Cuando Israel invadió el sur del
Líbano, a mediados de 2006, se vio ignominiosamente rechazada por una Hezbolá
respaldada por Irán. Desde entonces, el Estado judío ha entrado en modo “hay
que aniquilar a Irán”, haciendo lo imposible para arrastrar a EE.UU. a su
guerra contra Irán. Casi siete años después, las ‘ventanas de oportunidad’ para
Israel se van cerrando rápidamente.
“¡Mi hermano mayor te va a dar una paliza…!”
Este viene siendo el mensaje implícito de Israel a Irán.
Mientras Bush Junior, Dick Cheney, Condoleeza Rice y los neoconservadores
gobernaban en Washington, asociar a EE.UU. a este esfuerzo belicista contra
Irán no era demasiado difícil. Especialmente considerando que Israel siempre
cuenta “con una ayudita de sus amigos” dentro de EE.UU.: el poderoso ‘lobby’
pro israelí liderado por AIPAC (American Israeli Public Affairs Committee).
Los problemas para Israel se agudizaron en 2008 cuando Bush fue
reemplazado por Barack Obama, cuyo equipo de Demócratas no son todos fanáticos
del tipo ‘Primero Israel’.
A esto se le agregó la creciente resistencia del ‘Establishment’
militar estadounidense a una política exterior muy controlada por ese ‘lobby’
pro Israel, que llevó a EE.UU. a sucesivos fiascos en Irak, Afganistán y el
creciente descalabro de la ‘primavera árabe’.
Encima, grandes sectores de opinión pública estadounidense y
mundial van tomando conciencia del peligro que significa esta adicción
estadounidense a Israel, que hace que EE.UU. pelee las guerras de Israel,
contrariando su propio interés nacional.
En su último mensaje ante la Asamblea General de las Naciones
Unidas en septiembre de 2012, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu
desplegó un gráfico con forma de bomba con el que pretendió demostrarle al
mundo cuán cerca se halla el “grande y malo Irán” de tener una bomba atómica
que, él dice, usará para borrar a la “pequeña y buena Israel” del mapa.
Claramente, a Netanyahu le hubiera encantado que el sionista
multimillonario Mitt Romney llegara a la Casa Blanca en las elecciones
presidenciales de noviembre en EE.UU. pero no lo logró y Obama sigue
ocupándola. Para colmo, Obama tuvo la osadía de nombrar a un moderado
‘no-sionista’, Chuck Hagel, jefe del Pentágono.
Pues pareciera que EE.UU. ha adoptado una posición más moderada
ante el ‘Problema de Irán’, consciente de los gravísimos peligros geopolíticos
que cualquier ataque militar unilateral de EE.UU., Israel y la OTAN contra Irán
acarrearía, ya que podría escalarse hasta una confrontación directa con Rusia.
Mientras tanto, Irán no da su brazo a torcer respecto de su
programa nuclear, tema en el que la Administración Obama ha tomado una postura
extrañamente calma. Tampoco deja de sorprender que EE.UU. parezca haberle dado
un sutil guiño a la Argentina para que entable negociaciones bilaterales con
Irán por el caso del ataque terrorista contra la mutual judía AMIA en Buenos
Aires en 1994, luego de que Bush lograra que el presidente argentino Néstor
Kirchner acusara falsamente a Irán del mismo. Todo en base a ‘pruebas’
aportadas por la CIA y el Mossad en octubre 2006, meses después de la derrota
israelí en el Líbano.
De manera que, ¿exactamente qué está pasando aquí? ¿Cuál es la
razón por la que EE.UU. e Israel parecen estar peleándose respecto de cómo
abordar a Irán?
La peor pesadilla de EE.UU.
Pareciera que EE.UU. e Israel hoy tienen intereses y objetivos
cada vez más divergentes respecto de Irán.
Los de Israel son fáciles de entender: Irán es su mayor enemigo
y uno de los pocos países que puede ejercer un liderazgo fuerte, independiente
y creíble en el mundo musulmán. Entre sus objetivos ‘inclaudicables’ está el de
barrer al régimen sionista de Palestina: aquello que la prensa amarilla
occidental tergiversó como “Irán quiere borrar a Israel del mapa”.
Estados Unidos, sin embargo, tiene una preocupación muy
distinta: nada que ver con el programa nuclear iraní, sino con el dólar.
Durante muchas décadas, usando el Banco de la Reserva Federal,
EE.UU. viene emitiendo enormes cantidades de dólares sin respaldo alguno para
financiar su gigantesco déficit que hoy trepó a más de 15 billones de dólares.
Todo eso está bien mientras ese dinero circule y termine “en
algún lado lejano”: por ejemplo, los tesoros de los bancos centrales de países
amistosos como Taiwán, Corea del Sur, Japón e, incluso, de países no tan
amistosos como China; o mientras se mantenga girando y girando en esas
calesitas financieras que son los mercados de bonos y….en el gigantesco mercado
global del petróleo.
El mensaje de Washington es claro: “Mantengan esos dólares
girando e invertidos en esos mercados… ¡así nosotros podemos seguir emitiendo
más y más dólares!”.
Por supuesto, nadie se atreve a llamar a esto “inflación”. Los
tecnócratas han inventado eufemismos más elegantes como ‘Alivio Cuantitativo I,
II y III’, ‘financiamiento de activos tóxicos’ o ‘rescate de megabancos
demasiado grandes para dejarlos caer…’.
Pero no importa cómo se la llame, la inflación siempre tiene el
mismo olor a podrido.
Enemigos públicos
En el fondo, EE.UU. sabe que es un gigante con pies de barro. Si
China, por ejemplo, decidiera vender sus casi dos billones de reservas en bonos
del tesoro y otros instrumentos financieros dolarizados cambiándolos a corto
plazo a euros, ello generaría un desastre inflacionario en EE.UU.
Pero no es probable que esto ocurra -al menos no ahora– debido a
la complejidad de los mercados financieros globales que hace que ni China ni
ninguna otra potencia con grandes reservas en dólares esté lista para tomar una
medida semejante.
Sin embargo existe otra amenaza mucho más física, concreta y
estratégica que sí le quita el sueño a Washington: el mercado del petróleo.
Aquí vemos una de las
razones por las que este viaje gratis estadounidense va llegando a su fin. Lo
podemos graficar así: cada vez que Argentina, Sudáfrica o Japón necesitan
comprar un barril de petróleo crudo, su pueblo debe trabajar para ganar los 100 dólares que
cuesta en el mercado internacional. EE.UU., sin embargo, solo necesita imprimir 100
dólares para comprar ese petróleo. Lo mismo se aplica para hacerse con el
dinero necesario para invadir a Irak, Libia o aniquilar a Afganistán: imprime
el dinero necesario para que siga fluyendo el petróleo y sigan cayendo las
bombas
¿Se entiende? ¡¡Así es fácil ser una ‘superpotencia’!!
Pero profundicemos más
en el tema… Imaginemos qué pasaría si esos billones y billones de petrodólares
que se hacen girar y regurgitar globalmente repentinamente escaparan del
control de los tres –ysolamente tres– mercados petroleros en Nueva
York, Londres y Dubai que comercian exclusivamente en dólares… Si, por ejemplo,
algún país o grupo de países exportadores de petróleo crearan un cuartomercado del petróleo, que comercie ya no
en dólares sino en euros, yenes, rublos y yuanes…
Considerando las enormes
cantidades de petróleo que consumen China, India y Japón, si surgiese un nuevo
y exitoso mercado petrolero, el mismo desplazaría enormes volúmenes de
petrodólares que se alejarían de los circuitos globales, desplazándose hacia
los circuitos financieros domésticos estadounidenses.
¿Se imaginan lo que significaría que repentinamente cientos de
miles de millones de petrodólares así ‘liberados’ fluyeran de vuelta a EE.UU.?
Armas de Destrucción Masiva
Como el proverbial gato jugando con el ratoncito entre sus
patas, desde por lo menos 2005 esto es exactamente lo que viene haciendo Irán:
amenaza con abrir un cuarto mercado del petróleo que utilizaría otras monedas
en lugar del dólar. Si lo hace, probablemente China le daría su apoyo
considerando que obtiene gran parte de su petróleo de Irán; también la India.
Si los chavistas logran mantenerse en el poder, también
Venezuela podría acoplarse a ese nuevo mercado… ¿Se entiende ahora porque
EE.UU. necesita controlar a Venezuela? Que nos vendan su petróleo pero…¡en
dólares!
Incluso Rusia, que no necesita del petróleo iraní, bien podría
acompañar semejante proyecto más por razones geopolíticas que económicas
considerando sus crecientes encontronazos con Occidente. El año pasado hasta
hubo fuertes rumores de que la India compraría petróleo a Irán pagándolo con
oro metálico.
Los iraníes entienden esto a la perfección y lo usan
estratégicamente. No olvidemos que sus antepasados persas fueron los inventores
del ajedrez…
Así que, ¡cómo le encantaría a EE.UU. aniquilar a Irán! Mas no
por su plan nuclear sino por el golpe que puede asestarle al dólar. No
olvidemos que esto ya ocurrió dos veces en la última década:
1. IRAK: Como parte de las sanciones de la ONU luego
de la primera guerra del Golfo se le permitió a Saddam Hussein vender 1.000
millones de dólares de petróleo iraquí a cambio de medicamentos y alimentos. De
repente en el año 2000 Saddam empezó a vender ese petróleo en euros. A renglón
seguido, los neoconservadores de Bush y Blair anunciaron al mundo que Irak
mantenía arsenales de “armas de destrucción masiva” y que si no se lo expulsaba
a Saddam del poder, ¡pronto habría nubes atómicas sobre Londres, Washington y
Nueva York! Entonces, en marzo 2003 EE.UU., el Reino Unido y la OTAN atacaron y
destruyeron a Irak, haciendo linchar a Saddam Hussein. ¿Y las “armas de
destrucción masiva”? “Sorry!!… nos equivocamos, pero… ¡Irak hoy sigue vendiendo
su petróleo en dólares!”.
2. LIBIA: En 2010 Muhammar Gaddafi pensaba crear una
nueva moneda para el comercio de todo el petróleo del Norte de África que se
llamaría Denario de Oro en reemplazo del dólar. A renglón seguido el mundo se
enteró por EE.UU., Francia y Gran Bretaña de que Gaddafi era un monstruo
formidable que debía ser aniquilado. En 2011 también atacaron a Libia
asesinando a Gaddafi ante las risas televisadas de la secretaria de Estado
Hillary Clinton. Hoy Libia yace destruida, pero sus nuevas ‘autoridades’ venden
el petróleo libio exclusivamente en dólares…
Puntos de eclosión
La pregunta clave ahora radica en saber qué prevalecerá en las
semanas y meses por venir: si el interés nacional estadounidense o el interés
nacional israelí.
Esto es un asunto de verdadera ‘Machtpolitik‘ del
más alto nivel.
Por eso, por las dudas, los grandes multimedios occidentales
obedientemente mantienen “todas las opciones sobre la mesa” publicando
artículos belicosos para recordarle al mundo cuán malos son los iraníes con sus
insidiosas ambiciones nucleares, cuán vulnerable es la pobrecita Israel con sus
problemas de seguridad (después de todo esa es la razón por la que se le
permite mantener el único arsenal de armas atómicas en todo
Medio Oriente, ¿verdad?); el estado delicado del sistema financiero global que
hace que no se deba permitir a nadie ‘mover el bote’ y, por supuesto, la eterna
‘Guerra contra el Terrorismo’.
Pero ya sabemos; las máscaras van cayendo. De lo que realmente
se trata es del petróleo, del dólar, de mantener al sistema financiero global
artificialmente vivo en beneficio de los megabanqueros usureros; y, como
siempre, se trata de Israel.
Al mismo tiempo de lo
que no se
trata es de defender los intereses de las masas trabajadoras en EE.UU., Europa
y el mundo. Y definitivamente, no se
trata de promover la auténtica Democracia y los Derechos de los Pueblos.
Por Adrian Salbuchi
Para Rusia Today y El Espejo de la Argentina