Cervantes

Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.

MIGUEL DE CERVANTES
Don Quijote de la Mancha.
La Colmena no se hace responsable ni se solidariza con las opiniones o conceptos emitidos por los autores de los artículos.

1 de septiembre de 2025

Nosotros mantenemos una contienda no resuelta con EE UU desde 1817, y que a los gringos aún les arde, no olvidan,… Vean esto…

 

José Sant Roz

  1. Si hay algo que le arde a EE UU, es la figura del Libertador Simón Bolívar. Saben que Bolívar es la contraposición en lo humano, en lo genial, en lo político, a George Washington, quien no pasaba de ser un próspero ganadero. En múltiples trabajos de historia, de sociología y de geopolítica, los norteamericanos, los llamados Think Tanks (sobre todo), suelen catalogar al Libertador de “Tirano de corazón”. Empecemos diciendo: de qué vale una revolución que no es ataca por los imperios de la tierra: asediada, satanizada, vilipendiada, … Lo fue sobre todo nuestra revolución de independencia. Bolívar se declaró en guerra contra el mundo de los canallas, traidores y tiranos. Bolívar solo, contra la Santa Alianza que era la OTAN de la época. Lo padeció la revolución francesa, la rusa y la mejicana. La revolución cubana ha sido una de las más atacadas en la historia universal, y lleva más de sesenta años en esta lucha. Y puede decirse que nuestra revolución de liberación de los imperios de occidente dio un gran salto de 1830 a 1998, cuando Chávez llega al poder.
  2. La primera guerra entre Venezuela y EE UU se dio en 1817, cuando los gringos comenzaron a suministrarles armamentos a los realistas españoles. El agente norteamericano Bautista Irvine vino con el plan de que continuásemos siendo colonia de España. Era un plan soterrado. Para nada le interesaba que nos independizáramos, porque podríamos convertirnos en una seria amenaza para la seguridad de los negocios mercantilistas del Norte. Irvine en su lenguaje artero y quejoso, viene y acusa de Venezuela de un “abusivo” apresamiento de dos buques gringos, y exige en su lenguaje bélico e imperialista que se les entregue y se les dé explicaciones. Se desata entonces un intercambio de correspondencia donde Bolívar asume el caso con todas las de un jurista experto en asuntos internacionales.
  3. El argumento principal que esgrime Irvine es que se le ha hecho daño a los NEUTRALES. ¡Cuándo en la historia de los últimos 200 años, los gringos han sido neutrales en algún conflicto internacional! Declara el gobierno norteamericano, que no tiene interés alguno en participar en nuestra contienda con España. Bolívar no deja esperar su contundente respuesta: “¡NEUTRALES! quienes han intentado y ejecutado burlar el bloqueo y el sitio de las plazas de Guayana y Angostura, para dar armas a unos verdugos y para alimentar a unos tigres, que por tres siglos han derramado la mayor parte de la sangre americana. ¡Sangre de sus propios hermanos!”
  4. En esto último debemos reconocer que Bolívar utiliza un argumento ineficaz a la sensibilidad del norteamericano. Los yanquis jamás se han considerado nuestros hermanos. Mover estos resortes era del todo inútil, como veremos más tarde (fue el 8 de marzo de 1822 cuando Estados Unidos vino a reconocer la independencia de Colombia, y esto producto de las victorias obtenidas en Boyacá y Carabobo). Irvine replica diciendo que ellos DESCONOCÍAN el bloqueo. Típico. Por eso nunca se puede creer en nada que digan o hagan los gringos. Estas son grandes lecciones que siempre debemos estar revisando. Aquí Bolívar lo sorprende en flagrante mentira. Le aclara que en la Gaceta de Norfolk (en Estados Unidos), del de enero de 1817, había sido publicado el estado de bloqueo a dicha zona. Que el buque Tigre no zarpó hasta el 17 del mismo mes y que este argumento -ratifica el Libertador- es por sí bastante para declarar a la Tigre como buena presa. Desde el momento en que este buque -le escribe el Libertador- introdujo elementos militares a nuestros enemigos para hacernos la guerra. VIOLÓ LA NEUTRALIDAD, y pasó de este estado al beligerante: TOMÓ PARTE EN NUESTRA CONTIENDA A FAVOR DE NUESTROS ENEMIGOS, Y DEL MISMO MODO QUE, SI ALGUNOS CIUDADANOS DE LOS ESTADOS UNIDOS TOMASEN SERVICIO COMO ESPAÑOLES, ESTARÍAN SUJETOS A LAS LEYES QUE PRACTICAMOS CONTRA ÉSTOS; los buques que protegen, auxilian o sirven su causa deben estarlo y lo están.
  5. Casi al final de este documento -del 6 de agosto-, que consta de unas seis densas páginas, Bolívar arremete: ¿NO SERÍA MUY SENSIBLE QUE LAS LEYES LAS ACATASE EL DÉBIL Y LOS ABUSOS LOS PRACTICASE EL FUERTE? TAL SERÍA NUESTRO DESTINO SI NOSOTROS SÓLO RESPETÁSEMOS LOS PRINCIPIOS Y NUESTROS ENEMIGOS NOS DESTRUYESEN VIOLÁNDOLOS. Aquí Bolívar nos revela una fuerza de predicción tremenda con respecto a la política del Norte. Nada más cierto eso de que Estados Unidos siempre exige cuando le conviene el cumplimiento de las leyes, pero se ríe en las mismísimas barbas del débil el día que las viola. Todavía está fresco en Latinoamérica su inaudito apoyo al Imperio Británico en el caso de las Malvinas.
  6. Sin duda que bajo las órdenes de Bolívar se podía confiar; era Bolívar de esa clase de hombres que jamás dejaba a sus compatriotas en la estacada; que llevaba hasta las últimas consecuencias la defensa de su dignidad, la integridad de su hombría, que entonces era la representación de la virilidad de todo un continente. El agente Irvine no cesa en sus contrarréplicas. A mediados de agosto responde al Libertador. Dice que los comerciantes neutrales no deben abandonar su profesión por hacerse partidarios políticos. La mente de Bolívar, siempre en ebullición estalla: Si es el libre comercio de los neutros para suministrar a ambas partes los medios de hacer la guerra, ¿por qué se prohíbe en el Norte que se nos ayude? ¿Por qué a la prohibición se le añade la severidad de la pena, sin ejemplo en los anales de la República del Norte? ¿No es declararse contra los independientes negarles lo que el derecho de neutralidad les permite exigir?
  7. El agente Irvine calla por unos días. Por el modo que responde se ve que no lee cuidadosamente los argumentos de Bolívar. Tal vez está convencido que para triunfar nada más fácil que insistir una y mil veces en los planteamientos primeros de la discusión: declarar ilegal el apresamiento de los buques y exigir una inmediata indemnización. Pero estos trucos no van con Bolívar. A cada lamentación el Libertador lo pone en su lugar, ya sea con argumentaciones que muestran un profundo dominio de las leyes internacionales, como con el valor y el derecho natural de los pueblos a defender su libertad. Poco a poco el agente va perdiendo fe en sus reclamaciones; pero su terquedad y el verse humillado por la razón del jefe venezolano le hacen tomar un camino de lo más extraño. De pronto cae en un terreno vulgar, de burlas y despechos. Dice que los independientes no tienen poder suficiente para imponer un bloqueo, que nuestras fuerzas militares son insignificantes, sombras de sombra. Sombras de sombras son palabras textuales del agente yanqui. En resumen, que nuestro ejército es incompetente, exiguo y hasta risible. Bolívar lo detiene diciéndole que no va a caer en ese terreno de bajos insultos; que no habiendo acuerdo entre los dos, era preferible someter el caso a un árbitro y que éste decidiera. Que ha decidido suspender la correspondencia con él para que no degenere en farsa. No me atrevo a creer -le dice Bolívar- que sea el objeto de Ud. convertir en ridículo una conferencia seria por sí misma y por las personas que la tratan. En 1820, en virtud de la gran derrota inferida a los españoles en la Batalla de Boyacá, escribía Bolívar a José Tomás Revenga: jamás conducta ha sido más infame que La de los norteamericanos con nosotros: ya ven decidida la suerte de las cosas y con protestas y ofertas, quién sabe si falsas, nos quieren lisonjear para intimar a los españoles y hacerles entrar en sus intereses. Entre las burlas del agente Irvine que más nos llaman la atención está la expresión caballería nadadora. Asegura el Libertador que en su ejército existe una división con ese nombre. El yanqui no sabe si le habla en serio o le toma el pelo. Esa caballería nadadora, según el propio Bolívar, había realizado proezas inauditas. Se lanzaban a caballo a ríos caudalosos como el Caura, el Caroní y el Apure para abordar y abatir buques enemigos. A Irvine le parece que esto es de lo más ridículo que ha oído en toda su vida. El hecho es en sí mismo muy interesante porque revela la extraordinaria imaginación del Libertador, siempre lindando con lo poético, a la vez que pone de manifiesto la árida mente del yanqui, restringida a menesteres habilidosos y prácticos.
  8. En efecto, esas imposibles caballerías de río existieron e incluso fueron las que dieron una fama tremenda a nuestro caudillo José Antonio Páez. No era la primera vez que un extranjero pretendía burlarse de las hazañas extraordinarias realizadas por nuestros patriotas durante la guerra de independencia. Por ejemplo, el biógrafo de Bolívar, Loraine Petrie, nos dice que en la emigración de toda Caracas, el año 14, el Libertador, a pesar de la desesperada situación de su empresa, consideró el envío de un agente para inaugurar las relaciones de Venezuela con Gran Bretaña. ¡Esto -dice Petrie- en un tiempo en que la República estaba en las últimas! Hay algo -añade-, mezcla de ópera cómica, que parece inseparable de muchas cosas suramericanas. No sabemos en qué ve este señor lo grotesco. Harán ópera cómica los que no están poseídos de una verdad total y absoluta como la de Bolívar, los que divagan y no hacen nada, los que amenazan sin fuerza moral, los que carecen de coraje y babean en las plazas públicas un lenguaje rancio de peleas miserables y locales.
  9. Queremos aclarar un poco más el asunto de las caballerías nadadoras, ésas que movían a risa a Irvine. Lo haremos en expresiones de un escritor inglés que quedó profundamente maravillado por sus relatos. Refiriéndose Cunninghame Graham a las proezas de estos llaneros que con lanzas en los dientes desafiaban caimanes y abordaban buques y flecheras- dice: probablemente es la primera vez en la historia que una caballería diese una escaramuza en el agua. Solamente hombres como los llaneros de aquellos días montados en caballos acostumbrados a las exigencias de seis meses de inundaciones de la región, podían echarse al agua como perros de Terranova para realizar semejante hazaña.
  10. Finalmente, Bolívar concluye el asunto con Irvine advirtiéndole que con el gobierno de Venezuela no se juega. Que si no somos tan poderosos en cantidad de armamentos y soldados, la habilidad y el valor suplen con creces esas deficiencias. Que se ha visto con frecuencia un puñado de hombres libres vencer imperios poderosos. Que es lo mismo para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende. Van implícitas en estos argumentos de Bolívar las ideas morales de Tolstoi y de Gandhi sobre los conflictos bélicos. Aunque estos dos humanistas eran severos pacifistas, aseguraban que la guerra la ganaba quien contase con más fuerza moral, con más seguridad en sus derechos y principios. El 3 de febrero de 1827 el cónsul de Estados Unidos en Lima, Mr. William Tudor, envió al Departamento de Estado una muy significativa casta -a raíz del trastornado Congreso de Panamá- donde decía: La esperanza de que los proyectos de Bolívar están ahora efectivamente destruidos es una de las más consoladoras Esto no sólo es motivo de felicitación en lo relativo a ¡a América del Sur, liberada de un despotismo militar y de proyectos de insaciable ambición que habrían consumido todos sus recursos, sino que también Estados Unidos se ve aliviado de un enemigo peligroso en e1 futuro… Si hubiera triunfado estoy persuadido de que hubiéramos sufrido su animosidad. Concluimos este análisis diciendo que fue para el Libertador tan enojoso este asunto de los yanquis que jamás lo pudo olvidar. A finales de 1825 llamaba a los yanquis regatones americanos. Regatón, como se sabe, significa vendedor al por menor, persona que regatea mucho. Esto es el mejor título que le queda al país de los best sellers, al país que vende el amor, que negocia sus presidentes, que trafica con el arte y que todo le pone precio; la nación forjada con las mafias de las transnacionales y con los tiranos y lacayos que impone para mercadear sus productos y que ha hecho de mismo un aliado de la CIA y el todopoderoso de sus compañías. Aborrezco a esa canalla de tal modo -dirá el Libertador de los yanquis- que no quisiera que se dijera que un colombiano hacía nada como ellos.


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