Tengo 25 años de ejercicio
profesional como cocinero y como emprendedor gastronómico. Jamás en este
cuarto de siglo había sentido tan complicado el panorama para quienes
poseen negocios de comida. No conozco la realidad de las grandes cadenas
de franquicias, restaurantes masivos o empresas grandes de festejos;
pero en lo que refiere a modestos emprendimientos familiares en el área
gastronómica (que son la gran mayoría del medio), estoy absolutamente
seguro de que no se puede hablar en este momento de ganancias, y el
éxito está medido por aquellos que están siendo capaces de aguantar el
temporal sin perder sueños e inversión. La parte inicial de este
artículo sonará irritante porque nadie quiere que le recuerden lo que
vive a diario, pero la intención es entender que es lo que están
haciendo los que sobreviven.
El problema más serio es de poder adquisitivo. Tan básico como que si
nuestros clientes no tienen con que pagar, nuestras sillas están vacías.
Pero es difícil explicarle alguien no venezolano cuál es el salario
real que tenemos, ya que no poseemos una medida de estandarización como
el dólar para hablar en lenguaje común. Aquí oficialismo y oposición
usan a conveniencia las tres paridades (11, 50 y 80 bolívares por dólar)
a la hora de convertir. El gobierno dice que el sueldo mínimo es 370$
(lo convierte a 11) pero jamás dirá que un kilo de cebolla son 9$ si
usamos esa paridad. La oposición dice que el salario mínimo es 51$ (lo
convierte a 80) pero también dice que un kilo de cebolla cuesta 9$,
convirtiendo a 11 ¡Amigo de América Latina, no pretenda entender, nadie
puede!
Es más fácil ver cual es nuestro poder adquisitivo real, usando como
base en cada país el costo de las cosas en términos de horas de salario
mínimo. Puesto así, un simple cálculo arroja que en promedio un
trabajador latinoamericano de la clase obrera necesita 40 minutos de su
sueldo para comprar 1kg de cebolla (producción nacional), y 15 horas
para comprar 1 botella de whisky 12 años (importación). En Venezuela
para esos mismos rubros, un obrero venezolano que devengue sueldo mínimo
necesitará 3 y 70 horas respectivamente. La empecinada contundencia de
las matemáticas es lapidaria.
La segunda gran amenaza es la imprevisibilidad. Tan sencillo como que si
no sabes que va a pasar en treinta días, todas las reacciones
económicas son nerviosas. Ese nerviosismo viene dado por una inflación
mensual de 5% (cifras oficiales) en alimentos y un tanto más que eso en
bebidas, que está siendo asumido en parte por los micro empresarios
porque saben que castigar más el bolsillo de sus clientes es perderlos.
La tercera angustia de los dueños de restaurantes familiares es el
mercado negro. La gente posee una percepción de precios basada en lo que
consigue en los anaqueles de los supermercados, y lo que no consigue no
lo internaliza. Pero los restaurantes, para poder cumplir ese contrato
que es el menú, suelen ir al mercado negro a la búsqueda de lo
desparecido y el cliente no entiende el precio real de la compra de esos
productos.
Son tres factores que sumados son una bomba atómica para un restaurante pequeño.
II
Algo en común he notado en quienes han podido aguantar este vendaval.
Lo primero es que sus dueños poseen muy bien montados los números.
Números como costo de los platos, precios o peso (en porcentaje) de cada
rubro ante el conjunto de ventas, entre otros. Quien se mueve con
comodidad en el mundo contable suele predecir con tiempo lo que viene
porque tiene plan A (las cosas siguen como están), plan B (esto es lo
que haría si...) y hasta plan C que preparan la operación ante posibles
cierres.
Otra característica es una disciplina férrea de ahorro (pasivos
laborales, impuestos y colchón de emergencia) que evita esa pesadilla
mayor de un negocio de comida que es la descapitalización. No es lo
mismo cerrar (eso se planifica y uno sabe el camino a seguir), que el
doloroso trance de la quiebra. En tiempos de bonanza y bajo economía de
devaluación, el ahorro mensual de pasivos e imprevistos suele ser una
arruga que se corre para el final, pero en este momento en donde no se
sabe que puede pasar al mes siguiente, debe guardarse con disciplina y
la tentación de meterle mano a ese dinero debe verse como un delito
grave para la operación.
Estos son tiempos de hacer desaparecer el menú fijo y trabajar con menú
variable según las oportunidades de adquisición, y tiempos de huirle a
ese monstruo de mil cabezas que es el mercado negro. Uno nunca le dice
al cliente lo que no hay, sino celebra lo que tiene. Igualmente tiempos
de ser empleados en algún puesto clave de nuestro propio restaurante, no
tanto porque no tengamos dinero para tener un empleado que nos
sustituya, sino porque son tiempos en donde no hay ganancia y por lo
tanto tener un sueldo vale oro.
Finalmente hay dos noticias nada malas en medio del panorama. Acceso a
créditos de turismo en condiciones muy por debajo a la inflación y
Venezuela es uno de los países con menor carga impositiva del continente
en nuestro ramo. Si uno presenta un buen proyecto y posee el flujo para
asumir el compromiso crediticio, las puertas están bastante abiertas.
No es lo mismo empezar de cero que tener, así que quien logre mantener
sano, aunque sin ganancias, en este momento a un negocio de comida;
habrá hecho un gran negocio cuando mejore el panorama... pero todo pasa
por mucha, muchísima, disciplina.
Visitar Sumito Estévez (info@sumitoestevez.com) en: http://sumitoestevez.ning.com/?xg_source=msg_mes_network
“La sabiduría de la vida consiste en la eliminación de lo no esencial. En reducir los problemas de la filosofía a unos pocos solamente: el goce del hogar, de la vida, de la naturaleza, de la cultura”. Lin Yutang
Cervantes
Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.
MIGUEL DE CERVANTES
Don Quijote de la Mancha.
La Colmena no se hace responsable ni se solidariza con las opiniones o conceptos emitidos por los autores de los artículos.
MIGUEL DE CERVANTES
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16 de junio de 2014
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