Fermín E.
Osorio C.
¡Cuánta
materia gris puesta al servicio de interpretar la historia del 2013
venezolano! ¡Y lo que falta! Con esta información privilegiada los
historiadores que tengan que, en los próximos años, presentar ante la sociedad
la elaboración histórica de este tiempo tormentoso, serán por lo menos suertudos. En mi caso, me he limitado a la fácil tarea
de analizar numeritos de las elecciones del 14-04, haciendo alguna relación
directa con los generadores de las cifras (http://www.aporrea.org/poderpopular/a163993.html)
artículo que no llegó a 500 lecturas.
De esto tengo más, enfocando lo
que me agrada, el nivel regional, pero queda para después; mientras, sólo unas
afirmaciones pedestres y, si no me trago en esto el artículo, unos “yo creo
que”.
Al observar
los “negros nubarrones que se cernieron sobre el cielo de la Patria”, la
primera reacción es “pudo ser peor” (de que pudo, pudo) y la segunda tratar de
encontrar “culpables” así sea buscándolos con microscopio. Después, la lista detallada de los “errores”
con su PVP, y por último, las sabias recomendaciones para que el futuro depare
una realidad mejor… todo en el más estricto cumplimiento de la recomendación de
los grandes líderes revolucionarios mundiales (desde luego, Chávez de primero),
en cumplimiento de la sacrosanta “autocrítica”.
La
“autocrítica revolucionaria” siempre es “auto del otro”, salvo los extraños
casos de la realizada como miembro y en nombre del colectivo que “mete la
pata”, o del lobo solitario que confiesa remordido que se comió la oveja más
querida del pastor. Todas las demás, son
“autocrítica del otro”. Veamos: tomar el
espíritu de cuerpo de una institución a la que de vainita pertenezco, en la que
no milito de verda´e verda, o agitar mi voto (secreto) como la más sólida
justificación de la “autocrítica” es como un, un, un… atrevimiento.
Autocrítica sería: yo, intelectual de izquierda o de pelaje semejante,
dotado de atributos intelectuales mayores que la media gracias a la carga
genética que heredé y a la oportunidad de formación que “la vida” le negó a
otros, que escogí el análisis de la sociedad y de las actividades ajenas como
proeza teórica con la cual le devuelvo a esa sociedad todos las ventajas, sobre
todo la pertenencia (en oportunidades simple “alojamiento”) que me otorga… y
hasta aquí la “auto”… desde aquí la “crítica”…
observando los hechos que tuvieron lugar con motivo de… considero que…
A leguas de
estar regateándole importancia a la crítica, sus alrededores y las
recomendaciones necesarias, ¡muy lejos!
La creo absolutamente necesaria y pertinente en el menor plazo, cuando
la emito responsablemente y la conduzco hasta sus últimas consecuencias; cuando
la retiro o la declaro superada ante nuevas argumentaciones, en una
sistematización colectiva del tema en concreto que la origina. Y organismo “revolucionario” que se niegue a
recibir, procesar y aplicar las correcciones derivadas de la crítica, está
pelando, pelando.
No llevaré
agua al molino de la crítica y me mantendré sólo en la “responsabilidad” del
enemigo en la pérdida de ese bojote de votos que, como dije en el artículo
arriba citado, estuvieron ubicados en organizaciones concretas.
Fue la mejor
campaña de todas las que ha realizado la oposición, afirmación que no resta un ápice
al caos táctico-político y de funcionamiento, de este sector de la sociedad
venezolana. No se hicieron más
inteligentes de la noche a la mañana, pues lo que la natura no da, elecciones
no presta; tampoco se limaron las asperezas político-personales ni de clases de
los partidos que integran la “unidad”; no hubo un “acuerdo” consistente, ni
sacrificaron apetencias y revanchismo en función del futuro político. ¡Nada!
La campaña
sorprendente fue como la continuación de una larga campaña, reinyectada de
recursos, respaldos y asesores foráneos, del refuerzo de los espantaincautos y
metemiedos propagados por medios con absoluta claridad del carácter de su
participación. Realizada en terreno más
propicio por el abono del agravamiento de la crisis propiciada, y por los
efectos inmediatos de medidas económicas gubernamentales que no tuvieron tiempo
de dispersarse y revertirse. Todo, en el
marco de una insuficiente formación doctrinaria de sectores, absolutamente
expuestos a un torbellino de vivencias y bombardeo mediático.
Y ubicada la
“responsabilidad” de la “hecatombe electoral”, expondré lo que “yo creo que”
deba hacerse para desarmar en sus componentes esa magnífica campaña opositora,
para que no vuelva a hacer mella en el pueblo. Lo expondré en el próximo, y me voy porque
vine. (270413/04:40)