica y las alertas también son parte de la solidaridad. Esas asambleas en
las que a veces se convierte el metro, intuyen que vienen tiempos difíciles. En
paz se pueden vivir de manera menos cruenta.
El significado de las decisiones de los gansters del
Grupo de Lima
El presidente Nicolás Maduro tomó posesión el 10 de
enero bajo las condiciones establecidas en el artículo 231 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela. Es decir, ante el Tribunal Supremo de
Justicia. Este hecho, imprescindible para consolidar nuestra soberanía e
independencia, lo defenderemos bajo cualquier circunstancia.
Los gansters del Grupo de Lima, títeres de Donald Trump
tienen, entre otros propósitos, frustrar los procesos de profundización de la
democracia que vivimos, desmoralizando al pueblo mediante las operaciones de
guerra psicológica, el bloqueo económico, comercial y financiero y paralizar la
necesidad, como parte de dicho proceso, de juzgar, detener, encarcelar y
expropiar a la quinta columna corrupta y traidora, pues muchos de los miembros
de dicha quinta columna son cómplices que terminan milmillonarios, huyendo a
EEUU para culminar la traición, cooperando allá con los intentos criminales para destruir nuestro proceso venezolano.
Los
gansters políticos del Grupo de Lima no tienen
autoridad para juzgar, reconocer o desconocer a gobierno alguno.
"Desconocen" el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela como
parte
de un plan de intervención extrajera propiciada por el presidente de
EEUU,
Donald Trump, con la finalidad de derrocar al Gobierno Bolivariano.
Está planteada una agresión contra la soberanía de
nuestra patria, que puede desencadenar una intervención militar que provocaría
destrucción, crímenes, muertos, heridos, hambre, etc., configurando un delito de
lesa humanidad. Por tanto, los venezolanos que lo apoyen, son traidores a la
patria y deben ser enjuiciados como tales.
La Asamblea Nacional Constituyente debe estudiar esta
situación y tomar medidas legales contra los traidores y señalar acciones en el
campo de la diplomacia para aislar a Donal Trump y sus lacayos del Grupo de
Lima.
Como parte de este proceso de defensa de la patria y
particularmente de nuestra economía, es necesario que el vicepresidente
correspondiente le explique al pueblo a través de la ANC la política de
“precios acordados”.
Consolidaremos el bloque histórico de clases explotadas
que liberará la patria y construirá el socialismo.
Iremos construyendo la unidad cívico-militar en cada
barrio, en cada pueblo, en cada fábrica, en cada comuna.
No nos rendiremos. Lucharemos en cada barrio, en cada
pueblo, en cada esquina, en cada llano, en cada montaña, en cada playa, en cada
vuelta de camino, defendiendo la patria con la luz de la paz, la justicia y el
amor, que incendiará los amaneceres con libertad y democracia.
El pueblo venezolano defiende y defenderá al presidente
Maduro, pues es una manera de defender la constitución de la República
Bolivariana de Venezuela y el proceso de construcción de opciones libertarias
que el pueblo intenta cotidianamente y que la guerra puede destruir.
Las campesinas y los campesinos, las obreras y los
obreros, las y los intelectuales, las y los estudiantes, las valerosas e
imprescindibles mujeres de todos los lugares y sectores, las pequeñas y los
pequeños empresarios y medianas empresarias y medianos empresarios patriotas,
las comuneras y comuneros y todos los que soñamos en una patria libre y
soberana, todas y todos los que lanzamos nuestras palabras al viento
convertidas en flechas de esperanza en un mundo mejor, en puños de hierro, de
amor, de fuego, que enfrentan y derrotan la amenaza imperial no permitirán que
unos gansters mimetizados como presidentes, consumen una evidente agresión
contra nuestra patria.
Lucharemos en cada barrio, en cada pueblo, en cada
esquina, en cada llano, en cada montaña, en cada playa, en cada vuelta de
camino, con el corazón y el alma henchidos de amor, de paz, de sueños que se
construyen con las manos, con el cerebro y ojalá no hagan falta el fusil y la
metralla.
No queremos la guerra, pero no nos rendiremos:
rezaremos, cantaremos, sembraremos, produciremos, marcharemos, declamaremos,
pero si vienen con los cañones del odio, con los fusiles que quieren arrasar
los campos, las bombas destructoras de vida, de sueños, de ciudades, toda la patria
se convertirá en un campo de batalla, desde las grandes plazas hasta el último
rincón donde tenga que refugiarse la esperanza para lograr la salvación de las
niñas y niños, de las semillas que representan la simiente que reconstruirá a
Venezuela, que salvará a nuestros dioses de amor, de fe, que son los que nos
ayudan y ayudarán a levantar nuestras banderas de hoy y de mañana. Nuestras
banderas de amor que destruyen el odio y mantienen eternamente las flores de
los versos de José Martí:
“Cultivo una rosa blanca en junio como en enero, para
el amigo sincero que me da su mano franca. Pero, “para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo”, levantaremos la chispa que incendiará toda la pradera
donde los imperialistas, sus lacayos, los quinta columnistas, los traidores se
quemarán por la resistencia y avance de los soldados, milicianos y oficiales de
nuestra gloriosa FANB, que no será un simple aparato militar, sino todo el
pueblo (obreros, campesinos, estudiantes, amas de casa, escritoras y escritores,
periodistas, artesanas y artesanos, pintoras y pintores, escultoras y
escultores, arquitectas y arquitectos, poetisas y poetas, novelistas,
profesionales de todas y todos los oficios y creaciones, los LGBTI) en fin, un
pueblo unido que jamás será vencido.
Nunca el odio será nuestra bandera. No imitaremos a los
imperialistas que sólo saben sembrar la muerte. No, nunca nos separaremos del
derecho internacional humanitario, nunca dejaremos dialogar de con el que pueda
haberse equivocado, con el que decida avanzar contra el enemigo imperial
independientemente de las diferencias que se mantengan. Si los imperialistas se
lanzan a la guerra, que no queremos, será una guerra de todo el pueblo: con los
que siempre han visto la luz de la dignidad y el patriotismo, con los que en un
momento dado no han sabido qué hacer, con los que por inconsciencia se han
colocado contra la patria, pero decidan rectificar, con todos los que
manteniendo visiones diferentes, decidan luchar contra el enemigo común, en
fin, el pueblo pleno de organizaciones con la frondosidad vegetal que se
extiende por todos los suelos, caminos, ríos, mares, montañas de nuestra amada
patria, va uniendo a todas y todos los que puedan ser unidos, porque nosotros
no somos criminales ni nuestro corazón ni nuestra alma pueden contaminarse por
el odio de los imperialistas y sus lacayos. Porque la unidad no puede hacer
desaparecer la diversidad, ni juntarnos significa que seamos una tabla rasa.
Pero, si se desata la guerra multifacética que se va
desenvolviendo, pero sin duda criminal, llena de traiciones, simulaciones,
confusiones, dobles caras, falsas noticias, etc., es necesario comprender que
los debates ni la disciplina pueden desenvolverse como si estuviéramos en las
circunstancias de una democracia participativa y protagónica. Una cosa es el
debate y el diálogo en esas condiciones y otra en condiciones de una guerra que
tiene entre sus maneras de desenvolverse sembrar la desconfianza, la duda, el
descontento, el reclamo permanente, etc.
Nosotros no queremos la guerra, nosotros somos soldados
de la paz, pero tenemos el legítimo derecho a la defensa. Pero el derecho a la
defensa no significa que nos convirtamos en criminales llenos de odio echando
espuma por la boca. Nunca podemos perder nuestra humanidad. Esto es lo que nos
distingue de los criminales. El presidente Chávez fue un cristiano consecuente.
El presidente Maduro le está dando prioridad a la paz y nunca nos apartaremos
de ese camino, pues apartarse de él es apartarse de Dios, el Dios de los
pueblos, no el de los traidores a Dios que forman la alta jerarquía
eclesiástica, que en verdad creen en el dios (con minúscula) de los Bolsonaros,
que principalmente se ocupan de distribuir el opio que corrompe a los pueblos y
los conduce por el camino del infierno.
A los gansters del cartel de Lima les decimos, no
intenten incendiar a Venezuela porque ese fuego se les puede devolver. No hay
cortafuego que logre detener el que puedan crear los pueblos bolivarianos
unidos. No intenten agredir a un pueblo bravío. No le echen leña al fuego,
porque se pueden quemar. Ya una vez este pueblo venezolano cruzó fronteras para
liberar. La diferencia hoy es que hay un pueblo colombiano, ecuatoriano,
peruano, latinocaribeño, que está luchando con valentía por liberarse de las
cadenas y tiene los martillos para romperlas. Pueblos que pueden unirse y
romper no sólo las cadenas que nos oprimen, sino también las murallas y, sobre
todo, las bóvedas de los bancos que nos roban y las de los capos de la droga
que nos envenenan.
La Asamblea Nacional Constituyente puede ser el gran
espacio para el diálogo político, con una destacada participación de las
organizaciones populares, las comunas, las y los empresarios patriotas, las
organizaciones políticas de todas las tendencias, reconociendo que la CRBV le
otorga facultades muy claras al presidente de la República en las decisiones
políticas trascendentes.
El pueblo debe volcarse a las calles pacíficamente y
con una gran conciencia política y utilizando las asambleas de ciudadanas y
ciudadanos para tomar decisiones que según la CRBV, artículo 70, tienen
carácter vinculante y el artículo 51 de la misma constitución, que le otorga a
los venezolanos el derecho de petición y a los funcionarios públicos, la
obligación de responder y resolver. En fin, todos los sectores sociales deben
asumir firmemente la democracia participativa y protagónica, hacerla propia y
tomar las decisiones necesarias para garantizar la convivencia pacífica y la
prosperidad de todos los ciudadanos, unidos y reconciliados dialogando sobre
las diferencias, transformándolas en un camino liberador a partir de su
reconocimiento y garantías de libertad de expresión, tal como lo establece
nuestra constitución.
Esto debería conjurar la violencia o desenmascarar a
los que quieren la guerra, lo que podría neutralizarlos.
Con los corruptos y la quinta columna no puede haber
unidad.
Ellos no sólo han roto la unidad, sino que de hecho han
estado conspirando contra el pueblo de Venezuela, actuando al lado de los que
nos bloquean, los que generan escasez, inflación inducida, hambre,
enfermedades, lágrimas, devaluación de nuestra moneda, etc. No podemos hacer
borrón y cuenta nueva. Muy probablemente nos seguirán traicionando y en
momentos decisivos pueden inclinar la balanza a favor de los intereses
imperiales.
Una posibilidad que podemos estudiar para aceptarlos al
lado del pueblo que han traicionado, es que se arrepientan, reconozcan su
error, devuelvan el capital que han sustraído y acepten una sanción, que
mientras dure la guerra podría quedar suspendida, y reconsiderada, una vez que
la guerra haya concluido. Tienen que demostrar que pueden seguir siendo
patriotas.
En medio de la batalla hay que seguir trabajando en las
actividades que puedan ser consideradas como civiles.
Tenemos que producir los alimentos del espíritu y el
cuerpo. Esa es una tarea de todos. Especialmente, tomando el camino de esas
comunas heroicas que ya están produciendo dichos alimentos.
Debemos mantener todos los servicios civiles y
particularmente la distribución democrática de los alimentos, las medicinas,
etc. Mantener el cuidado a los enfermos, a los ancianos, a los niños, etc.
¡Salvaremos, construiremos y reconstruiremos la patria!
¡No más dólares para los que nos oprimen!
¡Destituyamos a los que elaboran una política económica
que destruye la política salarial del presidente Maduro!
¡No a los que tratan de acordar precios con la
burguesía proimperialista que quiere derrocar al gobierno bolivariano y que no
es capaz de producir una mazorca de maíz!
¡Salvemos la patria y al gobierno bolivariano!
¡Construyamos la gran red nacional comunera,
antiimperialista y bolivariana!
¡Chávez vive, la lucha y la patria siguen!
¡Gloria a Dios en las alturas y gloria y paz en la
tierra a los hombres y mujeres que luchamos por la paz, el diálogo y la
esperanza de que la patria latinocaribeña unida y en lucha jamás será vencida!