José Sant Roz
- Tantos oscuros elementos se ocultan, tras la relación entre Rómulo Betancourt y el general Eleazar López Contreras. Al principio, hubo un serio forcejeo entre ambos, llegó a parecer que se odiaban, aunque Betancourt mantuvo un cuidadoso trato y consideración hacia el canijo sucesor del dictador Juan Vicente Gómez. Después del 18 de octubre 1945, los golpistas condenan al ostracismo a López Contreras, y éste encuentra dulce y portentoso cobijo bajo la figura de Rafael Leonidas Trujillo, “Chapita”. Previamente, don Eleazar, estableció su residencia en Miami, donde vivió hasta 1948 (cuando vuelve feliz a su tierra porque han derrocado a Rómulo Galllegos), pero su casa en Miami, fue un centro de permanente conspiración contra la Junta de Gobierno y luego contra Gallegos, entre los que eran infaltables, los dictadores anticomunistas Rafael Leónidas Trujillo y Anastasio Somoza. Posteriormente nos encontraremos que Chapita será quien dirige el atentado del 24 de junio de 1960 en el que Betancourt casi pierde la vida. Finalmente, Betancourt y el senador vitalicio para la década de los sesenta, hasta 1973, don Eleazar López Contreras, terminan siendo grandes amigos, se entienden maravillosamente en todo. Los acabó uniendo fuertemente el anticomunismo que ambos profesaban, y por ambos prestaron, como veremos, extraordinarios servicios al Departamento de Estado…
- El general Eleazar López Contreras, nació en Queniquea (estado Táchira), el 5 de mayo de 1883. En julio de 1930, Juan Vicente Gómez le nombró jefe del Estado Mayor del Ejército. El 22 de abril del año siguiente fue encargado del Ministerio de Guerra y Marina, interinamente, para luego encargarse de este ministerio de manera definitiva el 13 de julio de 1931. Cuando ejercía este cargo lo sorprendió la muerte de su jefe, el 17 de diciembre de 1935. Luego el Congreso lo elige presidente constitucional para el período 1936 – 1941. Los primeros fervores libertarios condujeron a una inesperada conmoción que casi echa por tierra al recién instalado gobierno, el 14 de febrero de 1936. Corrió sangre, y trató de entretenerse a la masa enardecida con los consabidos saqueos que se daban en el siglo XIX, cada vez que caía un gobierno. Desgraciadamente, no aparecía un líder de empuje y valor que tomara las riendas de aquella conmoción. Jóvito Villalba intentó poner el pie en el cuello de López Contreras, pero divagó mucho, y pidió calma en lugar de arrastrar las masas hasta Miraflores para reventar de una vez por todas, el enorme tumor del gomecismo. La escaramuza del 14 puso a prueba el temple y la calidad política de Jóvito, quien vaciló, perdiendo la mejor oportunidad de su vida, hecho que Rómulo Betancourt miró a la distancia, permitiéndole medir sus propios pasos hacia el poder. En ningún otro momento de su vida calibraría Betancourt, el trauma inmenso que comportaba asumir el liderazgo de un país.
- La urbanización donde vivo queda en la Avenida Eleazar López Contreras, Mérida. Pero en toda Venezuela deben existir unos 20 o 30 monumentos dedicados a este personaje. Todavía en nuestra historiografía se menciona al General Eleazar López Contreras, casi como héroe, como un personaje relevante y fundamental de nuestro país. Como un pacificador de Venezuela, después de la muerte de Gómez. Se le suele mencionar como el fundador de la Guardia Nacional, ocultando a la vez su blandengue posición frente al santanderista y presidente Eduardo Santos Montejo (bisabuelo del uribista Juan Manuel Santos), cuando el 5 de abril de 1941, el Presidente Eleazar López Contreras, acaba cediendo a Colombia, 108.000 kilómetros cuadrados de nuestra Guajira.
- Debemos recalcar que, por bestialmente ignorante, tragándose toda la propaganda difundida por los yanquis, don Eleazar López Contreras se hizo furibundo anticomunista. Era un empedernido lector de suplementos y relatos gringos sobre libertad y democracia y, de veras, creía que en la Unión Soviética se comían a los niños por pura aberración política. Por esa misma vía, don Eleazar López Contreras terminaría siendo admirador enloquecido de los nazis. Con su venia se funda en 1936 “el Landsgruppe Venezolanier der NSDAP (Grupo Venezolano del Partido Nazi), cuyo líder era Günther Domke, organizados principalmente en las ciudades de Caracas, Valencia, San Cristóbal, Barquisimeto, Puerto Cabello, Barinas y Cumaná”[1]. Igualmente, nos refiere Diego Peñalver que los gobiernos dictatoriales tanto de Juan Vicente Gómez como de Eleazar López Contreras, “por su carácter militarista prusiano y sumamente anti-comunista, vieron con buenos ojos el surgimiento del fascismo en Italia, el nazismo en Alemania y el falangismo en España, hasta tal punto que el gobierno de López Contreras ENTREGÓ LA ORDEN “EL LIBERTADOR” AL DICTADOR ITALIANO BENITO MUSSOLINI. Estos gobiernos permitieron que organizaciones nazi-fascistas actuaran con total libertad en Venezuela, mientras que toda actividad comunista era ilegal constitucionalmente por el inciso VI del artículo 32 de la Constitución Gomecista de 1928[2]”.
- Fue don Eleazar López Contreras quien se encargó de encarcelar al grupo de estudiantes universitarios que durante el carnaval caraqueño de 1928 salieron a protestar contra la tiranía de Gómez; él, enfundado en uniforme de campaña fue quien inspeccionó, en una friolenta mañana caraqueña de 1928, el traslado de los universitarios presos en la cárcel de El Cuño hacia las bóvedas coloniales del castillo Libertador, en Puerto Cabello. Otros fueron enviados al Hato Palenque, cerca de Las Mercedes del Llano, en el Estado Guárico. Apenas cogiendo el mando en 1936, don Eleazar Contreras creyó ver en Rómulo Betancourt un serio enemigo; ambos tuvieron serios desacuerdos, pero poco a poco, el presidente comenzaría a entender bajo cuerda con Rómulo entendiendo que éste sabía moverse muy bien entre las dos aguas de la izquierda y la derecha (siendo esencialmente un perfecto contrarrevolucionario). Fue por ello, por lo que con harta habilidad don Eleazar comenzó a tratarle, a tenerle confianza, e incluso a oír sus consejos en relación con el peligroso fantasma del comunismo.
- De hecho, la decisión de López Contreras de nombrar ministro de Educación a Rómulo Gallegos, fue un acto que indirectamente favorecía los proyectos políticos de Betancourt. Gallegos veía en su eterno alumno de literatura, a un joven audaz, estudioso y capaz de provocar con su pluma y con su verbo una “revolución” (no sabía de qué) en Venezuela; un joven que además sabía escuchar, con un conocimiento profundo de los grandes problemas históricos siempre en consonancia con la realidad nacional. Fue por intermedio de don Rómulo Gallegos que Betancourt conoce a Alberto Adriani, otro de los pensadores fundamentales de aquel momento. Circulaba el famoso Libro Rojo, que pretendía desenmascarar las actividades de los comunistas en Venezuela, editado por el prefecto de Caracas, Gustavo Manrique Pacanins. La actividad comunista estaba entonces prohibida por la Constitución gomecista, y el señor Ramón David León (quien publicó estas misivas recogidas en este libro) realizaba una furibunda campaña contra todo izquierdismo con el latiguillo: «Hay o no comunistas en Venezuela». Jóvito Villalba explicaría luego que estas cartas le sirvieron al gobierno de López Contreras para acusar de comunistas a todos los que luchaban por la democracia. Muchos se preguntan, ¿quién entregó todas esas cartas a don Ramón David León, para que luego fuesen recogidas en el famoso Libro Rojo? Juan Bautista Rojas[3] tiene la respuesta: «Solamente Betancourt tenía copias de ellas, que había remitido a diferentes partes y destinatarios y guardaba, también, todas las que había recibido de los múltiples y variados corresponsales dispersos en el Caribe, en los países de América y Europa». Lo impresionante no es sólo eso, sino que «Betancourt fue el único, de los incluidos en la lista de expulsión ordenada por López Contreras, que no fue capturado. Estuvo haciendo vida clandestina adoctrinando sobre anticomunismo a la gente que se le unió en un partido, el PDN (Partido Democrático Nacional), desde 1937 a 1940, cuando al fin salió hacia Chile, para cumplir con la formalidad del decreto. Estaría un año en Santiago de Chile, mientras todos los demás, a quienes se les obligó al exilio, cumplieron con el ostracismo en todo su rigor[4]».
- En junio de 1936, los jóvenes revolucionarios tantean las fuerzas del gobierno de López Contreras y convocan a una huelga general. La huelga fracasa en la capital pero tiene un efecto estremecedor en Maracaibo, Carabobo y Aragua. Varios dirigentes son detenidos, entre ellos Rómulo y Jóvito. Rómulo había planeado esta acción sólo por 24 horas, con el objeto de alertar al gomecismo sobre las conmociones que se avecinaban y éste fuese buscando la manera de retirarse del escenario político, es decir, darles paso a las nuevas generaciones. Era un juego de tira y encoge, contradictorio porque por un lado sostenían que había llegado la hora de un cambio, aunque reconocía que ellos, los jóvenes, no aún no estaban preparados para tomar el poder. El mismo Betancourt reconoce: “…Pero la expansión y fuerzas adquiridas por la huelga, que paralizó de un extremo a otro a la nación, nos indujo a adoptar una posición equivocada. Nos dejamos impresionar por la marea ascendente de la calle y prolongamos la duración de la huelga más allá del límite justo que se le había fijado. Y como no señalamos, al propio tiempo, una salida insurreccional y revolucionaria al conflicto, éste terminó por replegarse y deshacerse, ante la represión policial. Ese nuevo alarde de energía colectiva encontró al régimen mejor preparado para afrontarlo. El movimiento popular, si fuerte por la mística que insufló en vastas capas de la población, tenía la debilidad de su inexperiencia y de la falta de objetivos definidos de lucha. Las corrientes dictatoriales en el poder contaban a su favor con el ámbito de mandar. La ley de la inercia, que en política rige tanto como en el mundo físico, colaboraba con los equipos gobernantes”. Lo cierto era que desde el movimiento político ORVE (Organización Venezolana), Betancourt hacía esfuerzos confusos para no perturbar realmente al gobierno de López Contreras, y de momento, buscar vías menos conflictivas en las que él fuera figurando como un destacado líder.
- Es necesario aclarar lo siguiente: para entonces el Congreso había aprobado una Constitución que sólo permitía el voto a los varones alfabetos mayores de 21 años, en un país en el cual sólo la mitad de la población sabía leer y escribir. Se conservó de la Carta Magna precedente, la cláusula que pautaba la elección del presidente por parte del Congreso. Los senadores debían ser escogidos por las asambleas legislativas de los estados y los diputados por las asambleas del Congreso. Bajo esta nueva Constitución, el pueblo quedaba excluido de una participación directa en el gobierno, tanto como lo había estado en la época de Gómez. Seguía funcionando el método de la elección de segundo grado para la selección de los miembros de las cámaras legislativas, y de tercer grado para la presidencia de la República. Este parlamento fue renovado en enero de 1937, saliendo electo Gonzalo Barrios senador por Portuguesa, y como diputados, los protoadecos Raúl Leoni y Rómulo Gallegos. Mientras que Jóvito Villalba salió electo por Nueva Esparta. En lo ideológico, es necesario decirlo, Betancourt rechazaba ahora, tajantemente, la lucha de clases; incluso él y sus compañeros juraron en marzo hacer una oposición legal, decente y leal para ayudar a López Contreras a mantener la continuidad constitucional del gobierno. Betancourt prefería después no hablar de las oportunidades revolucionarias perdidas en 1936, sino que, por el contrario, desaprobaba las invasiones de tierras de entonces. En su libro “Rómulo Gallegos y la revolución burguesa de Venezuela.”, Harrison Sabin Howard[5], sale en defensa de Betancourt diciendo que si no revolucionó a los campesinos, procuró al menos con ardor organizarlos. Pero en el terreno de la capital estaba pasando lo que nunca había hecho Juan Vicente Gómez en todo su tétrico mandato: violar el recinto universitario. La policía ingreso a la universidad, matando, el 10 de febrero de 1937, al estudiante Eutimio Rivas. El gobierno de López Contreras quiso demostrar que «no era débil», y quería fijar por sí mismo los términos de la transición sin intervención de los “demagogos busca-votos”; de modo que ordenó también la detención de Gustavo Machado y Salvador de la Plaza.
- López Contreras fue cumpliendo su papel y Betancourt el suyo. Mediante trámites de lo más formales, de modo pacífico, con la colaboración de las autoridades del gobierno y con dos mil dólares que le envió el presidente Eleazar López Contreras (que se le entregaba a cada deportado), Betancourt salió a finales de 1939, para Santiago de Chile. Previamente, Betancourt había informado al gobierno que tenía todo arreglado para dictar unas conferencias en Santiago. De modo que salió sin problemas. En Chile, hará un claro reconocimiento al gobierno de López Contreras. Pedro Estrada, a quien le correspondió detuvo, relata que cuando le correspondió detener a Betancourt en casa de su cuñado Ponce y Benzo, para luego deportarlo refiere: «Cuando López Contreras ordena la detención de Betancourt, éste le envía una carta adulatoria donde le dice que él no sale como enemigo del gobierno. Exalta al mismo López Contreras cuando lo expulsan y le dice que no le han dado suficiente dinero. Entonces se le consiguió más dinero. Le pidió además una audiencia a López, y éste le contestó que no hablaba con presos”. En sus conferencias en Chile, Betancourt hizo una decidida defensa del régimen de López Contreras, diciendo: «En mi país, ya que en su subsuelo bulle una reserva prodigiosa de dos mil millones de barriles de petróleo, las fuerzas de oposición han ofrecido su leal cooperación con el presidente López en esta crucial emergencia nacional[6]». La prensa reaccionaria chilena reseñó esto con titulares de primera página: «Rómulo Betancourt fijó resuelta posición antitotalitaria de las fuerzas de izquierda de Venezuela en categórico discurso».
- En 1945, el embajador de Estados Unidos en Venezuela, Frank Corrigan sostuvo varias reuniones con el general Eleazar López Contreras y Rómulo Betancourt, a fin de encontrar un sucesor a Isaías Medina Angarita que resultase más amigable con las decisiones políticas de Washington. La historiadora Nora Bustamante, en su libro “Isaías Medina Angarita – Aspectos Históricos de su gobierno[7]”, sostiene que López Contreras y Betancourt en estas reuniones se acercaban por vasos comunicantes de la oposición a Medina. Ya para esta época López Contreras estaba admitiendo que Acción Democrática era un verdadero partido democrático, de masas populares, al que había que respetar y escuchar. En realidad, don Eleazar estaba buscando los modos para volver al poder, tan habituado como estaba a mandar y para intentar lograrlo, desató un odio desmedido contra Medina Angarita. Incluso estuvo buscando las maneras de dar un golpe. El presidente Medina, en reuniones privadas con él trató de hacerle ver que era una locura que al morir Gómez, se iniciase entre los generales de más alto rango una codicia por monopolizar la más alta posición del país. Pero esto, el testarudo general en jefe no lo quería entender, ni mucho menos aceptar. El presidente Medina se encontrará, pues, entre dos terribles fuerzas, las del pasado, representadas por Eleazar López Contreras y que incluyen a Acción Democrática (este partido para gobernar está decidido a utilizar el apoyo de una compañía petrolera que viene con las prácticas impositivas que intereses foráneos aplicaron durante la tiranía de Gómez), y la ilusión de progreso y de trabajo representados por lo mejor de la intelectualidad venezolana, por verdaderos patriotas.
- En mayo de 1845, se realiza la III Convención Nacional de AD, y Betancourt exclamará ufano, que su partido no tiene fuentes de ingreso inconfesables, se siente ligero de amarras, sin compromisos con fuerzas que lo limiten en sus acciones: lo buscan, lo consultan, de todas partes le llegan felicitaciones por sus sesudos artículos. Dicta conferencias casi todos los días, y la más significativa es la que lleva por título: «Venezuela, el mundo de postguerra y la sucesión presidencial de 1946». Inicia esta conferencia citando al peruano González Prada: «Romper el pacto infame de hablar a media voz». Y suelta frases confusas sobre «optimismo en mangas de camisa» y «babiecas inefables», advirtiendo a los golpistas (en referencia directa a López Contreras), que antes de lanzarse a una aventura dictatorial, que sepan que los pueblos están resueltos a hacerse justicia. Para tostarse por los dos cabos habla de un volcán en actividad que es la «balcanizada Centro-América, en la que una serie de dictadorzuelos, armados con ametralladoras suministradas por Estados Unidos al amparo de la Ley de Préstamos y Arriendos, dominan brutalmente los pueblos». Como presume que don Eleazar puede estar preparando un golpe, él quiere adelantársele. No da descanso a la descarga de su pesada artillería contra el PDV (el partido de Medina Angarita), insistiendo en que este es un partido que carece de simpatía y respaldo colectivo. Y como si se estuviese acusando a sí mismo por los actos que desarrollará en el futuro, exclama: “De ese desprestigio suyo son responsables sus procederes nada limpios en los procesos electorales; su vocación hegemónica y con sus ribetes totalitarios cuando de acaparar cargos legislativos se trata; su conllevancia (sic) con el peculado y otras lacras de la Administración Pública”.
- Analistas políticos e historiadores coinciden en que si el general López Contreras hubiese sido menos ambicioso, más prudente y sereno, quizá no se habría dado el golpe del 18 de octubre; pero andaba a la desesperada por volver a ser Presidente, haciendo declaraciones abiertamente conspirativas y escandalosas, y estas locuras les dieron armas a los jóvenes oficiales para adelantársele y lanzarse a la aventura. Se hacía correr por los cuarteles la alianza de Medina Angarita con los comunistas como si se tratase de algo monstruoso. En aquel ambiente no había nadie que les dijera a los jóvenes oficiales cómo había sido el coloniaje que, con la participación de las compañías petroleras, nos había impuesto Estados Unidos. Eso sí lo conocía muy bien Medina, el presidente había sufrido en carne propia aquellos ultrajes de los gringos cuando se presentaban en Maracay para imponer la ley de su imperio y adueñarse de todas las tierras donde se suponía había petróleo, y ellos mismos decidir sobre el tema de las concesiones. Medina había conocido muy de cerca los crímenes de los chantajes, abusos y demandas contra la nación arregladas por los propios ministros de Gómez para satisfacer a los jeques de aquellos trusts. Por eso Medina comprendía mejor que nadie, las luchas de los comunistas, aunque no supiera nada de marxismo. Por eso les simpatizaba los marxistas, y sentía que en verdad había que acabar con aquella imposición bestial de los yanquis. Y admirando a Bolívar, por eso mismo, no quería a la imposición de los norteamericanos, sentía que si Bolívar estuviera vivo también hubiera simpatizado con las ideas comunistas. Medina, en definitiva, se sentía un hombre del pueblo y en nada se parecía a don Eleazar quien odiaba a los comunistas, por sus horribles prejuicios pequeño-burgueses, y sobre todo por inculto, por ignorante. En aquellos días Medina comprendió profundamente porqué Betancourt se había hecho anticomunista. Era la mejor manera de llegar al poder. Así no tendría necesidad de molestar a nadie, principalmente al peor enemigo de nuestros pueblos: los gringos. A Medina le enorgullecía, sobre todo aquella consigna de los comunistas que decía «Medina contra la Reacción», que ambién sonaba como un fuetazo a la cara de López Contreras. Añadía que la consigna debía leerse: «Medina contra López Contreras», «Medina contra los tránsfugas», «Medina contra los traidores».
- El 19 de septiembre de 1945, sostiene públicamente Betancourt: «es una evidencia incontrastable que Venezuela anhela ver en Miraflores a un gobernante civil». Ese gobernante es él, apoyado por un grupo de militares ambiciosos. Clama porque Venezuela deje de funcionar en lo político bajo órdenes cuartelarias. Todo cuanto dice son indirectas contra López Contreras, al tiempo que mueve los hilos para adelantársele. Eleva el tono de la burla, celebrando la legalización del Partido Comunista para que «ese grupo tan minúsculo como vocinglero, pueda exhibirse con su propia raquítica estatura». Agregaba entonces contra los comunistas, crecido por el apoyo que le daba la fauna de los militarotes ya en los últimos preparativos para la asonada: «Ha venido disfrutando esa cofradía de las complacientes brumosidades del clandestinato, y ahora que saldrá a la calle se les podrá contar con los dedos de la mano […]». Aún así, AD seguía siendo un partido muy minoritario, «compuesto principalmente por intelectuales de izquierda, empleados de comercio, profesionales y algunos incipientes dirigentes sindicales, que no contaba en todo el país con más de veinte mil afiliados. Era de carácter heterogéneo y lo único que podía caracterizarlo políticamente era su poca simpatía por los gobiernos de López y Medina, y una vaga filosofía social-democrática muy influida por el APRA peruano, y una estructura interna vertical y cerrada, vestigio evidente de la experiencia de Betancourt en el Partido Comunista».
- Entonces nos encontramos con que la luna de miel del gobierno americano con Stalin estaba feneciendo; se iniciaba la Guerra Fría, y el presidente Medina no acabó de comprender bien todos estos cambios geopolíticos. El presidente Harry Truman da inicio a los primeros movimientos contra los comunistas a gran escala, pero Venezuela ha quedado colgada en los acuerdos del pasado, y Medina viene y establece relaciones diplomáticas y consulares con la Unión Soviética. No sólo es suave con los comunistas sino que los acoge para enfrentar a los adecos. Refiere el doctor Carlos Chalbaud Zerpa que se había generado una gran preocupación entre las familias porque se decía que el régimen medinista iba a comunizar a la juventud por intermedio de profesores marxistas en los liceos. Debe recordarse, que en las elecciones municipales de 1944, el PDV presentó planchas unidas con el ultraizquierdismo bajo las siglas UPV (Unión Popular Venezolana). Además, contra la opinión de López Contreras, quien había propuesto que el Día del Trabajador se celebrara el 24 de julio, Medina cede al influjo de los comunistas y opta por escoger para tal celebración el 1º de mayo. Este acto de Medina fue asumido por López Contreras como una afrenta. Le dijo don Eleazar a su ministro Julio Diez: «A mí me han ofrecido armas y dinero para que encabece un movimiento tendente a derrocar el actual gobierno […] La determinación de que he hablado la haré efectiva si se dicta el decreto ejecutivo declarando el 1º de mayo Día del Trabajador, porque tal medida la estimaré como una ofensa personal que se me infiere[8]». Es significativo que a los once días después que Medina legaliza al Partido Comunista de Venezuela, viene y se ejecute el golpe del 18 de octubre. Añádase a todo esto, que en vísperas del golpe, Carlos Delgado Chalbaud había tenido conversaciones radiotelefónicas en inglés con el presidente Harry Truman por intermedio del embajador Frank Corrigan, quien de paso era un borrachito, y que entonces Carlos Delgado consideraba que el dirigente supremo de AD era el alma de la revolución (¡Betancourt nos trajo el pueblo! ¡Nos trajo el pueblo!). Existe incluso todavía la duda de si López Contreras, gran amigo de Corrigan, también tuvo su parte en este tinglado, tomando en cuenta que él sí era furibundo anticomunista, y estaba alarmado por la dirección izquierdista que tomaba el régimen de Medina. Por otra parte, es necesario recordar que en la reforma constitucional de 1945, el gobierno aceptó que se eliminara el inciso sexto del artículo 32 de la Carta Magna, que prohibía la existencia de cualquier organización que tuviera algo que ver con los comunistas. Quizá, por ser visto don Eleazar como uno de los últimos mastodontes del gomecismo no se le incluyó, pero que sí actuó tras bastidores.
- Previamente al golpe del 18, en las altas esferas, hubo una intensa agitación entre los partidos, buscando candidatos para la presidencia. Medina postuló a Ángel Biaggini, su ministro de Agricultura. Por su parte, el general López Contreras acepta lanzar su candidatura en una convención, y se manifiesta de manera categórica contra Ángel Biaggini. Permite que se denigre del PDV y que se critique duramente al presidente Medina. Había sido muy claro Medina cuando afirmó: «El regreso de López al poder no le conviene a él ni a mí. A él lo exhibirán como un hombre deseoso de mando y a mí como un instrumento de él para obtener ese objetivo; incluso a ambos como un par de farsantes, los dos más grandes comediantes que ha tenido la historia de Venezuela […] no debo prestarme a ese juego». Refiere la historiadora Nora Bustamante que los lopezcontreristas, los partidarios de AD y Corrigan, sostenían que un provinciano (como Biaggini), no podía llegar al corazón del pueblo, y que esa condición representaba un obstáculo para que éste llegara a conocer las necesidades; pero era paradójico —infiere doña Nora— que entonces para ellos sí podía responder a esas necesidades un diplomático como Diógenes Escalante que casi nunca había vivido en Venezuela. Este hecho es determinante para entender que Betancourt ya era un hombre que se consideraba ligado a una clase muy cercana a la de los oligarcas. Sin duda que Corrigan y Betancourt trabajaban sincronizadamente. El 14 de octubre de 1945, el candidato de Medina recibe del temible verdugo adeco esta mortal estocada: «La candidatura presidencial del doctor Biaggini no resistiría una consulta electoral; el clima de burla y desconfianza que le envuelve; la demostrada ineptitud administrativa del personero; la fórmula irregular de su escogencia», afirmaciones con las que se inspira en el pueblo el miedo por el PDV. Se ha querido justificar históricamente el golpe, diciendo que Medina era terco y prepotente en sus decisiones y que la postulación de Biaggini fue la gota que rebasó el vaso; pero si estábamos bajo un gobierno democrático, ¿por qué los adecos no propusieron un candidato propio, y fueron a Washington a buscar un personaje tan gris como insignificante como Diógenes Escalante? ¿Por qué Medina debía satisfacerles?
- El diario La Esfera, , en vísperas del golpe del 18 de octubre de 1945, soporte y portal de las exigencias políticas y económicas de la Creole Petroleum Corporation, mantenía una pertinaz campaña diciendo: «Más gana el portero de un ministerio que un subteniente; no se dan los ascensos a quienes corresponde». Y es así como se va organizando un grupo de jóvenes oficiales para dar un vuelco inesperado a la historia del país, en la creencia de que nos van a sacar para siempre del fulano gomecismo. Ese gomecismo representado todavía por López Contreras, Medina Angarita, Arturo Uslar Pietri, Caracciolo Parra Pérez… Lo que menos podía imaginar Medina Angarita es que el golpe viene de esa oficialidad joven que él mismo ha contribuido a formar. Tan es así que cuando se desata la rebelión él piensa que proviene más bien del general Eleazar López Contreras. ¿Ese golpe se estaba dando realmente por el bien del país y sin interés personal alguno?
- Después del Golpe, la Junta de Gobierno decide expulsar del país a los generales López Contreras y Medina Angarita; también a Arturo Uslar Pietri, Diego Nucete Sardi y Manuel Silveira. «Valmore Rodríguez tiene la osadía de bajar a Maiquetía y de ofrecer mil dólares a cada uno, suma que rechazan, naturalmente[9]». Se proclamó que Venezuela estaba bajo una profunda revolución social y política. Vejámenes similares sufrió en el aeropuerto de Maiquetía, la señora del general López Contreras por parte de funcionarios y la policía. Se declararon reos de peculado a los últimos cuatro ex presidentes, incluyendo a Juan Vicente Gómez, post mortem. Y es aquí, en exilio, cuando viene la parte más terrible de la vida del General Eleazar López Contreras haciendo estrechas migas con el horrendo dictador de República Dominicana, el abominable Rafael Leonidas Trujillo. Una vez que derrocan a Medina Angarita, el general Eleazar López Contreras se estableció en Nueva York, en Park Avenue, donde recibía amigos poderosos que tenían contacto con oficiales venezolanos. Luego se establecerá en Miami, profundamente herido moralmente, desolado y con deseos de vengarse más de Medina que de Betancourt. Como cada alto personaje en América Latina con derecho a gobernar en su respectivo país, don Eleazar comenzó a hacer lobby ante el Departamento de Estado. Allí no le ofrecían de momento gran cosa, pero lo escuchaban. Las quejas, denuncias y peticiones tenían que ser muy bien filtradas en Washington. Docenas de gobernantes derrocados de América Latina, África y Asia, cabildeaban con equipos políticos gringos para conseguir apoyo de Washington, y un paso previo a estas gestiones era responder un severo cuestionario preparado por la CIA. Como veremos en su momento, a partir de 1950, Betancourt, tendrá que formar un equipo de trabajo con un grupo de políticos y pensadores norteamericanos para que el Departamento de Estado le aprobase una fuerte ayuda para retomar el poder. Este equipo lo conformarán fundamentalmente Serafino Romualdi, Frances Grant, Norman Thomas, Arthur Schlesinger y Nelson Rockefeller. A pesar de la enorme confianza que este grupo depositaba en él, como hombre anticomunista y decidido a defender los intereses norteamericanos en la región, y aún en consideración a la posición política de toda esta gente fuertemente conectada con la CIA, Betancourt no podrá saltarse el interrogatorio de rigor y hacer una especie de mea culpa y de juramento junto con una declaratoria firmada con testigos ante el Departamento de Estado, en razón de sus actividades catalogadas de comunistas entre 1935 y 1938. López Contreras no tenía necesidad de pasar por este interrogatorio ni juramento purificador, pero había que evaluar con lo que él realmente contaba en el medio militar para así colocarlo en la lista de los nuevamente presidenciables. Él había sido siempre un buen amigo de las compañías petroleras y de Estados Unidos y se consideraba tan anticomunista como el dictador dominicano, Rafael Leonidas Trujillo (Chapita) quien le había hecho una generosa recomendación ante la propia organización privada del Council on Foreign Relations.
- Pues bien, las presiones en Washington llegaban de muchas partes, y se dispuso de una oficina para que estudiara exclusivamente la situación de Venezuela; pronto se descubrió que el haber dado el apoyo al golpe de los adecos creaba un precedente peligroso extensible a países con explosivas conmociones sociales como Colombia, Perú, Bolivia, Argentina y Chile. No se había visto un experimento de esta naturaleza donde un líder golpista civil con un antecedente comunista se unía con un fuerte grupo de oficiales para iniciar un proceso de severa transformación política, de tipo nacionalista, involucrando a las masas, a algunos sindicatos, e incluso con la amenaza de crear milicias populares; por lo que Washington, junto con la información que recibía de López Contreras y su grupo, inició investigaciones muy severas para vigilar muy de cerca aquel estado de cosas. Sopesaba quejas y proposiciones para un posible ajuste de la situación. Aquello en verdad le pareció un experimento riesgoso a Washington, pero se aceptó porque algunos asesores planteaban que era necesario buscar otros tipos de gobiernos que no fuesen los plagados de viciadas dictaduras que para Estados Unidos resultaban «costosas como inestables». El veterano ex-presidente López Contreras, se dedicó a reunir fondos para organizar una invasión contra su país. Llegó a reunir una considerable cantidad de dólares con inversionistas que habían resultado afectados por la política de los adecos, a los que consideraban comunistas disfrazados. En poco tiempo, ya tenía lista una división para el ataque, conformada por mercenarios canadienses, dominicanos y colombianos. Lo insólito de su actividad fue esa estrecha relación que comenzó a tener con Rafael Leonidas Trujillo, uno de los más monstruosos criminales que ha tenido América Latina. En varias oportunidades se llegó a entrevistar con Trujillo en el proyecto que tenía planificado para invadir a Venezuela. Chapita, a su vez, mantenía estrechos lazos con las dictaduras más abominables de Centroamérica y el Caribe, como las de Fulgencio Batista y los Somoza, y había tenido tan buenas relaciones con Gómez, que de éste había recibido la más alta condecoración, la ORDEN DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR, siendo López Contreras, como sabemos, el más adicto servidor del dictador venezolano. Chapita abrigaba la gran esperanza que en toda América Latina gobernaran dictadores como él, los únicos capaces, en su concepto, de convertir a sus naciones en potencias desarrolladas muy parecidas a la de los Estados Unidos. Había tenido él oportunidad de ver las maravillas arquitectónicas y de «ingeniería sublime» que había hecho Gerardo Machado en Cuba y no le quedaba ninguna duda de que este sistema de gobierno cesarista-democrático era la única vía para que nuestros pueblos salieran de abajo. Chapita ansiaba hacer todo lo posible para ayudar a López Contreras a reinstaurar en Venezuela un tipo de gobierno parecido al de Gómez.
- En el libro “Cuando reinaron las sombras. Tres años de luchas contra el Romulato en Venezuela”[10], aparecen numerosas cartas de Eleazar López Contreras dirigidas al periodista Federico Landaeta, en las que habla de los extensos e intensos planes para derrocar el gobierno presidido por Rómulo Betancourt, y posteriormente el de Rómulo Gallegos. Landaeta, íntimo amigo de López Contreras, define a Trujillo en estos términos: «hombre de mirada de águila, de atuendo elegante, de interesante conversación, dominador de idiomas, sugestivo, conquistador de voluntades, aquel verdadero jefe de Estado, militar de escuela y todo disciplina, auspiciaba el retorno a Venezuela de las instituciones…[11]» Federico Landaeta era el agente clave de López Contreras en República Dominicana y el puente para todas sus actividades subversivas. Por tales amigos podrá medirse la calidad moral, política y humana de López Contreras. Añade Landaeta que en sus conferencias con Trujillo en palacio, «en la casa del Partido Dominicano; en su quinta de la capital, Estancia Ramfis, en su palco del hipódromo, en la casa de La Antigua de San Cristóbal, en su suntuosa residencia de Las Caobas, en Fundación, así como en la Fortaleza Ozama —que de todas partes lo llamaba para conocer los detalles de la lucha contra AD— nos aseguró siempre con la mayor firmeza que no cejaría en su empeño por liquidar el comunismo en América[12]». Valdría la pena considerar esta muy extraña relación entre López Contreras y Chapita, que daría para todo un libro aparte, si tomamos en cuenta que según la teoría de los historiadores y analistas adecos o pro adecos, fue Trujillo quien el 24 de junio de 1960, le colocó una bomba a Betancourt para matarlo.
- Pero resulta que López Contreras, en sus planes belicistas contra Venezuela, estaba trabajando coordinadamente con la CIA y con Chapita. Hizo una muy especial visita a la República Dominicana, en esas sus acciones coordinadas con la CIA y Chapita. Con una banda de matones, llegó en octubre de 1946 a Ciudad Trujillo, entre ellos, Amenodoro Rangel Lamus, Luis Jerónimo Pietri, Pedro Estrada, Juan Vicente Gómez (hijo), Eustoquio Gómez (hijo), Arístides Cárdenas, Tomás Pacaníns, Eleazar Niño. En carta de fecha 6 de diciembre de 1946, López Contreras le escribe a Federico Landaeta: «Yo estaré en Ciudad Trujillo el 11 (octubre), y desde luego estaré a la entera disposición del Excelentísimo señor Presidente, pero sólo como su amigo agradecido y anónimo por el momento, porque las circunstancias así lo imponen. Pasaré de incógnito, pero abrigo la esperanza de que en el futuro pueda hacer ostensible mi especial visita a tan noble amigo, así como mi reconocimiento[13]». Así fue, el 11 llegó López Contreras a Ciudad Trujillo con el nombre falso de Pedro Mora. Qué de ironías y qué de historias que habrían servido para insólitas narraciones para un García Márquez, nos encontraremos que en la Constitución que Betancourt aprueba a su medida, en 1961, se hace un remiendo raro para que López Contreras pase a ser SENADOR VITALICIO. Poco después, en 1963, en un pomposo acto realizado en la propia casa de don Eleazar, se le entregará, de manos del presidente Betancourt, la réplica de la Espada del Libertador, símbolo de los generales. En un intermedio de esta ceremonia, el viejo ex enemigo de Betancourt le pregunta: — Presidente, ¿qué hubiese hecho usted si hubiese estado en mi lugar en 1936?— Esto causa algún desconcierto entre los presentes, pero Betancourt no vacila en responder: —General, yo hubiese hecho lo mismo que hizo usted.
[1] Publicado en Tribuna Popular, https://prensapcv.wordpress.com/2015/02/09/origenes-del-nazi-fascismo-en-venezuela-i/, autor: Diego Peñalver.
[2] Ut supra.
[3] Autor del libro “Los adecos”, (1978), Vol. II, op. cit., p. 334.
[4] Ibídem, p. 334.
[5] Edición, 2 ; Editor, Monte Avila Editores, 1976.
[6] Ediciones Centauro, Un hombre llamado Rómulo Betancourt, Tercera edición, Caracas (Venezuela), 1975,
[7] Fondo Editorial Lola Funmayor, Caracas, 1953.
[8] “El presidente Medina : de la represión a la libertad”, Héctor Campins (1993), op. cit., p. 253.
[9] “Escrito de Memoria”, Laureano Vallenilla Lanz (1967), op. cit., pág. 236.
[10] Federico Landaeta, Gráfica Clamares, Madrid (España), 1955.
[11] Ibídem, p. 68.
[12] Ibídem, p. 70.
[13] Ibídem, p. 95-96.