Por Peter Koenig
Como sabemos, casi todo está conectado: las cosas no coinciden por casualidad.
Intentemos conectar los puntos.
La ingeniería meteorológica y climática está ahora oficialmente admitida al menos por una agencia meteorológica, la AEMET española (ver referencia más abajo).
Se dice que al menos 70 países de todo el mundo poseen esta tecnología en un grado más o menos sofisticado. La tecnología en sí misma ya se había desarrollado desde 1940.
Esto explica las inundaciones extremas que sufrió España en las últimas semanas/meses, las inundaciones extremas en Arizona, los huracanes e inundaciones en Carolina del Norte, los huracanes y tifones devastadores en el sudeste asiático y más. Las ondas electromagnéticas en la geoingeniería pueden incluso causar terremotos.
La conexión con el engaño occidental sobre el cambio climático resulta clara: se hace para que nosotros, los “idiotas”, sigamos creyendo que el clima está cambiando porque utilizamos demasiados hidrocarburos y emitimos demasiado CO2. No pueden comprender que nosotros, los “idiotas”, sabemos que el CO2 es tan importante para nuestra vida en la Tierra como el oxígeno y que, de hecho, el oxígeno no existiría si no hubiera CO2 (alimento para las plantas), que se absorbe y se transforma en oxígeno en un proceso llamado fotosíntesis.
¿Qué tiene esto que ver con los misiles rusos?
A medida que la gente se da cuenta de los fraudes y las mentiras occidentales –y el imperio se está derrumbando–, no hay duda de que este imperio hará lo que sea necesario para arrastrar al abismo a la mayor parte posible del resto del mundo. Siguiendo el lema, como debe ir el imperio, también deben hacerlo las masas de gente inocente, sus supuestos enemigos como Rusia y China, y quieren que su guerra por poderes en Ucrania se convierta en una guerra nuclear totalmente destructiva, pensando que ellos, la élite, se pondrán a salvo en sus búnkeres preparados durante años en Nueva Zelanda y otros lugares “seguros”. No bromeo.
Rusia ha desarrollado armamento de última generación –mucho de él táctico– que causa un mínimo de daños humanos, pero destruye instalaciones y depósitos de fabricación de armas, así como infraestructura vital que Occidente necesita para llevar a cabo sus guerras con su máquina asesina, llamada OTAN.
Hace unos días, el presidente Putin insinuó a Occidente y a la OTAN: “Si quieren guerra, pueden conseguirla, pero terminará en 15 minutos” (paráfrasis, véase el análisis de Drago Bosnic) .
Se refería al misil supersónico Oreshnik, guiado a distancia, que puede disparar desde una base de la OTAN a otra, dejar caer su carga útil y acabar con varias bases de la OTAN con bombas tácticas de alta energía, no nucleares y totalmente pulverizadoras; y eso, antes de que Occidente empiece a darse cuenta de lo que está sucediendo.
Después de que la OTAN, a través de Kiev, lanzara tres misiles de largo alcance de fabricación estadounidense y británica/francesa hacia el interior de Rusia, Putin lanzó un Oreshnik supersónico hacia Ucrania para destruir una planta de fabricación de armas y un depósito de armas. Lo calificó de prueba y de advertencia de lo que vendría.
Como era de esperar, la arrogancia abrumadora de Occidente simplemente se rió y dijo que Putin estaba fanfarroneando y que no debía impresionarse por su arma supersónica que no puede ser interceptada por NINGÚN sistema antimisiles del mundo.
Hace unos días, Rusia emitió una “notificación” en inglés sobre qué bases militares occidentales y de la OTAN podrían ser atacadas antes del 30 de noviembre. Eso fue el sábado pasado. Tal vez se abstenga de hacerlo, siempre y cuando la OTAN se abstenga de enviar más misiles de largo alcance a Rusia.
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Peter Koenig es analista geopolítico y ex economista sénior del Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud (OMS), donde trabajó durante más de 30 años en todo el mundo. Es autor de Implosion – An Economic Thriller about War, Environmental Destruction and Corporate Greed; y coautor del libro de Cynthia McKinney “When China Sneezes: From the Coronavirus Lockdown to the Global Politico-Economic Crisis” (Clarity Press – 1 de noviembre de 2020).
Peter es investigador asociado del Centro de Investigación sobre Globalización (CRG) y miembro sénior no residente del Instituto Chongyang de la Universidad Renmin de Pekín.
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