Desde 2006, el gobierno de Venezuela y
la empresa estatal petrolera PDVSA, empezaron a endeudarse en moneda
extranjera, en forma desordenada y confiando que el precio petróleo se
iba a mantener a niveles altos.
La modalidad de endeudamiento asumida
(principalmente bonos en dólares adquiridos en bolívares), la actuación
de una banca privada con un gran poder fáctico y la inexistencia de
controles de capitales, condujo al peor de los escenarios previstos: no
sólo se conformó un mecanismo de fuga de capitales liderado por la banca
local, sino que el gobierno no construyó la capacidad de pago que se
debía disponer en los siguientes años, es decir, la previsión de los
recursos financieros necesarios para sostener el pesado pago del
servicio de la deuda externa (principal e intereses).
De esta forma, el endeudamiento externo
público se consolida como un dispositivo de captura, privatización y
exportación de la renta petrolera, por parte de sectores representativos
del capital nacional e internacional. Lo que hasta entonces se había
logrado con el control de PDVSA, con la precaria administración de
divisas (control de cambios) y con la legislación impositiva petrolera,
se perdió cuando se fomentó desde PDVSA y desde el Ministerio de
Finanzas el mecanismo de la deuda externa. En poco tiempo, la
acumulación de activos externos, es decir renta petrolera apropiada y
fugada en cuentas en el exterior, alcanzó una magnitud tal, que le
permitió a los capitalistas (nacionales e internacionales) fijar el tipo
de cambio y aherrojar económicamente a la revolución bolivariana.
Esto es uno de los problemas que hereda
el gobierno actual y que la permanente confrontación política no permite
distinguir la magnitud del problema de la deuda externa, cuyo esquema
entra en crisis cuando la economía es bombardeada por una caída
significativa del ingreso externo proveniente de sus exportaciones
petroleras (2014). ¡Fin de fiesta!, se desploman los precios petroleros,
y llega la realidad con los cobradores tocando la puerta y sin haber
asumido, el gobierno, un plan económico coherente que corresponda a la
situación.
Al mismo tiempo, estrechamente
relacionado con la restricción externa, se desata un ataque cambiario
que, entre otros factores, coadyuva un proceso inflacionario acelerado
que ya ha entrado en la terrible ruta de la hiperinflación. La caída y
paralización de la actividad productiva y de las inversiones, del
consumo y el deterioro del salario real, inevitablemente afectan al
mayor logro del proceso bolivariano: los indicadores sociales. A pesar
de los esfuerzos en mantener el gasto/inversión social y el ajuste de
salario y las transferencias, y muy a pesar de la equivocada decisión de
ocultar las cifras oficiales, la vida cotidiana de la calle y de los
hogares reflejan una dura situación de una población trabajadora que
había logrado alcanzar altos niveles de satisfacción de las necesidades
básicas.
Procurando comprender la situación, se presentan algunas puntualizaciones:
1. La actual situación de
insostenibilidad del pago de la deuda externa, constituye un cambio de
escenario sustancialmente diferente para el gobierno y para las fuerzas
involucradas en el proceso político iniciado en 1999. La táctica
política del chavismo ha sido exitosa, no hay dudas que Maduro –con la
propuesta de la Asamblea Nacional Constituyente- ha contraatacado
eficazmente y reducido a las fuerzas políticas enemigas, que, sumidas en
estertores, se muestran incapaz de articular y coronar una acción
insurreccional.
2. En el plano político se ha dado una
muestra de audacia, pero en el plano económico, estas capacidades dejan
de brillar y, por el contrarío, no se vislumbra una salida del laberinto
de la crisis económica. La política económica es una tarea pendiente,
convertida en pesadilla para el gobierno y en tormento para el pueblo
trabajador. Ciertamente, aún encendidas las brasas de la celebración del
triunfo político sobre la oposición, emerge la punta de un iceberg de
inevitable colisión: la imposibilidad de continuar con el pago de la
deuda externa . Esta es una amenaza inmediata a la estabilidad política
lograda y a la pertinencia de la decisión de adelantar las elecciones
regionales y presidenciales.
3. La actual crisis de deuda externa
requiere de un manejo inmediato, que implica una estrategia diferente a
la hasta ahora sostenida: ser un buen pagador . En la abundante
literatura que se produjo a raíz de la crisis de la deuda de las décadas
de los 1980 y 1990, se llegó a tratar la paradoja del “buen pagador”,
aquél que prioriza el pago de la deuda y sacrifica su desarrollo
económico y específicamente el bienestar de la población. Hasta ahora,
los gobiernos de los presidentes Chávez y Maduro ostentaban -como un
gran logro- "el pagar puntualmente el servicio de la deuda externa".
4. Pero esta presunción se convierte en
una carga muy pesada de cumplir teniendo en cuenta que desde 2006, se
produjo un crecimiento exponencial del endeudamiento, que resulta una
carga pesada ante la caída pronunciada de los ingresos petroleros y el
bloqueo promovido por Estados Unidos. Hasta ahora, los argumentos a
favor de esta estrategia “del buen pagador” se justificaban no sólo
económicamente, sino que se trataba de evitar que el capital financiero
pudiera promover acciones de embargo de activos externos ante una
situación de impago. Posibilidad deseada, por demás tanto por los
capitalistas locales y foráneos, enemigos del proceso político chavista.
Pero llegaron tiempos nuevos, nuevas realidades –complejas y críticas
por demás- y hay que revisar esta estrategia.
5. Desde el mismo momento en que el
Presidente Maduro gana las elecciones de abril de 2013, los indicadores
económicos anunciaban una crisis en el sector externo, pero
especialmente una crisis de deuda. Y eso iba a pasar tarde o temprano,
era tal la probabilidad de ocurrencia que, así el precio del barril de
petróleo se mantuvieran por encima de 100 dólares por barril, más
temprano que tarde se llegaría a esta disyuntiva. Las contradicciones y
los desbalances acumulados, hasta esa fecha, en la economía venezolana,
eran tales que, la abrupta caída de los precios petroleros iniciadas
desde 2014, produjo el efecto que corrientemente se ilustra con un
estanque que baja aceleradamente su nivel de agua y en ese momento
empiezan a verse los desperfectos y los cachivaches acumulados en su
lecho.
La cesta petrolera venezolana cerró en
2013 a 97,09 US$, cayó a 49,52 US$ en 2014 y se desplomó a 29,15 US$, al
final de 2015. Esto significa que, desde 2013, perdió casi el 70%. Tal
ha sido el impacto sobre la economía venezolana y sobre el modelo de
crecimiento validado durante casi 15 años por el chavismo.
6. Como la cultura del halago y la
propaganda ficticia habían alcanzado niveles de epidemia, ninguna de las
autoridades económicas (de una institucionalidad casi desintegrada) le
advierte al Presidente y le dicen la cruda verdad. Pero la realidad
macroeconómica es porfiada, cruel y golpea duro: durante 2017, se hace
claro que la viabilidad de cualquier política económica, y también
cualquier estrategia política, pasa por evaluar la estrategia de pago de
la deuda externa.
7. Es por eso que, el anuncio de
refinanciamiento y/o reestructuración de la deuda hecho por el
presidente Maduro, aunque casi 5 años tarde, resulta una acción acertada
y pertinente. Porque ya no se puede pagar en las mismas condiciones, ya
no se puede seguir siendo "buen pagador" si no se tienen reservas
internacionales líquidas, y aún mas, cuando las pocas divisas
disponibles las bloquean algunos de los más importantes bancos
internacionales
8. No se puede obviar en el análisis
que, al mismo tiempo, la estrategia de bloqueo económico promovido por
Estados Unidos agrava la situación y la capacidad de negociación del
gobierno venezolano.
La inminencia de la crisis de la deuda
externa estaba anunciada desde el momento en que caen los precios
petroleros, manteniendo este desfavorable nivel de precios por un
período prolongado y sin una recuperación sustancial de los mismos.
Además de este shock externo, se agrega las acciones de bloqueo que
Estados Unidos viene llevando a cabo desde la administración de Barack
Obama. Ambos factores se yuxtaponen y refuerzan el estrangulamiento
externo de la economía venezolana.
9. Llegado el momento de anunciar el
refinanciamiento/reestructuración de la deuda se tienen que considerar
algunos elementos que son importantes para no caer en percepciones
catastróficas (tipo “se acaba el mundo”, o “después del horizonte hay un
abismo con dragones marinos”) ni extremos optimistas irresponsables
(tipo “no pasa nada Señor Presidente...no hay inflación, no hay escasez,
no pasa nada..."). Se tiene que tomar conciencia que el manejo del
problema de la deuda pasa por comprender la magnitud del mismo y las
particularidades de nuestra economía.
10. Comprender que, la gravedad de la
crisis de la deuda, combinada con el proceso hiperinflacionario y la
profunda paralización del aparato productivo, no sólo pone en riesgo las
victoria electoral (miopía política) sino que además genera una
catástrofe social donde los trabajadores sufren una depauperación brutal
y al mismo tiempo las “fuerzas del mal” intentan justificar una
intervención imperialista para repartirse –a pedazos- las riquezas del
país, al mismo tiempo que tratan de arrasar de raíz la conciencia
revolucionaria alcanzada por amplios sectores de la población.
11. Una de las primeras particularidades
de Venezuela en su actual coyuntura de deuda externa, es que tiene una
economía cuyo principal bien de exportación es el petróleo. Esto marca
una sustancial diferencia a favor, en comparación con otros países de
América Latina. Producir y exportar petróleo es una peculiaridad que se
traduce en fortaleza. Venezuela tiene petróleo y otras riquezas que bien
gerenciadas pueden generar, en un horizonte de tiempo corto y mediano,
importantes ingresos externos.
Es decir, su economía atraviesa una
critica situación de liquidez pero tiene solvencia. Con el proceso
bolivariano se logró fortalecer la capacidad de controlar la propiedad y
administración del recursos natural (Ley de Hidrocarburo, rescate de
PVDSA). Hay que fortalecer esta capacidad de controlar la actividad,
reduciendo la influencia de las plagas propias del “Socialismo
Improvisado del Siglo XXI” y de la corrupción. Es importante defender a
PDVSA y a sus activos, CITGO entre otros.
12. Otra particularidad del caso
venezolano, es el relacionamiento externo que se fue construyendo a lo
largo de los años de los gobiernos de Chávez y Maduro. La relación con
China y con Rusia, son dos importantes ejemplos de esta particular
visión mundial. El refinanciamiento con los rusos (cuyo monto alcanza un
significativo 3.150 millones de dólares) y las negociaciones con China
Popular (cuya paciencia china ha sido puesta a prueba ante los problemas
que atraviesa el desordenado e indisciplinado aliado venezolano) son
dos factores importantes que colocan al gobierno, en una situación de
negociación inédita en comparación con otros países de la región.
13. Un tercer elemento, que debe
considerarse, es que Venezuela no es la única que atraviesa por esta
situación. Puerto Rico, se declaró en default en mayo pasado. No puede
pagar su deuda, y luego de la devastación natural que sufrió, está
atravesando un drama que ha tenido poco eco en los grandes medios de
comunicación trasnacionales. Argentina, su presidente-empresario, está
llevando torpemente a un endeudamiento insostenible fiscalmente, aunque
sostenible sobre la sangre de las familias trabajadoras argentinas y a
costa de la entrega del país. Son sólo dos ejemplos, porque hay una alta
probabilidad que otros países de la región entren en situaciones de
ajuste externo, por el peso de la deuda en sus presupuestos.
14. Las conexiones sistémicas de ese
mundo llamado "mercado financiero internacional”, configuran una
situación compleja donde el problema de la deuda venezolana, por su
tamaño, por la distribución geográfica de los tenedores y por su
complejidad, debe evaluarse de manera cautelosa. Por eso, dudaron si
calificaban los retrasos de pago como default o no. Saben que si el
problema de la deuda venezolana se disloca, esto puede causar un evento
de caos, por aquello de "el aleteo de la mariposa que afecta el otro
lado del mundo".
15. Uno de los indicios de esta última
percepción, es que los representantes del poder financiero y los mismos
gobiernos de América Latina, han guardado un aterrador silencio con la
situación de la deuda en Venezuela. No han opinado nada! Saben que
tienen un gran rabo de paja y no quieren acercarse a la candela. Esto,
paradójicamente, puede ser una oportunidad donde lo que haga Venezuela
marque la pauta, a nivel de América Latina.
16. Desde la anterior perspectiva, la
discusión si hubo o no default, hasta cierto punto es inútil porque lo
importante es como lo percibe el capital financiero: en una situación
normal, cualquier retraso e incumplimiento es considerada falta y
calificada como default, con todas las consecuencias que esto acarrea
para el país emisor y para los tenedores. Pero como no estamos en "una
situación normal", bien sea porque la mafia financiera percibe que
Venezuela ha tenido y tiene disposición (willingness) de pago y prioriza
por el pago de la deuda externa ante otros pagos, construyendo
forzadamente una capacidad (capability) de pago, o bien, porque el
“problema Venezuela” puede desatar los demonios en un momento donde se
pronostica que la próxima crisis capitalista mundial explotará
precisamente en el mercado de los bonos.
17. El desenlace de esta situación, sino
mejora la restricción externa, conduce a una situación que los
economistas llaman “disyuntiva”: elegir entre pagar la deuda o pagar los
alimentos y las medicinas que requiere el pueblo.
18. Hay suficientes herramientas legales
que amparan a un gobierno y a un país, que decidan poner por encima del
pago de la deuda el bienestar de la población. Si los Estados Unidos,
en unión con sus cómplices locales, continua promoviendo el genocidio de
la población venezolana para lograr sus objetivos geopolíticos, ambos
(gobierno y país) deben optar entre pagar la deuda externa o alimentar
al pueblo. Por supuesto, sería irresponsable promover el no pago de la
deuda sin advertir las consecuencias sobre el gobierno y sobre PDVSA.
Pero estamos ante una situación extraordinaria, que requiere decisiones
extraordinarias. Al menos el haber tenido la iniciativa frente a los
acreedores es un buen comienzo.
19. Es fundamental disponer de una
estimación clara y transparente del monto del endeudamiento externo. Se
han difundido cifras, no oficiales, que llegan a 183 mil millones de
dólares, y hasta algunos voceros oficiales han asomado que la deuda
supera los 100 mil millones de dólares. Sin embargo, parece que estas
estimaciones están sumando compromisos de diferentes naturaleza. Y lo
que principalmente está en el centro de la discusión (y de la
negociación) son la deuda pública externa, mal llamada, soberana
(emitida por el gobierno) y la deuda externa de PDVSA. Ambas,
posiblemente, no deben representar más de 65 mil millones de dólares. Si
bien es cierto que el esfuerzo de honrar ambas deudas se relaciona con
la capacidad de pago de la economía, el tratamiento jurídico de ambas es
sustancialmente diferente.
20. Igualmente, es fundamental
determinar en manos de quién están los bonos de la deuda, y no basta
sólo su localización geográfica (Maduro, declaró que un 70% está en
manos de tenedores estadounidenses) sino la naturaleza de los tenedores.
A mediados de este año, algunos analistas hicieron la advertencia que
una parte importante estaba en manos de fondos buitres. Es importante
saber cuál es la fauna de actores del mercado financiero que están
orbitando el caso de la deuda venezolana
21. Llama la atención que muchos de los
que integran la comisión de reestructuración/refinaciamiento de la deuda
son funcionarios sin mayores conocimientos económico-financieros, y
mucho menos experiencia en temas tan delicados y de alta
especialización, que deben y deberán enfrentarse a los tiburones de las
finanzas globales, en condiciones por demás desventajosas. Esto
representa un gran debilidad en la negociación. En Venezuela habían
profesionales capacitados para sentarse en la mesa y que no se dejaran
deslumbrar ni meter gato por libre por los tenedores y sus
representantes. Ojalá se recurra a gente con capacidad técnica, probidad
y claridad político-estratégica. Los más probables es que el gobierno
tenga que contratar a asesores externos. De ser así, tendrá que tener
mucho cuidado de no poner a un zamuro (zopilote, buitre) cuidando carne.
Puede recurrir a profesionales latinoamericanos, que estuvieron en
gobiernos progresistas (o los asesoraron en crisis similares) que
conocen de la materia. Debe desconfiar de los europeos y todo lo que
venga del norte
22.
Finalmente, es importante señalar que el problema de la deuda externa
no está desvinculado de la definición de un programa económico
coherente. Pero en este punto, ya se va a cumplir cinco años sin que el
gobierno logre honrar esa otra deuda (interna).
Simón Andrés Zuñiga: Economista
venezolano de la Sociedad de Economía Política Radical (SER). Desde
Ginebra, 22 de noviembre de 2017.
(Por Simón Andres Zuñiga)