La cátedra de Pedro Durán se había convertido en una tribuna de debate y concientización de los adolescentes. Su prédica traspasó las paredes del salón de clases y en los pasillos del colegio se comentaba también la tropelía humana contra el maravilloso río Mucujún.
"Como les comentaba, muchachos, la tierra de los mucujúnes fue escenario de mitos desde la llegada de los humanos a los Andes. Uno de ellos nos habla de Mistaguay, soberana de las aguas. De su nacimiento y protección por guerreros audaces. Historias maravillosas relacionadas con la fertilidad de esa zona", comenta el docente en un nuevo encuentro académico.
Y prosigue: "Estos relatos chocan dialécticamente, a partir de los años '50 y '60, con viles intereses individuales. El afán de lucro y la inconsciencia tomaron el control de la conducta de algunos vecinos. Por supuesto, ello obligó al pronunciamiento necesario de la autoridad."
"Así", apunta, "en mayo de 1970 el Concejo Municipal de Libertador emite un decreto muy importante firmado por su presidente, Reinado Chalbaud Zerpa."
Carlos toma detalles de la explicación al mismo tiempos en que Jorge se asombra. Milton no deja de mirar a Verónica, quien con el ceño fruncido espera más datos del denodado profesor.
Él recorre con su mano en el mapa toda la cuenca del Mucujún y dice: "Escuchen lo establecido en el artículo 4 del documento oficial: "En la zona queda terminantemente prohibido verter aguas negras o que provengan de desechos industriales, en todos y cada uno de los ríos, quebradas, riachuelos, lagunas y, en general, cursos de aguas naturales o artificiales existentes o que llegaren a existir ..."
Después de un minúsculo silencio, sentencia, "aún estamos en deuda con lo establecido aquí."
Manuel Amarú Briceño Triay
Mérida, 17 de mayo de 2025