El ser humano está frente a la naturaleza, que es en sí misma, un paisaje. Lo ve desde su visión cosmogónica con la sapiencia que le ha otorgado la vida. Lo escruta, lo aprecia, lo ausculta, lo venera, y lo sacraliza. Pero también podría parecer lo contrario.
La naturaleza es el espacio donde coexiste el ser humano, es el piso y el techo de su vida, el horizonte y el límite.El paisaje está ahí, ante la mirada de todos. Podría decirse que el hombre jamás ha estado solo, porque a su alrededor vibra la naturaleza, expuesta como un cuadro pintado por Dios.
La visión que tiene el hombre del mundo, es de “progreso”. Es un estigma que lleva grabado desde siempre. Pero el llamado “progreso” podría ser la otra cara de la moneda, donde confabulan los intereses de los que manejan el poder desde una visión egoísta.
La lucha de clases, el flujo de los medios de producción del capitalismo y sus modalidades son irracional e inhumanas.
Son las amenazas constantes del el planeta y a veces no nos damos cuenta, porque la industria mediática y las pintan como películas de ficción.
Caminamos por los centros poblados de la tierra donde la tecnología ha tejido su maraña de innovaciones; donde la ingeniería civil y mecánica han creado sus emporios con sutiles mecanismos de poder y no distinguimos sus estrambóticos edificios desfigurado hermosas avenidas y paisajes que fueron naturales.
Muchos olvidan que antes de esos adefesios, habían espacios hermoseados inmensas llanuras, cordilleras pobladas de los más variados animales que lamentablemente van extinguiéndose.
Bosques tupidos de árboles tropicales, con frutales, hierbas medicinales, ya no están en el mercado.
El consumismo de la sociedad de finales del siglo XX y principios del presente siglo, deciden el futuro incierto de la humanidad.
El ser humano y el paisaje, podrían ser solo el recuerdo de un tiempo ido en la memoria de las nuevas generaciones. El planeta, albergue del mejor paisaje de todos los tiempos, el paisaje natural, podría desaparecer en cualquier momento, con sólo oprimir un botón, que desencadenaría una guerra nuclear.
Estamos a las puertas de la mayor decadencia del ser humano, y eso tendría un costo impagable, para la humanidad.