Cervantes

Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.

MIGUEL DE CERVANTES
Don Quijote de la Mancha.
La Colmena no se hace responsable ni se solidariza con las opiniones o conceptos emitidos por los autores de los artículos.

27 de julio de 2025

“Watunna”, la más grandiosa mitología aborigen americana, en el corazón del Alto Orinoco…

 

José Sant Roz

  1. Plenamente de acuerdo con Enrique Dussel cuando dice que Europa inició una invasión contra América a partir de 1492. Hay que contrastar la mente de un Colón (el primer gran capitalista-invasor en América), la de sus colonos, con la de nuestros indígenas. La mentalidad de Colón era más o menos la de los actualmente “civilizados” latinoamericanos. Sabía de amabilidad y de trato, de “cordialidad”, de negociaciones “arteras”, de comercio a gran escala. Colón llegó a conocer al dedillo las debilidades de las cortes, de los reyes, de los poderosos de España, por ejemplo. Estaba entrenado en cómo convencer a la gente ávida de riqueza y de la necesidad de apropiarse de extensas porciones de tierra, y todo ello porque conocía las ignorancias y las supersticiones que predominaban en aquella Iglesia católica de la Edad Media, para luego ir sugiriendo que era imprescindible preparar una poderosa intervención militar en las llamadas por él “Indias Occidentales”. Colón armó su pretexto echando mano de una jerga en la que mentaba un plan para rescatar el Santo Sepulcro y que éste fuese considerado sagrado por los altos prelados al servicio de los reyes. Con tales fantasías en la cabeza llegará a decir que el Orinoco era uno de los cuatro ríos que fluían del Paraíso Terrenal.
  2. No estaba loco, sabía cómo hablarles a los creyentes que rodeaban y rondaban aquella corte. Llevaba muy bien afianzado en su corazón que entonces había sólo dos cosas capaces de mover la voluntad de los poderosos, de conmover a los reyes: el oro y las proclamas de encendidos y divinos sacrificios por la religión de Jesucristo, con las cuales también se podían obtener riquezas y grandes privilegios.
  3. Aquellos colones o colones que luego surgieron de sus planes, con el tiempo habrían de ir acercándose al Alto Orinoco en donde sólo existía la magia sagrada de la paz, del mayor equilibrio del hombre silvestre con la naturaleza, por lo que Jean Marc de Civrieux dice que aquel primer encontronazo con los bestiales barbudos, habría de ser un agitado período, un imborrable recuerdo en la saga tradicional de los so’to. En estos recuerdos hay que remontarse a la segunda mitad del siglo XVIII. Hasta 1744, no se había visto a un solo español en el Alto Orinoco, sagrado santuario con sus murallas infranqueables de agua, con los raudales del gran río, protección con las Cataratas de Atures y Maipures, obstáculos insalvables para la navegación.
  4. En 1744, el primero en llegar a las Cataratas de Atures y Maipures fue el Superior de las Misiones Jesuitas, Manuel Román, y resulta que vio navegando por allí a portugueses que le dijeron que se encontraba en el Orinoco, y fue con ellos hasta El Amazonas. En 1756 llegan españoles hasta las Cataratas de Atures y Maipures, e instalan su Cuartel General en lo que llamaron «San Fernando de Atabapo» (Marakuhaña), donde Iaranavi, ese descubridor europeo, tuvo sus aposentos. Es entonces cuando nos vamos a encontrar con la figura del conquistador entre dos imágenes contradictorias, una luminosa y otra sombría: Iaranavi (identifica con la Garza Blanca, ave hermosa, símbolo de luz)y Fañuru (el malvado, antropófago, que allana tierras ajenas, despoja y esclaviza a los indios). Fañuru, no satisfecho con atropellar a los so’to (maquiritares)hostigaba al propio Wanadi, el padre celeste, y lo obligó finalmente a abandonar su morada en esta tierra. Es así, como “el recuerdo del español –Faruñu– quedó grabado en la memoria de los so’to como un sinónimo de demonio”[1].
  5. La «Epoca de Iaranavi» va de 1759 a 1767 y el de Fañuru, de 1767 a 1776, fecha que casi coincide con 1777, año que marca el fin definitivo de la resistencia indígena y cuando Guayana pasa a manos de Caracas, capital de la Intendencia de Venezuela (y esto incluye toda la zona del Esequibo). A partir de 1776, “el idilio primordial se deterioró rápidamente. Iaranavi fue sustituido por aquel demonio. Estalló contra él la rebelión de los so’to, abanderada por un poderoso Huhai (guardianes del Watunna)que libró a los indios de la maldita raza… En el año 1767, don Apolinar Díaz de la Fuente visitó a Warema (jefe so´to) con una fuerza militar para fundar, con su gente, la villa Esmeralda. Los so’to se negaron. Los soldados se llevaron unos grupos a Esmeralda contra su voluntad y los obligaron a construir una docena de chozas. Este atropello provocó la indignación de los so’to y marcó el fin de la época de Iaranavi, el comienzo de la de FañuruEn agosto llegó Fr. Jerez de los Caballeros y comenzó a EVANGELIZARLOS A LA FUERZAASÍ COMENZÓ LA MISIÓN DE MERARAÑA[2], TANTAS VECES CITADA EN EL WATUNNAAllí los so’to supieron, por primera vez, quienes eran los Fadre, los misioneros, y se originó la leyenda que presenta a los religiosos como unos demonios al servicio de Fañuru. La conversión forzada en Meraraña y el salvacionismo intolerante de los cristianos, pisotearon la tradición religiosa de los so’to, prohibió sus ritos y el culto tradicional a Wanadi[3].  
  6. Agrega Jean Marc: “A pesar de su efímera duración de Fr. Jerez, éste dejó un recuerdo indeleble en la tradición oral. Jerez fue, sin duda, intransigente en su celo religioso. Habló de la crucifixión de Cristo, se empeñó en destruir a Wanadi, según él, el falso dios de los so’to, para imponer la religión de la Iglesia Católica. El Watunna recuerda con amargura esa evangelización. Afirma curiosamente que los Fadre (misioneros) se llevaron a Wanadi a Caracas, la ciudad de los Fañuru, para crucificarlo. Los misioneros trataron de persuadir a los so’to que lo habían matado de verdad: por eso ahora los so’to tenían que adorar a Cristo. Pero eso no era cierto: Wanadi, a causa de sus grandes poderes mágicos no podía ser vencido y logró escapar de la persecución de esos demonios: por culpa de ellos fue obligado a despedirse de la Tierra (Wanadi Nistama), abandonó a los so’to a su triste destino y los dejó solos, frente a aquellos Fadre Fañuru. La despedida de Wanadi es el más triste episodio de todo el Watunna.”
  7. “La leyenda cuenta que un shamán so’toMAHAIWADI, dotado de grandes poderes mágicos, encabezó la resistencia y rechazó a los invasores. Este personaje corresponde, probablemente, a una realidad. Existen diversos casos comprobados, durante la época de la conquista, en que los shamanes indígenas desempeñaron el liderazgo en la guerra contra los españoles… Lo que en el Watunna no corresponde a la realidad histórica, es la supuesta toma de Angostura por los españoles de Caracas en aquella misma época. Este acontecimiento tuvo lugar en 1817, o sea, cuarenta y dos años después de la victoria de Mahaiwadi sobre los Faruñu y corresponde a una célebre ofensiva de Simón Bolívar durante la Guerra de Independencia de Venezuela. A raíz de la victoria de Mahaiwadi sobre los invasores hispanos, los so’to se sintieron inquietos ante la posibilidad de represalias en sus tierras. El relato mítico del éxodo de una parte de la gente de Ihuruña hacia el oriente, bajo el mando de una dinastía de jefes so’toLOS WAITIE, parece corresponder a esta época. Grupos so’to emigraron hacia el río Uraricoera y el Cerro Roraima, donde vivían y viven todavía, los e’ti, indios makushi taulipang. Los emigrados observaron el comercio de esa gente con los Kariña y los colonos holandeses del río Esequibo. Privados de toda comunicación con Angostura y las codiciadas mercaderías españolas, descubrieron el camino de la Guayana holandesa y establecieron amistad con la lejana Amenadiña, la capital comercial de aquellos ricos extranjeros que la leyenda describe como «gente de Wanadi», es decir, gente amiga de los so’to, como lo había sido Iaranavi… Debe ser notado, para terminar, que la epopeya de Mahaiwadi, el libertador de los so’to, tuvo efectos permanentes puesto que los españoles no intentaron de nuevo su conquista ni ejercieron represalias contra ellos[4]”.

[1] Citado en la obra Watunna, de Jean Marc De Civrieux.

[2] el Dorado de los indios

[3] Ut supra, Watunna.

[4] Watunna comentado por David Guss.


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