Más de 200.000 personas tomaron las calles
de ocho grandes ciudades de Brasil en manifestaciones que se hicieron
violentas, para protestar contra el aumento del boleto, los gastos de la
Copa del Mundo, y otros temas de repercusión social. Vea las imágenes de las protestas.
San Pablo y Río de Janeiro | O Globo / GDA Y AFP
En Río de Janeiro, 100.000 personas ocuparan las calles
del Cengtro y al final de la protesta un grupo minoritario tuvo choques
con la Policía, en las cercanías de la Asamblea Legislativ, donde lanzó
cócteles molotov, incendió un vehículo y depredó lugares públicos.
Mientras, en San Pablo, al menos 65.000 personas expresaron
pacíficamente sus reclamos en las principales avenidas de la ciudad, en
Porto Alegre, hubo 15.000 participantes de la marcha frente a la
Alcaldía, y al final hubo enfrentamientos con la Policía en la Avenida
Ipiranga. En Belo Horizonte, más de 20.000 manifestantes recorrieron
varias cuadras, pero las autoridades impidieron que accedieran al
Estadio Minerao, lo que generó escenas violentas. Las unidades
policiales utilizaron balas de goma y gas lacrimógeno.
También se produjeron protestas en Fortaleza, Salvador y Brasilia.
En el caso de la capital brasileña, más de 200
manifestantes lograron subir al techo del Congreso nacional, portando la
bandera del país.
"Llegamos a la casa del pueblo. Es el primer paso para
demostrar que no somos un pueblo muerto, pensaban que pararíamos para
ver el fútbol pero Brasil no es solo eso", dijo Bruno Pastrana, un
estudiante de 24 años, sentado en el techo del Congreso junto a sus
amigos.
Unas 5.000 personas rodearon el entorno del Congreso, según la Policía.
A pocos metros del Congreso, la seguridad del Palacio
Presidencial fue reforzada ante la posibilidad de que los manifestantes
se encaminaran en esa dirección.
En términos coincidentes, los manifestantes,
convocados a través de las redes sociales y sin liderazgo político o
social definido y visible, denuncian el incremento de los costos del
transporte y piden más inversiones en este sector, así como en salud y
en educación. Entre sus reclamos aparecen mejores perspectivas para los
jóvenes, especialmente en la educación y en el trabajo. Uno de los
puntos expresados con mayor vehemencia son los gastos, que consideran
desmsurados, que realiza Brasil para la Copa del Mundo y los Juegos
Olímpicos. Piden que el dinero se destine a vivienda, salud y educación
pública de calidad.
Si bien las movilizaciones comenzaron con la
participación casi exclusiva de jóvenes, después se fueron sumando
personas de otras edades que expresan los mismos reclamos e inquietudes.
Las manifestaciones comenzaron hace unos 10 días en
Sao Paulo a raíz del alza del boleto de bus, tren y metro de 1,5 a 1,6
dólares, días antes del inicio de la Copa Confederaciones, un ensayo
general del Mundial-2014 entre los campeones de cada continente, lo cual
les ha dado una fuerte visibilidad dentro y fuera de fronteras.
"Las manifestaciones pacíficas son legítimas y
propias de la democracia", dijo la presidenta brasileña, Dilma Rousseff.
"Es propio de los jóvenes manifestarse", aseguró en un comunicado
divulgado por el blog de la Presidencia.
Estas son las mayores protestas callejeras en 21
años en Brasil -donde la población no acostumbra salir a la calle a
expresar su descontento-, desde las manifestaciones de 1992 contra la
corrupción del gobierno del expresidente Fernando Collor de Melo, que
renunció durante su juicio político ante el Senado.
Las protestas ocurren en un momento de magro
crecimiento económico en Brasil y una inflación en alza. Recientes
encuestas señalaron por primera vez una caída en la aprobación del
gobierno de Rousseff, sobre todo entre los más jóvenes y más ricos.