José Sant Roz
(El de la foto es Illia Golem, quien murió a los 36 años: pesaba 165 kilos y consumía 16 mil calorías por día, el fisicoculturista más monstruoso del mundo. Su dieta consistía en siete comidas por día. Sobre todo, comía carne y sushi. Para lograr su físico exuberante y alcanzar el crecimiento de los músculos, se inyectaba insulina. Y, por fuera poco, se inyectaba Synthol, una mezcla de aceite, lidocaína y alcohol benzilo, que actúa como implante para agrandar músculos. Así es EE UU).
- Pregúntense, ¿por qué EE UU nunca ha podido invadir a Cuba, salvó el intento en Bahía Cochinos, en abril de 1961? Porque Cuba jamás ha sido la Panamá de 1989, con Noriega quien carecía de verdaderas fuerzas armadas, de aviones de guerra, de misiles, tanques, unión o fuerza popular, apenas contaba con unos doscientos policías. Un estudio gringo reveló que para invadir Cuba y tomarla, tendrían que perder alrededor de 40.000 mariners. Eso sí, invadieron Grenada (una islita de 344 Km2), y llamaron a esa asquerosa y vil invasión con el cursilísimo nombre de “OPERACIÓN FURIA URGENTE”. Grenada, una islita sin defensa alguna, sin soldados, sin armas de largo alcance, y así y todos la tuvieron que invadirla con casi 10.000 mariners, y entraron, asesinando a 20 lugareños e hiriendo a cientos de pobres pescadores. Los gringos no se metieron en Irak sin previamente dejar indefenso a Saddan Husseín, con la falacia de que éste tenía armas de destrucción masiva y ante de invadirlo, metieron en ese país un montón de inspectores de la ONU (que estaban trabajando para EE UU) para lograr ubicar todos los puntos débiles que debían ser atacados antes de desatar el espantoso arrase que hicieron después con cientos de aviones y probar poderosas bombas. LOS GRINGOS SON COBARDES POR NATURALEZA, Y CAMPEONES EN DERROTAS. Son unos “super dotados” a fuerza de silicona, como esos físico-culturistas pura bulla, con cuerpos minados por las drogas. Un día de estos EE UU morirá producto de un infarto fulminante. Lo verán. Donde se han metido han acabado siendo derrotados, porque su estrategia es sólo hacer negocio con las armas, no ganar guerras.
- A donde los gringos han llegado con sus destructores, han provocado cientos de miles de muertos, millones como ocurrió en Irak, y luego se ha ido dejando desolación y muerte. Nunca llevaron la libertad a ningún lado, ni mucho menos progreso, sino horror y monstruosos asesinatos. Y siempre sus crímenes los han cubierto con un manto de mentiras, de bulos o de fakes news. Primero inventan y luego atacan para hacerle ver al mundo que son unos justicieros, unos libertadores que andan llevando la libertad por el mundo. Así hicieron en Vietnam, Irak, Afganistán, Libia, Cuba, Siria, República Dominicana, Haití, Guatemala,… y casi toda África, junto con sus pares los europeos.
- ¿Qué era Venezuela a principios del siglo XX?, ¿Quién en el mundo desarrollado recordaba a finales del siglo XIX a esta nación? ¿Existía, acaso? En el siglo XIX, hasta Fermín Toro tuvo la “genial” idea de que EE UU se anexara esta tierra porque para él no servía para nada, su gente era inútil, éramos un puñado de mulatos, negros e indios sin norte ni espíritu de desarrollo. Lo mismo que sostenía en la Nueva Granada el súper antibolivariano y muy santanderista, el letrado don Florentino González: “EE UU debe engullirse también a esta tierra” No tuvo la suerte don Florentino de ver, para llenarse de orgullo cuando EE UU le quitó de un tajo Panamá a Colombia. Eso de que nosotros debíamos ser engullidos por los gringos, de que nosotros no servíamos para nada, fue una idea muy debatida por élite pensante nuestra, algo muy común entre muchos intelectuales latinoamericanos.
- Nos dice Jorge Abelardo Ramos que Jorge Luis Borges resumía este complejo de los intelectuales latinoamericanos en dos epigramas: «América Latina no existe» y «Somos europeos en el destierro». Añade que “desde que Europa tomó posesión de América Latina a partir de la ruina del Imperio español, no solo controló el sistema ferroviario, las bananas, el café, el cacao, el petróleo o las carnes. Consumo una hazaña mucho más peligrosa: INFLUYÓ SOBRE GRAN PARTE DE LA INTELLIGENTSIA LATINOAMERICANA Y TENDIÓ UN VELO SUTIL ENTRE LA TRAGICA REALIDAD DE SU PROPIO PAIS Y SUS ADMIRADOS MODELOS EXTERNOS”. En este sentido, Rómulo Betancourt, siendo seudo bachiller se unió al coro de los que llamaban «mono» al presidente Cipriano Castro, haciéndose eco de lo que la prensa estadounidense publicó en su contra. Castro, según el Departamento de Estado, merecía el repudio de la civilización occidental, principalmente por las gotas de sangre negra e india que corrían por sus venas, y en eso estaba de acuerdo el banquero Manuel Antonio Matos y Rómulo Betancourt. Por eso se le caricaturizaba a Castro en la gran prensa mundial como a un «mico» en lo alto de una palmera buscando cocos.
- La plaga mayor sembrada por los gringos en el mundo, ha sido sembrar lacayos, tipos comprado como Rómulo Betancourt, como María Corina Machado. Con qué emoción y orgullo Betancourt recogía en su libro “Venezuela, política y petróleo”, las gloriosas amenazas del presidente de Estados Unidos Ted Roosevelt contra Castro, porque «Teddy hablaba un lenguaje que sonaba a restallar de fusta». Sostenía Betancourt: «El propio Castro había contribuido con su conducta irresponsable, a que se le tratase con insolencia doblada de desprecio. El déspota delirante, entre vaharadas de oratoria vargasviliana…» Cuando Betancourt se refiere a los abusos insultantes del «procónsul norteamericano Herbert Wolcott Bowen» contra Castro, agrega: «pero no toda la culpa era suya…» Ted Roosevelt, de la manera más vulgar y ofensiva para con el pueblo venezolano, catalogó a Cipriano Castro de unspeakeable villanous Little monkey (pequeño mono villano intratable), al tiempo que la prensa norteamericana lo calificaba de little Andean cattle thief (pequeño cuatrero andino).
- Ahora bien, ¿por qué a Betancourt le molestaba tanto que Castro, «el déspota delirante», fuese seguidor de la oratoria de José María Vargas Vila? Sencillamente, porque el poeta Vargas Vila escribía cosas como esta: «ved la zambra en el campo de batalla;/ ved, los conquistadores victoriosos;/ contemplando la odisea de ese pillaje;/ al grito de libertad, se lanzaron sobre Cuba, sobre las Filipinas, sobre Puerto Rico y, las hicieron suyas;/ se anunciaron como los hijos de Washington y, fueron los filibusteros de Walker;/ cayeron sobre seso pueblos, como el pie de un paquidermo y, aplastaron su corazón;/ así, agoniza entre sus brazos la República Cubana, la República Dominicana, la República Nicaragüense y la República de Panamá; así murió ahogada en sangre la República Filipina; así estrangulada por la mano amiga de los republicanos del Norte;/ en Cuba, la protección conquistada disfrazada; en Manila la batalla, conquista declarada; en Puerto Rico, la posesión, conquista tolerada; en Santo Domingo, la ocupación, conquista descarada; en Panamá, la intervención, conquista desvergonzada; siempre y doquiera la conquista;/ y, a este despojo vil lo llaman Victoria;/ y, escritores, pensadores, diaristas de nuestra América Latina, noblemente engañados por el miraje lejano, han aplaudido este engaño pérfido, esta burla a la generosidad humana, este zarpazo de un tigre disfrazado de Tartufo;/ y, deslumbrados por la Victoria, se han convertido al culto de la Fuerza;/ y, así, ¡se han empeñado en hacer creer a esos pueblos en la generosidad de aquel coloso, en ponerles como modelo la Gran República,…”.
- Es típico de los poderosos mafiosos norteamericanos el calificar de «little» (pequeño) a los que tienen el valor de no seguir sus viles directrices. En cambio, cuando los verdaderos y grandes asesinos, como son realmente «grandes criminales», entonces sencillamente son sus socios, sus colaboradores, y no se molestan en calificarlos. Este Ted se empeñó en insultar de la manera más repugnante a todos los latinoamericanos. Cuando los diputados del Congreso de Colombia intentaron oponerse a su proyecto de apoderarse de Panamá, los llamó «contemptible Little creatures» (despreciables pequeñas criaturas).
- Con cuanta perfección, pues, definía Vargas Vila la clase a la que pertenecía Rómulo Betancourt. Y, para concluir, el verdadero problema nuestro, según los gringos, es que tenemos mucho petróleo, todo el petróleo que ellos necesitan. Claro, petróleo, petróleo y más petróleo que succionó hasta hundir a Cabimas, la Standard Oil Company, los Rockefeller. Apenas comienza su libro “Venezuela, política y petróleo”,, Betancourt estampa esta frase esclarecedora de toda su admiración y persistente idolatría por la más estupenda familia petrolera del Norte: «[…] coetáneamente, un audaz hombre de negocios, John D. Rockefeller, avizoraba el porvenir de la mágica fuente de riqueza y echaba las bases de la que llegaría a ser la más gigantesca empresa industrial de los tiempos modernos: la Standard Oil». Admiraba al hombre que con el mayor descaro sostuvo: «La mejor manera de explotar petróleo es una dictadura petrolera». Y así será, las petroleras funcionarán hasta más allá de su muerte como verdaderos poderes fácticos. A Rómulo también le fascinaba el gran contendor de los Rockefeller, el holandés Hendrik Deterding (dueño de la Royal Dutch Shell), mejor conocido como el «Napoleón del Petróleo». Estas dos compañías, como quien manipula muñequitos de plomo, provocarán ríos de sangre en el continente latinoamericano: la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia, las distintas guerras que ha tenido Perú contra Ecuador, y la instauración de las voraces dictaduras y gobiernos títeres en Venezuela, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y México.