La agudización del contrabando hacia Colombia permite desmitificar las maravillas del TLC, la sensual y atractiva comunión capitalismo imperial-oligarquía nacional y los desmanes novelescos y propagandísticos que presentan al hermano país como la panacea económica del siglo XXI: la sucursal yanqui en el Pacífico, por debajo, vive y persiste verbigracia del comunismo chavista venezolano. ¿Qué ironía, no?
En la nota referida al contrabando publicada por acá en Misión Verdad,
quedó demostrado como el contrabando más que una temática coyuntural,
pasó a ser una cultura. La misma es la centrífuga ordenadora del sistema
económico con características de filtración estructural: el
neoliberalismo colombiano (enmarcado en el contexto de guerra irregular
venezolano) forzó la tubería del subsidio nacional, beneficiándose con
la garúa perenne que sale del boquete estatal venezolano.
Los
hermanos en cuestión se separaron al nacer. El de la costa helada, en
su infecciosa enfermedad desarrollista inoculada al nacer, se piró de la
casa buscando el American Dream siendo apadrinado por un obeso
alcohólico y periquero. Al verse desprotegido y escoñetado vendió
riñón, páncreas, hígado y cerebro con tal de comprarse unos zapatos
Nike. El segundo, apostado en las inmediateces del mar caribeño, llevó
coñazo que jode pero un buen día se levantó y reclamo su raíz histórica
en el nosotros que nacía desde las cenizas.
El primero tiene en la actualidad un papá de mierda,
tiránico, empobrecedor: pone a trabajar que jode al muchacho y luego de
robarle íntegramente el salario, lo derrocha en putas, alcohol y perico
de producción nacional. El segundo tuvo, tarde pero tuvo (y tiene
todavía), un papá irreverente y subversivo: sembrando con su muchacho le
enseñó que por más empaltosado y perfumado que fuera el lejano, no
había que picarle quesillo: si se pone bruto se llaman a los primos,
tíos, ahijados, abuelos, sobrinos y cualquier nosotros que ande cerca,
defendiendo con coñazo y organización colectiva el pan que nos levantó.
¿Qué pasa del otro lado? Algunos datos sobre nuestro hermano
Colombia
es un país que está, literalmente, quebrado. Basta pasar por algunos
informes socioeconómicos y demográficos del país para darse cuenta la
indigencia en que el capitalismo dejó al muchacho.
El
narcoestado colombiano celebra con júbilo la diminución de 1,2% en los
índices de pobreza extrema de los últimos tres años. Y es que el papá es
un maldito de verdad: contrató al tío pederasta, graduado en
Estadística, para que le hiciera entender al pobre muchacho que él está
así porque es un flojo y vago que no le gusta estudiar: la estadística
estatal colombiana, se convierte así, en una gigantesca fábrica virtual
de evangelización. Culpabiliza al pobre por ser pobre, gracias a sus
pobres esfuerzos en alcanzar la riqueza.
Según
la CEPAL Colombia tiene una tasa de desocupación mayor al 11%. Cifra
que supera ampliamente la media general del continente, con todo y la
pobreza que aún existe en la mayoría de nuestros otros hermanos. La
indigencia, por otro lado, cerró el 2013 con la alarmante cifra de 10%.
Si sumamos estas dos variables (que distan mucho de variar en algún
momento) más los campesinos desplazados y la gran industria del narco
tenemos la rimbombante cifra de 32,7% de pobres, excluidos y jodidos por
el sistema capitalista transnacional norteamericano.
Es decir, de casi 50 millones de habitantes que tiene
el hermano 16 millones están pasando la roncha pareja encontrando, en
el contrabando desde Venezuela, la única escapatoria coyuntural a su
infernal situación.
El amorfo crecimiento económico
A
Colombia la venden como economía ejemplarizante para todo el
continente. Sobre todo para los países que han decidido transitar un
camino distinto al neoliberalismo. El PIB colombiano creció casi 3% y la
inflación anual se mantuvo en 2%. ¿Cómo sucede esto en un país
quebrado, con una moneda súper sobrevalorada y un aparato económico
exageradamente dependiente? La respuesta no es más que otra estafa
mediática y financiera.
Los
consumidores no aumentan abismalmente cada año. Compran los mismos de
siempre, el 50% que capta la riqueza del país. Por tal motivo es lógico
que no haya inflación, la demanda es un termómetro que se mantiene a
baja temperatura, manteniendo a la ingente cantidad de pobres por fuera
de las variables sobre el ingreso per cápita que tanto publicitan.
Por
otro lado el crecimiento del PIB se justifica por la simple razón que
Colombia funciona como maquila trasnacional: desde allí exportan varios
países europeos (motores, carrocería, materias primas para la industria
alimentaria, etc.) y, por supuesto, los norteamericanos, aprovechándose
de los bajos salarios (el Banco Central Colombiano es apéndice de la
banca internacional, por ende la impresión de billetes está más que
controlada) generando así alzas "insospechadas" en las variables
macroeconómicas sin que esto se traduzca en mayores niveles de consumo
alimentario para la mayoría de la población.
La escolaridad por el piso
Según cifras oficiales de la ONU la escolaridad en Colombia ronda el 40%. En los demás hermanos en el peor de los casos llegan a 60% de escolaridad. Qué vaina tan arrecha le echaron al hermano, trabaja todo el día y ni siquiera puede mandar a los críos al colegio.El sistema educativo en Colombia se encuentra absolutamente privatizado. Y tiene que ser así en un país neoliberal: se privatiza por un lado el sistema pero hacia abajo se liberaliza la competencia. Los que alcancen el sitial formativo tienen más chance de salir de la miseria originaria, esperando una llamada de alguna empresa gringa para aplicar inyección clase media: se van alistando el ejército de desclasados que defenderán los TLC, el narco y el paramilitarismo.
TLC: Trágico Libre Comercio
Luego
de que nuestro papá botara para la mismísima mierda el proyecto
privatizador del ALCA, el TLC se transformó en nefasta referencia
económica en el terreno internacional. Las grandes agencias de
publicidad venden el tratado como el paraíso ganar-ganar, cuando
verdaderamente es el infierno para quien lo suscribe.
Supuestamente
el que lo suscribe tiene chance de poner sus mercancías en los
anaqueles foráneos. Sin embargo, el TLC en Colombia se ha traducido en
mayores importaciones de bienes de consumo y materias primas en el campo
industrial. Por otro lado, en el campo, la depravación del monocultivo
escoñetador de las tierras se ha apoderado del firmamento para alimentar
la transgénica configuración agroalimentaria gringa y mundial.
En
el siguiente gráfico vemos como se han aumentado exponencialmente las
importaciones hacia el hermano: contaminado por el aparataje productivo
trasnacional vomita ganancias que permiten justificar el crecimiento
económico.
Así
inundaron de basura el estómago del muchacho, vaciándole las tripas
para luego devolverle plástico enlatado para su miserable manutención,
la misma que también permite justificar la “reducción” de la pobreza.
La casa de la Patria Grande espera a nuestro muchacho para ir con los demás por el camino del nosotros originario continental.