Demostrar cómo el paisaje se crea y recrea a través de la memoria cultural en las manifestaciones artísticas: poesía, música y pintura barinesas. La posibilidad de comprender el presente de los pueblos, sus procesos culturales, se vuelve imperativo. Su conocimiento es necesario en la vida, en cuanto que permite el acercamiento a sus raíces, confiere identidad cultural, reafirma el sentido de pertenencia.
Todo hecho cultural pertenece a un contexto histórico, partiendo de ese espacio se generan acontecimientos que permiten a los habitantes (espectadores y actuantes de esa realidad) observar ese paisaje que habita y lo habita, ese todo, que integra hechos vivencias que se llegan a identificar por las distintas manifestaciones artísticas como la poesía escrita y la poesía.
Aspectos puntuales
A)LA NATURALEZA COMO INVENCIÓN EUROCÉNTRICA
A. LA RELACIÓN DE LA NATURALEZA, PAISAJE Y EL SER HUMANO.
La teoría del paisaje en arqueología postula que el paisaje es una entidad analizable y que tiene propiedades tanto físicas y materiales como ideales y simbólicas [Criado Boado, 1991:91]. Según Criado Boado [id.], ambas dimensiones construyen la racionalidad que determina la interacción entre el hombre y su medio circundante y ambas son imprescindibles para el estudio del paisaje. Sin embargo, la presencia de las dos dimensiones mencionadas no es suficiente para el estudio del paisaje, por lo que posteriormente este mismo autor [1999] agregó la dimensión social, la que definió como el medio construido. No obstante, como veremos, la inclusión de la dimensión social al estudio del paisaje no logra eliminar la tensión conceptual que inmediatamente se percibe en el marco teórico propuesto por el autor, ya que los fenómenos físicos sólo tienen explicaciones físicas y los fenómenos sociales e intangibles son entendidos dentro del estudio de las ciencias humanas.
Entre la naturaleza, el paisaje y el ser humano hay una relación íntima arqueológica y antropológica. El ser humano, desde que es ser humano, está inmerso en un espacio y un tiempo que lo habitan, y habita desde que empezó a tener noción del entorno que le rodeaba. Aun cuando no tenía un lenguaje en letras y palabras, a través de los gestos, admiró todo lo que vio a su alrededor. El despertar de cada día traía nuevas imágenes, debió asombrarse ante la inmensidad de las montañas, los ríos, el mar, la llanura, la nieve, la lluvia, el día y la noche, el sol, la luna, las estrellas, los pájaros, las flores, y el eco de sus gritos, y toda una gama de escenas que debió vivir como protagonista de una obra donde la naturaleza era, y lo sigue siendo, el motivo de observación e investigación necesaria para amoldarse al mundo real que recién empezó a compartir con sus semejantes. La naturaleza ha sido el gran misterio del ser humano, desde la ciencia, la filosofía, hasta el arte. Ese territorio orgánico e inorgánico que comprende la natura, o en su defecto, eso que conocemos como tierra, en un relieve de magnificencia casi irreal, acaparó la atención de los científicos, para ir, poco a poco, descubriendo e indagando sobre su composición bioquímica. A ese territorio también denominamos espacio, y pertenece a cualquier lugar donde la vida terrestre se desarrolla. Donde el ser humano cohabita y realiza sus sueños. A ese territorio también denominamos paisaje. Desde el punto de vista filosófico, nos hacemos las mismas preguntas que durante siglos se hicieron los filósofos griegos, y que, pese al avance de la ciencia, de la tecnología, y del pensamiento humano, aún no hemos respondido. ¿De dónde venimos? ¿Quién nos creó? ¿Por qué estamos aquí? Los creacionistas tienen respuestas a estas cosas de acuerdo a sus dogmas, a la fe, y a las costumbres religiosas. Los evolucionistas también las tienen, como el resultado de una búsqueda incansable por asimilar la teoría de la selección natural de las especies, según Darwin. El proceso de comprensión del universo de bienes naturales que nos rodean es infinito, desde una piedra en el camino hasta el ave que se eleva en el aire azul de una tarde y que, obviamente, forma parte de una galaxia que sigue siendo motivo de estudio por la ciencia, es una prueba de que no estamos solos en el planeta, que adonde quiera que miremos, seguro vamos a encontrarnos con un hermoso paisaje que sólo los artistas de la palabra o de los pinceles, tratan de imitar o de explicar a través de sus obras. La relación entre paisaje y naturaleza es algo que no podemos evitar, porque estamos profundamente unidos entre sí, ya que somos seres de un mismo planeta y mundo donde somos los protagonistas de los cambios sociales y culturales que nos propongamos cumplir.
B) COSMOVISIÓN Y EUROCENTRISMO EN LA PERCEPCIÓN DE NATURALEZA Y PAISAJE
El eurocentrismo es una cosmovisión colonizadora, donde se pretende colocar a Europa en el centro de todo, como un espacio cultural e intelectual, al que tenemos que rendirle pleitesía, y además agradecerle. El eurocentrismo es la occidentalización de gran parte del planeta. Es verdad que Europa tuvo una gran influencia en las otras culturas del mundo, producto de la colonización y el desarraigo de las costumbres autóctonas de los pueblos colonizados, a través de la imposición de la religión católica, y de las guerras para adueñarse de sus riquezas naturales y perpetuarse en el poder por siempre. Pero eso no debe ser excusa para abrogarse el derecho, si lo tuviera, de dirigir el futuro del planeta. El pensamiento griego, sus grandes filósofos, y el derecho romano, son categorías que aún prevalecen en nuestra idiosincrasia y manera de pensar y de actuar. No obstante, y con el paso del tiempo, nuevos teóricos y pensadores han logrado crear un nivel de consciencia sobre la autonomía y determinación de las naciones para consolidar una soberanía auténtica y deslindada de Europa. La descolonización está en boga en los países que fueron conquistados y duramente masacrados por el eurocentrismo.
Es necesario decir que Europa, o la comunidad europea, aprobó y firmó un acuerdo de protección del paisaje de Europa y cualquier parte del mundo, el cual suscribieron casi todos los países de dicha comunidad. El Convenio o Acuerdo fue fraguado a partir de mediados de los años 90, se elaboró en el seno del Consejo de Europa y se concluyó en el año 2000 en la ciudad de Florencia.
El propósito general del Convenio es animar a las autoridades públicas a adoptar políticas y medidas a escala local, regional, nacional e internacional para proteger, planificar y gestionar los paisajes europeos con vistas a conservar y mejorar su calidad y llevar al público, a las instituciones y a las autoridades locales y regionales a reconocer el valor y la importancia del paisaje y a tomar parte en las decisiones públicas relativas al mismo.
El Convenio reconoce todas las formas de los paisajes europeos, naturales, rurales, urbanos y periurbanos, y tanto los emblemáticos como los ordinarios. Concierne a los componentes naturales, culturales y humanizados y a sus interconexiones. El Convenio considera que los valores naturales y culturales ligados a la diversidad y calidad de los paisajes europeos suponen un deber para los países europeos de trabajar colectivamente en su protección, planificación y gestión.
El Convenio Europeo del Paisaje compromete a tomar medidas generales de reconocimiento de los paisajes; de definición y caracterización; de aplicación de políticas para su protección y gestión; de participación pública y de integración de los paisajes en las políticas de ordenación del territorio, así como en las políticas económicas, sociales, culturales y ambientales. También sobre la sensibilización ciudadana, la educación y la formación de expertos.
El Convenio Europeo del Paisaje entró en vigor el 1 de marzo de 2004, el primer día después de haber expirado un período de tres meses tras la fecha en la que diez Estados miembros del Consejo de Europa expresaran su consentimiento de vincularse a él.
La percepción que se tiene ante el paisaje, es de tipo cultural, y ese gesto, es por demás, alentador. Nuestra visión y misión como seres humanos, debe estar orientada a participar como embajadores de la naturaleza para promover la protección del paisaje, que es, por ende, la protección del ecosistema del planeta.
C.) EL SER HUMANO Y SU PARTICIPACIÓN EN LOS CAMBIOS SOCIALES Y CULTURALES DEL PAISAJE
El ser humano ha participado en los cambios sociales y culturales del paisaje y a su vez del planeta. Lo ha hecho desde la ciencia, en su objetivo de conocer mejor y profundamente la naturaleza, con experimentos científicos que, en algunos casos, han aportado grandes beneficios a la sociedad. En otros casos sólo han servido para desmembrar, socavar, destruir el paisaje natural del mundo que nos habita. No dudamos de la influencia que ha tenido la llamada modernidad en la naturaleza y por ende en el paisaje. La deforestación y quema de bosques, de grandes plantaciones, de árboles, para construir ciudades, ha destruido el medio ambiente. El hábitat ha sufrido la inclemencia del ser humano en todos los ámbitos posibles. Los científicos en su ardua búsqueda de la verdad en la materia inorgánica, ha socavado la tierra, ha desmantelado en parte la naturaleza para hallar, en lo profundo de la tierra, vestigios de civilizaciones antiguas, restos de poblaciones, de materia orgánica que pruebe sus teorías. Se han provocado cambios drásticos en el paisaje a lo largo y ancho del planeta. “Hay paisajes porque hay personas” nos confirma el destacado investigador argentino Lucas Períes, aludiendo claramente a la construcción cultural del concepto paisaje y por ende, a la necesidad de percibirlo por parte del ser humano, quien reflejará todo su acervo cultural en la construcción intelectual del paisaje. Pero esas personas, a veces en vez de construir destruyen, y eso amerita una clara y dura reflexión social en todo el planeta.
También los paisajes adquieren atributos que podemos clasificar como características urbanas, rurales e incluso naturales, si el paisaje se acerca a lo que podemos imaginar como naturaleza. Si consideramos que los elementos ecológicos del paisaje, como la vegetación, el agua o la fauna predominan, es posible comprender aquel común y contradictorio término de “paisaje natural”. Tal vez esto último sea uno de los más potentes anhelos que esperamos nosotros los seres humanos: observar, disponer y vivenciar paisajes naturales en nuestras ciudades, o mejor dicho, disfrutar de paisajes con predominancia de factores o elementos ecológicos a nuestro alrededor. Esa, quizá, es la manera más auténtica y sincera de aceptar que el ser humano ha participado en los cambios sociales y culturales del paisaje.
D. EL SER HUMANO Y EL PAISAJE
El ser humano está frente a la naturaleza, que es en sí misma, un paisaje. Lo ve desde su visión cosmogónica con la sapiencia que le ha otorgado la vida. Lo escruta, lo aprecia, lo ausculta, lo venera, y lo sacraliza. Pero también podría parecer lo contrario. La naturaleza es el espacio donde coexiste el ser humano, es el piso y el techo de su vida, el horizonte y el límite. El paisaje está ahí, ante la mirada de todos. Podría decirse que el hombre jamás ha estado solo, porque a su alrededor vibra la naturaleza, expuesta como un cuadro pintado por Dios. La visión que tiene el hombre del mundo, es de “progreso”. Es un estigma que lleva grabado desde siempre. Pero el llamado “progreso” podría ser la otra cara de la moneda, donde confabulan los intereses de los que manejan el poder desde una visión egoísta. La lucha de clases, el flujo de los medios de producción y sus alternativas, el capitalismo irracional, podrían estar acabando con el planeta y no nos damos cuento. Caminamos por los centros poblados del planeta donde la tecnología ha tejido su maraña de innovaciones, donde la ingeniería civil y mecánica ha creado su emporio de sutiles mecanismos de poder, sus estrambóticos edificios, sus hermosas avenidas, y no nos acordamos que antes de ello, esos espacios eran inmensas llanuras, cordilleras pobladas de los más variados animales que lamentablemente amenazan con extinguirse. De bosques tupidos de árboles tropicales, con frutas que ya no están en el mercado. El consumismo de la sociedad de finales del siglo XX y principios del presente siglo, deciden el futuro incierto de la humanidad. El ser humano y el paisaje, podrían ser solo el recuerdo de un tiempo ido en la memoria de las nuevas generaciones. El planeta, albergue del mejor paisaje de todos los tiempos, el paisaje natural, podría desaparecer en cualquier momento, con sólo oprimir un botón, que desencadenaría una guerra nuclear. Estamos a las puertas de la mayor decadencia del ser humano, y eso tendría un costo impagable, para la humanidad.
INTENCIONALIDAD II
EL PAISAJE COMO EXPRESIÓN
A. EXPRESION DE LA CULTURA A TRAVÉS DEL PAISAJE.
Todas las culturas del mundo forman parte de un paisaje natural que les provee de una satisfacción estética. La cultura se expresa desde la naturaleza, en variadísimas escenas de la vida cotidiana. El ser humano se ve retratado allí, como parte de un bosque milenario que le inunda los sentidos de plenitud y belleza. Cualquier espacio de cualquier lugar del mundo se expresa culturalmente a través de su forma natural de embellecer el ambiente. Un desierto o una montaña, se expresan culturalmente a través de sus paisajes, de sus elementos orgánicos e inorgánicos, que a su vez representan el entorno típico de un sector. Por donde quiera que andemos, nos vamos a encontrar con paisajes de diferentes características, así frente al mar como en una llanura, en un pueblo rodeado de montañas como en una aldea rodeada de ríos, en una isla en medio de una laguna inmensa como en una cordillera tupida de nieve. El ser humano desde su percepción natural, se alimenta de las expresiones culturales de esos paisajes que revitalizan a la humanidad más allá de todo afán y desencanto que tenga por las políticas erradas de quienes deben proteger y salvaguardar el ecosistema del planeta.
B.LA MEMORIA CULTURAL A TRAVÉS DEL PAISAJE
El hombre se debe a la historia, y cuando hablamos de memoria, es obvio que a su vez debemos tocar la historia de la humanidad. Detrás de cualquier manera de expresión cultural hay un paisaje de fondo que nos determina un tiempo y un espacio en el devenir de la sociedad. Ese espacio forma parte del imaginario popular que se ha resguardado de generación en generación. La fotografía, las artes plásticas, y el cine, son manifestaciones culturales que permiten el resguardo de ciertos paisajes que ya ni siquiera existen. Vivimos una etapa de transición absoluta desde la revolución industrial hasta la revolución tecnológica, y estamos expuestos a perder la memoria de tiempos idos. Sólo el arte, como catalizador, encubridor, y guardador, podría permitir que no perdiéramos del todo parte de la historia de la humanidad. Desde los paisajistas, hasta el arte figurativo, detrás o de fondo, siempre hay un paisaje que nos recuerda una época determinada.
C.EL PAISAJE COMO MANIFESTACION ARTÍSTICA
En el imaginario popular siempre ha habido la intención de representar el paisaje, cualquier paisaje, como fondo de una manifestación cultural. Desde los tiempos remotos, incluso en las eras más antiguas de la humanidad, el precámbrico o la edad de piedra, el ser humano ha plasmado con simples trazos, rayas o círculos, la presencia de los elementos que forman parte de un paisaje. Se remitieron a dejar plasmado allí, incluso dentro de las cavernas, parte del paisaje orgánico e inorgánico que les rodeaba. Y a lo largo del tiempo, en las diferentes manifestaciones artísticas que han promovido seres humanos sensibles, siempre ha habido la intención de dejar parte de esos paisajes que les rodeaban. Los artistas plásticos, quizá, son los que más han incursionado en este planteamiento. Los llamados paisajistas, por ejemplo, nos han dejado un legado de sus memorias ancestrales, en sus obras. El arado en el campo, el buey arando, el campesino ante la huerta, el ordeño, la siembra y la siega de ciertos productos naturales, los caminos, los árboles, los pájaros, las flores, en fin, son expresiones artísticas que forman parte del paisaje natural del planeta.
D. EL PAISAJE BARINES EN LAS EXPRESIONES ARTÍSTICAS POÉTICAS
APORTES
A. LA CULTURA EN EL PAISAJE
Indudablemente, la cultura forma parte del paisaje, o viceversa. Las diferentes formas de vida del ser humano, en el quehacer cotidiano, para ganarse el alimento, en el día a día, se transforman en evocaciones culturales que se impregnan de paisaje, en las obras de los artistas plásticos, fotógrafos o cineastas. Es una manera natural del proceder de quien se interna en el mundo del arte y que actúa casi de forma inconsciente. Hay que pintar la vida, se dice coloquialmente, y allí, en el fondo de todo, hay un paisaje natural. Desde los animales hasta las plantas son parte de esos elementos que decoran cualquier paisaje del mundo. Pero más allá de la definición o percepción que se tenga de la palabra “paisaje”, la asumimos como un todo donde predomina un ingrediente estético al que denominamos “belleza”, por lo que, la cultura en el paisaje, es como una fórmula matemática donde se combina la naturaleza, el paisaje, la belleza, y la cultura, para exaltar la vida como el mayor estímulo que nos permite el deleite visual y espiritual para vivir en paz. Cuando hablamos sobre paisaje, generalmente nos estamos refiriendo al paisaje real, que está al frente, con árboles, pájaros y flores. A esa percepción de la mirada, podríamos denominar como “paisaje externo”, que obviamente influye en los demás sentidos del cuerpo humano. Pero a su vez, también nos podemos referir a otro tipo de paisaje que sólo a través del arte se puede percibir. A este otro paisaje lo podríamos interpretar como “paisaje interno”, y que aparece, casi como una expresión metafísica de la vida. Cuando el artista plástico plasma en el lienzo un cuerpo humano, y los ojos de los humanos lo aprecian, lo degustan, lo admiran, y lo veneran, entonces estaríamos ante una cultura del paisaje humano. Ejemplos hay muchos, pero esa es otra manera como la cultura se expresa en ese paisaje de la naturaleza humana. El paisaje exterior también se determina como paisaje natural, pero más allá de esto también concebimos como otra forma de expresión cultural el paisaje humano, que tiene que ver con las ciudades, las calles, los pueblos, los jardines diseñados por el ser humano, o el cuadro de un cuerpo de mujer hecho paisaje en la tela.
B.)LA CULTURA HACE LA PERCEPCIÓN DEL PAISAJE
¿Qué es cultura? Podríamos preguntarnos antes de profundizar en este tema, que es, por demás, interesante. Sabemos desde siempre que la cultura es cualquier manifestación creativa o artística que produzca el hombre para su satisfacción personal o colectiva. No obstante, la cultura está impresa en el paisaje, o viceversa. Uno podría abstenerse de opinar sobre la manera cómo se pudiera entender “hacer la percepción del paisaje” si ambas apreciaciones forman parte de un mismo escenario. Somos proclives a teorizar, pero cuando se trata de la cultura, las variables de interpretación asociativa, como referentes o valores, no son fáciles de comprender. Cuando hablamos de sistemas culturales, rutas, o sectores, es posible que estemos disociando un poco las diferentes maneras de apreciar la cultura. En síntesis, si se es culto, esto acerca el paisaje a la visión cosmogónica del artista, para desarrollar su obra, desde los sentidos y las emociones. El paisaje se percibe, se siente, se vibra ante él, se vive, y se transforma en cultura. No obstante, es compleja la idea de la percepción y de percibir, en todo caso la percepción es sobre una realidad externa, que se interioriza. Al nombrar el vocablo “paisaje” en lugar de “objeto se entiende que se está refiriendo a ciertos bloques, estructuras y no la individualidad aislada y abstracta de un objeto. Pero en líneas generales se destaca en esos paisajes la percepción o actos del percibir a los que denominaríamos “miradas” (sensaciones del propio cuerpo, recuerdos y apercepciones). Demás está decir que en estas “miradas” a los paisajes, las distinciones entre lo interno y lo externo se establecen según direcciones de la intencionalidad de la conciencia, de los sentidos y las emociones.
Si lo anterior está entendido, cuando se hable de “paisaje humano” se comprenderá que es un tipo de paisaje externo constituido por personas y también por hechos e intenciones humanas plasmados en objetos, aun cuando el ser humano como tal no esté ocasionalmente presente. Conviene, además, distinguir entre mundo interno y “paisaje interno”; entre naturaleza y “paisaje externo”; entre sociedad y “paisaje humano”, recalcando que al mencionar “paisaje”, siempre se está implicando a quien mira, a diferencia de los otros casos en los que mundo interno (o psicológico), naturaleza y sociedad, aparecen ingenuamente como existentes en sí, excluidos de toda interpretación.
C. ACERCAMIENTO A NUESTRAS RAÍCES E IDENTIDAD CULTURAL DESDE LA RECREACIÓN DEL PAISAJE EN LA POESÍA Y LITERATURA BARINENSE
D. EL PAISAJE INTERPRETADO DESDE EL ARTE COMO BASE DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA MEMORIA CULTURAL
El paisaje también se interpreta, incluso se transforma, desde el arte. Sin embargo, cuando hablamos de memoria, indiscutiblemente, nos tenemos que aprehender de la historia y de la cultura. Pero el arte siempre va a ser interpretativo de la historia, no es una copia de la misma, pero tampoco se abstrae. Uno podría pensar que cualquier obra de arte, desde la artesanía hasta la música, siempre va a ser una interpretación social del momento histórico que nos tocó o toca vivir. Vivimos en un mundo cambiante en todos los órdenes, y cada día que pasa evolucionamos con mucha más rapidez hacia otras maneras de percibir el mundo que nos rodea. Eso implica crear modelos distintos que aborden realidades distintas. Por ejemplo, el paisajismo de los artistas plásticos de finales del siglo XIX, ya no forma parte del modelo estético de principios del siglo XXI, y de igual manera las demás artes como la poesía, el teatro, y el cine. Nuestra concepción de la realidad se basa más en la percepción que en las teorías. Es así como cualquier obra de arte, concebida en cualquier tiempo espacio de la historia del mundo, deja una huella trascendente, en la memoria del imaginario cultural, de la historia y de la cultura oficial de una población cualquiera.
El paisaje es una realidad visible. Los ojos no se cansan de ver y los oídos de oír, dice la Biblia. Lo abordamos desde las artes plásticas, la poesía, la novela, el cine, la fotografía. Lo interpretamos de diferentes maneras, e incluso lo recreamos de miles de maneras. Son los poetas los que se apropian del paisaje con más insistencia en su obra. Los narradores lo utilizan principalmente como mecanismo de ambientación de las tramas narrativas. Y el mismo sincretismo que hay entre la literatura y el paisaje se produce entre éste y la pintura.