José Sant Roz
(En la foto vemos al asesino y exmarine Dahud Hanid Ortiz, y al lado a las tres personas que asesinó en Madrid)
- El exmarine, Dahud Hanid Ortiz asesinó a tres migrantes en Madrid, y como eran migrantes, pues el gobierno de Pedro Sánchez no ha hecho nada por reclamarle a Trump, el por qué lo incluyó en un canje para liberar a los 252 venezolanos, retenidos en el campo de Concentración de Bukele, el CECOT. El ex marine asesinó en un bufete a dos cubanas y a un taxista ecuatoriano en un arrebato de celos. El pobre ecuatoriano estaba buscando en ese momento unos documentos para resolver el caso de la residencia de su mujer en España, y mató al ecuatoriano creyendo que era el dueño del bufete un tipo de nombre Víctor Salas quien supuestamente se estaba acostando con su mujer, una tal Irina Treppel.
- Los asesinos seriales, son una creación exclusiva de la cultura norteamericana, y a veces los gringos se admiran cuando uno de estos asesinos aparece en otro país. Por eso apoyaron durante décadas a asesinos como François Duvalier, a Pinochet, “Chapita” Rafael Leonidas Trujillo, Alfredo Stroessner, Jorge Rafael Videla, a los Somoza, a Juan Vicente Gómez…, Y ahora, en esa obsesiva decisión del Orange Pig (Trump) de hacer America great again, los yanquis están clamando por los derechos humanos de otro gran asesino serial como, por ejemplo, Dahud Hanid Ortiz, liberado junto con otros 10 criminales terroristas, presos en Venezuela. La clase de política de los latinoamericanos a la que pertenece Trump, están pegando el grito en el cielo para que no condenen al otro abominable narcoterrorista de Álvaro Uribe Vélez. Con esa decisión de hacer grande America again, los estadounidenses protegieron durante décadas también al monstruoso asesino de Luis Posada Carriles, y por las mismas razones exigen que no le toquen un pelo a la espantapájaros de María Corina Machado. Porque tanto MCM como Juan Guiadó están a pidiendo que a Uribe no lo condenen.
- Para seguir haciendo AMERICA GREAT AGAIN, viene EE UU y sanciona a Brasil con aranceles del 50%, y le revocan la visa al magistrado a cargo del juicio, Alexandre de Moraes por haber condenado al expresidente Jair Bolsonaro por asociación criminal armada y golpe de Estado. Y para darle mayor fuerza a las decisiones de Trump, apoyando a Uribe, 28 hideputas expresidentes, cuidándose en salud, firman carta de apoyo a Uribe: Iván Duque (Colombia), Mauricio Macri (Argentina), Lenin Moreno (Ecuador), Vicente Fox (México), Felipe Calderón(México), José María Aznar (España), Mariano Rajoy (España), Carlos Meza (Bolivia), Tuto Quiroga (Bolivia), Eduardo Frei (Chile), a los pedófilos Andrés Pastrana (Colombia) y Óscar Arias (Costa Rica); a Jamil Mahuad (Ecuador), Guillermo Lasso (Ecuador), Mireya Moscoso (Panamá), Federico Franco (Paraguay), Juan Carlos Wasmosy (Paraguay), Hipólito Mejías (República Domincana), Luis Alberto Lacalle (Uruguay), Julio María Sanguinetti (Uruguay), Juan Guiadó (Venezuela), Luis Fortuño (Puerto Rico),…
- Por eso, pues, para hacer grande America Again, y sostener los valores democráticos, EE UU repatrió desde Venezuela (a cambio de los 252 venezolanos secuestrados en El Salvador) al asesino serial Dahud Hanid Ortiz y a otros 10 terroristas gringos. Las familias españolas de los tres asesinados por Dahud Hanid Ortiz no se explican por qué Trump guarda un extraño mutismo sobre este asesino. La señora Yaimara Osorio aclara que han pasado nueve años desde que su madre fue asesinada desde que el exmarine estadounidense Dahud Hanid Ortiz mató a tres personas en un despacho de abogados de Madrid, pero ahora ha sido liberado por Trump luego de haber pasado solo seis años y nueve meses producto de un canje de presos de ese país con Venezuela, donde cumplía una condena de 30 años. Las familias de las tres víctimas de este asesino están hundidas, pero las autoridades españolas han ignorado su dolor.
- Refiere el diario “El País” que las familias de las víctimas se enteraron de la liberación de Dahud Hanid Ortiz el lunes 21 de julio de 2025, que les llamó el dueño del despacho, Víctor Salas, “el hombre a quien el asesino iba buscando en un ataque de celos por haber tenido una relación amorosa con su mujer, Irina Treppel. Ese fin de semana, la Policía alemana había avisado a Irina, que reside en aquel país, y ella llamó a Víctor. Indignado, el abogado sintió que debía hablar con los medios de comunicación, pero antes se lo comunicó a los familiares: “-Tengo que darte una muy mala noticia”, le dijo a Yaimara. Ella pensó que era algo relacionado con la indemnización como víctimas de un delito violento, que todavía están esperando. Lo que le dijo Víctor ni siquiera se le había pasado por la cabeza: “El asesino ha sido liberado como un preso político” Toma”.
- Sigue diciendo la nota: “Yaimara tenía una relación muy estrecha con su madre, Maritza Osorio Riverón, de 51 años. “Éramos como amigas, era mi compañera de fiestas”, cuenta. Relata lo duro que fue hace nueve años recibir la noticia del crimen por medio de un primo, correr al despacho, cruzar el cordón policial y encontrarse en la acera los cadáveres, cubiertos por sábanas. “Lo peor fue que me obligaron a reconocer el cuerpo. Esa imagen en la vida se me va a olvidar””.
- Según The New York Times, los funcionarios del Departamento de Estado han estado debatiendo sobre cómo explicar a la ciudadanía que repatriaban a un criminal en un grupo de presos políticos. “Esa inclusión torpedeaba la retórica de Trump sobre cómo él mantiene a los delincuentes fuera de sus fronteras”.
- Refiere la nota de prensa que “las tres víctimas de aquel crimen del 22 de junio de 2016 eran de origen extranjero y humilde. Maritza, la madre de Yaimara, era cubana. No se había hecho española… Llevaba años trabajando como secretaria en el despacho de Víctor Salas, situado en la calle Marcelo Usera 40, una calle muy transitada en el corazón obrero del suroeste de la capital. La otra empleada era la abogada Elisa Consuegra Gálvez, cubana de 31 años, que llevaba cuatro años en España y apoyaba con el papeleo al titular del bufete. Apenas unas semanas antes del crimen había conseguido homologar su título de Derecho. El cliente era el taxista Pepe Castillo Vega, ecuatoriano nacionalizado español, de 42 años. Había dejado el coche en doble fila con las luces intermitentes en la calle, para subir a recoger rápidamente los documentos para la renovación de la residencia permanente de su mujer. Minutos antes de entrar al despacho se había despedido de ella, con quien había tenido una relación de ocho años. El asesino lo mató creyendo que era el abogado, el hombre al que iba buscando”.